JUAN "PACHO" MAGLIO
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Biografía de ROBERTO SELLES y NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO.
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BANDONEONISTA, DIRECTOR, COMPOSITOR
18 de noviembre de 1880 - 14 de julio de 1934
Nombre completo: Juan Félix Maglio
Corrían los años '10. La frase solía oírse comúnmente en los
comercios de venta de discos: "Déme un pacho". El comerciante comprendía
sin más explicación; acababan de pedirle un disco.
Visto desde nuestros días, parecería una jerga extraña, pero
en aquellos tiempos resultaba de lo más sencillo, tal era el éxito de venta de
las grabaciones de la orquesta que dirigía Juan Maglio, al que apodaban “Pacho”,
que esta palabrita pasó a ser sinónimo de disco.
Sin duda, Juan Maglio “Pacho”, fue uno de los más
importantes músicos que continuaron a la Guardia Vieja, junto con Eduardo
Arolas, Genaro Espósito y Vicente Greco, todos pioneros en la difusión y
popularidad del tango.
Fue el primer bandoneonista que llevó al disco solos de
bandoneón con el tango "La sonámbula" (de Pascual Cardarópoli) y la
mazurca "La morocha" (de Gerardo Metallo).
Dueño de una técnica depurada imprimió a sus formaciones
orquestales un estilo delicado, con una cadencia rítmica que lo llevó a ser el
preferido del público a la hora de comprar discos.
Juan Félix Maglio vino al mundo el 18 de noviembre de 1880,
en el hogar que habían establecido en Palermo Pantaleón Maglio, italiano, y
Carmen Dodero, argentina, emparentada con los célebres navegantes de aquel
origen. La descendencia se completaba con Tino, María Juana, Roque, Justina,
Carmen y Carlos, al que apodaban Pucho y fue también bandoneonista, autor de
tangos como "Quilmes" y "La Paternal".
El bandoneón atrajo a Pacho desde pequeño, cuando ya la
familia se había trasladado a Boedo y oía tocar a su padre ese instrumento alemán
que nada tenía que ver con un inmigrante italiano, pero que pronto se convertiría
en el más típico con que cuenta el tango. A veces, solía tocarlo a escondidas,
y ésta no era su mayor travesura, de allí que don Pantaleón lo llamara “Pazzo”,
loco en italiano.
«Mis compañeros de juego —contaba en un reportaje de Héctor
y Luis Bates— no podían pronunciar correctamente aquella palabra y les salía “pacho”.
Poco a poco se fue divulgando el sobrenombre y así continuaron llamándome,
hasta que el tiempo se encargó de confirmarlo, llegando a conocerse más que mi
verdadero nombre de pila.»
Maglio se inició con un pequeño instrumento de 13 voces,
regalo de su padre. Más tarde, cuando comenzó el aprendizaje formal del
instrumento, pasó a otro de 35 voces. Su profesor fue Luis Almeida, que tenía
el seudónimo de “El Negro Cototo”. Sucesivamente fue pasando a instrumentos de 44,
52, 65 y 71 teclas, hasta llegar al de 75 voces en su consagración.
En 1898, a
los 18 años, comenzó a tomar lecciones con Domingo Santa Cruz —el autor de "Unión
Cívica"— y un año más tarde debutaba en el café El Vasco, de Barracas, con
un trío completado por Julián Urdapilleta en violín y, en guitarra, Luciano Ríos,
nombre ligado durante muchos años a las formaciones de Pacho. Alrededor de 1903,
formó un cuarteto con Luis Guerrero (violín), José Guerrero (flauta) y el infaltable
Luciano Ríos pulsando su viola bordonera.
En 1910 tocó por primera vez en el legendario café La
Paloma, por cuyo veredón (avenida Santa Fe frente al arroyo Maldonado, hoy
entubado y subterráneo sobre el cual va la avenida Juan B. Justo), "en las
noches brumosas, se pasean las sombras de Tito, Arolas y Bardi", como
imagina Cadícamo en "A pan y agua".
Con menos poesía, digamos que el local era tan concurrido
por las ratas, que Pacho y sus músicos parecían una versión moderna y aumentada
del flautista de Hamelin. Cuando los integrantes del conjunto se negaron a
seguir tocando en tales condiciones, el propietario corrió a los roedores, y
los músicos se encargaron de atraer una nada despreciable cantidad de público.
De La Paloma, el cuarteto pasó al café Garibotto (Pueyrredón
y San Luis), al Ambos Mundos (Paraná casi Corrientes), al La Morocha (Carril y
Corrientes) y seguramente a otros sitios, hasta volver, en 1912, a La Paloma, ahora ya con un éxito
estruendoso, y sin ratas. Fue allí donde el conjunto fue contratado para grabar
en Columbia y se transformó en lo que, pomposamente, se denominó Orquesta Típica
Criolla Juan Maglio "Pacho"; integrada por apenas cuatro músicos —¡pero
qué músicos!— José "Pepino" Bonano (violín corneta), Carlos "Hernani"
Macchi (flauta), Luciano Ríos (guitarra de siete cuerdas) y, por supuesto,
Pacho en el bandoneón. La venta de discos y la fama del bandoneonista, uno de
los mayores de aquellos días, eran ya imparables.
Cuarteto Juan Maglio "Pacho".
De izquierda a
derecha: Juan Maglio (bandoneón), Luis Suarez (piano), José Bonano (violín) y
Carlos Macchi (flauta).
Fue en ese mismo año cuando Pacho se inició en la composición.
Su primer tango se tituló "El zurdo". Luego vendrían "Quasi nada"
(subtitulado "El combate"), "Armenonville", "Jeanne",
"Un copetín", "Adelita", "Sábado inglés", "Royal
Pigall" (retitulado, con letra posterior de José González Castillo, "¡Qué
has hecho de mi cariño!"), "Cielito", "¡Tomá mate!", "Chile",
"Ando pato", "La Guardia Vieja", "Tacuarí" y
muchos otros pertenecientes a su primera etapa.
A ellos deben sumarse los compuestos en los días del "tango-canción":
"Llegué a ladrón por amarte" (con letra propia), "La chacarera"
(a medias con José Servidio y con letra de Juan Andrés Caruso), "Tango
Argentino" (con Alfredo Bigeschi), "A media noche", "Copen
la banca" (ambos con Enrique Dizeo), "El curdela" (con Jorge
Luque Lobos), "El llorón" (antiguo tango que recopiló e hizo
versificar por Enrique Cadícamo), y otros. También fueron sumamente populares
sus valses "Orillas del Plata", "María Esther", "Horas
de hastío", "Copo de nieve" y "Violetas", entre otros.
En 1920, organizó su nueva orquesta, acorde con los tiempos
que corrían, integrada por él, Rafael Rossi y Nicolás Primiani (bandoneones),
Benito Juliá, Salvador Viola y "El Pibe" Rossi (violines), Juan
Carlos Ghio (piano) y José Galarza (flauta y batería). En 1929, en la fila de
bandoneones aparecía un jovencito de apenas 15 años llamado Aníbal Troilo, que
con el tiempo daría bastante que hablar. Sin embargo, los días gloriosos de
Pacho se habían ido, como aquel tango canyengue y bravío de la Guardia Vieja
que supo interpretar como los mejores. No obstante, en sus últimos años
continuaba actuando con el ahínco de su juventud, al frente de sus formaciones
finales, un sexteto al estilo antiguo —uno de cuyos violines era tocado nada
menos que por Elvino Vardaro— y el Trío Pacho, integrado por tres bandoneones
junto a los hermanos José y Luis Servidio. Más tarde, en 1929, el trío vuelve a
formarse con los bandoneones de Federico Scorticati, Gabriel Clausi y Ernesto
Di Cicco, actuando "Pacho" únicamente como director.
Una curiosidad se da a partir de 1930 cuando forma un
conjunto para interpretar música paraguaya, exclusivamente polcas, la mayoría
de las cuales lleva títulos en guaraní y fueron firmadas por el propio Maglio,
o con el seudónimo Oglima, que era su apellido al revés.
A lo largo de su carrera grabó casi 900 temas, la gran mayoría
instrumentales, cuando recurrió a los cantores estos solamente actuaron como
estribillistas. Es excluyente la labor de Carlos Viván, la voz más destacada en
su orquesta. Las demás voces no tuvieron trascendencia, pero podemos destacar
los nombres del bandoneonista Ángel Ramos, la del baterista y flautista José Galarza
y alguna intervención de Luis Scalon, famoso vocalista que actuó muchos años en
Europa difundiendo nuestro tango. Tres meses antes de sus fallecimiento, el 17
de abril de 1934, llega al disco por última vez para el sello Odeón. Grabó la ranchera
"Que esperanza", de su autoría y el vals "Recordándote", de
Garardo Metallo.
Sus últimas apariciones fueron por Radio Belgrano en 1934. Poco
después, fue internado en el Hospital Ramos Mejía, donde los Bates lograron
entrevistarlo para su Historia del tango casi por milagro; tres días más tarde,
se marchaba de la vida. Fumador impenitente, solía consumir entre cinco y seis
atados de cigarrillos negros diarios.
El 14 de julio de 1934, de regreso en su casa, Bulnes 948,
ya perdidas las esperanzas, sus pulmones dijeron basta. En su mesa de trabajo,
quedaban varios tangos inéditos, que no había alcanzado a titular, como si no
hubiera querido poner el punto final a una existencia consagrada al tango. Y
puede decirse que el tango lo eternizó.
fuente: TODOTANGO.
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LA MOROCHA - SOLO DE BANDONEON
LA SONAMBULA - SOLO DE BANDONEON
EMANCIPACION
EL CABURE
EL CACHAFAZ
ORILLAS DEL PLATA (VALS)
A MI MADRE (VALS)
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