Un día como hoy...30 de noviembre...pero de 1912...
nacía el cantor
HUGO DEL CARRIL
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Semblanza escrita por GASPAR ASTARITA
publicada en la página webb TODOTANGO.
CANTOR, ACTOR, DIRECTOR DE CINE
Nombre real: Piero Bruno Hugo Fontana
30 de noviembre de 1912 – 13 de agosto de 1989
Hugo del Carril nació en el porteñísimo barrio de Flores, en
la Capital Federal, y ya muy jovencito comenzó en la radiofonía argentina, como
locutor primero, alternando esta actividad con la de cantor, vocación que traía
ya en el alma y que se nutriría, acrecentaría y afirmaría en la admiración por
Carlos Gardel, y de la que terminó finalmente haciendo profesión.
Escogido el camino de la canción popular, tomó lecciones con
la soprano Elvira Colonese, cantante lírica que encauzó técnica y
profesionalmente sus naturales condiciones, comenzando en 1929 a trabajar en Radio del Pueblo.
Allí
fue estribiliista de casi todas las orquestas que desfilaban por la emisora,
presentándose ya con el nombre de Pierrot, Hugo Font o Carlos Cáceres.
Antes
había actuado en un cuarteto de voces junto a Emilio Castaing y Mario y Martín
Podestá;
luego integró el trío París, y posteriormente formó el dúo Acuña-Del
Carril, ya definitivamente adoptado el seudónimo de Hugo del Carril;
grabó por
ese tiempo (mediados de la década del '30) una serie de composiciones con la
orquesta de Edgardo Donato.
Después comenzó su carrera como solista, cuando el director
Héctor Quesada lo llevó a Radio La Nación secundado por guitarristas (posteriormente
el acompañamiento guitarrístico lo confió casi exclusivamente a los hermanos
Puccio).
En 1936 grabó en discos Víctor también como solista, con el
marco de la orquesta de Tito Ribero, músico, arreglador y compositor que a
partir de entonces se convertiría en su director y asesor musical.
A fines de ese mismo año intervino en la película "Los
muchachos de antes no usaban gomina", cantando el tango del director del
film (Manuel Romero) con música de Francisco Canaro titulado Tiempos viejos.
Su
estampa, su simpatía, su dicción, su sonrisa y su voz hacen que Manuel Romero
lo inicie, a partir de esa fugaz aparición, en el cine nacional, actividad que
le proporcionó fama y dinero, al mismo tiempo que le dieron a su nombre y a su
figura dimensión de ídolo.
Títulos representativos y recordados del cine y de aquella época
gloriosa de Hugo del Carril pueden ser, tratando de hacer una muy apretada síntesis,
"Madreselva", "Gente bien", "El astro del tango",
"Vida de Carlos Gardel", "La piel del zapa" y, más adelante,
"La cabalgata del circo", "La cumparsita", "El último
payador", "El ultimo perro", "El negro que tenía el alma
blanca".
Y paralelamente a esta actividad de actor se ha ido
agigantando el cantor. Diversas radios, los más calificados escenarios porteños
y las giras por el interior y América van extendiendo su éxito, su prestigio y
su fama dentro y fuera del país, idolatría a la que ha contribuido enormemente
el cine, tremenda estructura publicitaria que lo hace conocer en todas partes. El
sello Odeón registra en sus placas todo ese bien escogido repertorio que la
pantalla y el escenario difunden, y que afirman un estilo muy personal, muy
gardeliano, de gran calidad y emotividad. Quedan, de esta manera, en el surco
discográfico inmejorables versiones.
De una gruesa lista tomamos algunos títulos como ejemplo:
"Nostalgias", "Nada más", "Betinotti", "Como
aquella princesa", "Percal", "Sosiego en la noche", "Desaliento",
"Igual que ayer", "Pobre mi madre querida", "Al compás
del corazón", "Nubes de humo", "Buenos Aires", "Tres
esquinas".
Sobre 1950 incursionó en el cine como director, otra de sus
pasiones, iniciándose con "Historia del 900"; consiguió más adelante
un justificado éxito con lo que sería su mejor trabajo: "Las aguas bajan
turbias" (basada en el libro "El río oscuro", de Alfredo Varela).
En toda esa década dirigió otros filmes: "La Quintrala", "Mas
allá del olvido", "Una cita con la vida", "Las tierras
blancas", "Culpable", "Esta tierra es mía", etcétera,
que no alcanzaron el nivel y la repercusión de "Las aguas bajan turbias".
Con respecto a esta actividad de Hugo del Carril de
director, guionista o realizador, dice José Agustín Mahieu: «Hugo del Carril
parece, en general, una víctima del medio que lo ha formado, incapaz de
distinguir, por su incompleta formación cultural, los datos reales, no puede
tampoco expresar sus intuiciones, insuficientemente claras para si mismo. Por
eso su intención realista cae en la deformación melodramática o folletinesca.»("Breve
historia del cine argentino", de José Agustín Mahieu, Eudeba, 1966, pág. 44).
Claro, Mahieu es un crítico y especialista.
Sin embargo debemos aceptar que el gran público captó su intuición, su sensibilidad y su intención, y aplaudió sin retaceos su trabajo, como realizador, como director y como actor. Y este perfil de su multifacética actividad artística deja algo positivo. Al menos los dos trabajos nombrados primeramente.
Sin embargo debemos aceptar que el gran público captó su intuición, su sensibilidad y su intención, y aplaudió sin retaceos su trabajo, como realizador, como director y como actor. Y este perfil de su multifacética actividad artística deja algo positivo. Al menos los dos trabajos nombrados primeramente.
Sus convicciones políticas, que lo acercaron decididamente
al peronismo, le provocaron un enfrentamiento con muchos sectores artísticos
adversos a Perón, que por ese motivo le restaron importancia a su obra y lo
aislaron en el afecto y en la amistad, máxime cuando grabó la popular marcha "Los
muchachos peronistas", registro que con el tiempo quedaría como símbolo de
ese movimiento político. Después de 1955 vivió un tiempo en México, prácticamente
resistido en su patria y en lo que había sido su mundo del espectáculo.
Siguió cantando y siguió filmando en los años '60, pero los
tiempos del esplendor artístico habían pasado. Se presentó, aunque esporádicamente,
en algunas temporadas teatrales, en alguna película.
Encaró diversos negocios al margen del espectáculo, en los
que le fue mal, resintiéndose su situación económica, al punto de tener que
retomar su actividad de cantante; hizo algún trabajo en televisión, grabó discos,
pero sin el nivel de lo que había logrado en los años '40 y '50, aunque el público
le siguió dispensando su aplauso y su cariño.
Como cuando el jueves 6 de marzo de 1980, al debutar en Caño
14, debió cantar 57 minutos seguidos por imposición de un público enfervorizado.
Y otra inequívoca demostración de esa adhesión y afecto se
la reiteró Buenos Aires unos años después, cuando, invitado por la Secretaría
de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad, ofreció un ciclo de recitales de
canto en el Centro Cultural San Martín.
Hugo del Carril fue además un hombre de una corrección
ejemplar. Mientras dispuso de medios acudió en ayuda de cuanto colega lo
necesito. Y su palabra, su amistad y su consejo estuvieron siempre al lado de
los jóvenes, a quienes asistió con su experiencia y su solidaridad. Siempre
puso el gesto amistoso y cordial por sobre las diferencias que en algún momento
lo hirieron.
Esa hidalguía, unida a su simpatía y a su apostura (una
especial mezcla de porteñidad y criollismo), más sus condiciones artísticas,
contribuyeron para ratificar el adjetivo de ídolo popular que hemos elegido
para esta nota como un merecido homenaje a su digna trayectoria.
fuente: TODOTANGO
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