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Domingo Cura (*
Santiago del Estero, 7 de Abril de 1929 - † Buenos Aires, 13 de Noviembre de
2004) fue un músico y bombisto argentino, considerado como el percusionista más
destacado de la historia de la música folklórica de Argentina. Mantuvo una
estrecha relación artística con Ariel Ramírez, con Litto Nebbia, y con el
intérprete de armónica Víctor Hugo Díaz, quien además era su cuñado.(casado con su hermana Victoria Cura)
También
interpretó otros géneros, como el jazz, el bolero, la música caribeña (donde se
destacaba con el bongó) y el rock nacional de Argentina (en sociedad con Litto
Nebbia) .
Participó como
percusionista en varios álbumes históricos de la música popular argentina como
la Misa Criolla (1964), de Ariel Ramírez, Folklore en Nueva Dimensión (1964),
junto a Ariel Ramírez (piano) y Jaime Torres (charango), Cantata Sudamericana
(1972) con Mercedes Sosa, etc. También es antológica su interpretación de El
cóndor pasa, clásico peruano de Daniel Alomías Robles.
Fue asiduo
partícipe de una serie de reuniones de improvisación y experimentación
folklórica informal en casa de Eduardo Lagos, bautizadas humorísticamente por
Hugo Díaz como folkloréishons, que a la manera de las jam sessions del jazz,
solía reunír a Lagos, Astor Piazzolla y Díaz, con otros músicos como el propio
Cura, Oscar Cardozo Ocampo, Alfredo Remus y Oscar López Ruiz, entre otros.
En 1973, estuvo a
cargo del sonido en la película Hasta que se ponga el sol de 1973, donde
aparece tocando el sencillo Vamos negro, con Litto Nebbia, con quien mantuvo
una estrecha relación.
Murió de un paro
cardíaco en el escenario, mientras actuaba en el teatro Lola Membrives de la
ciudad de Buenos Aires.
Discografía
Solista
Tiempo de
percusión
Gloria
Al Dios de los
parches
La percusión en el
folclore argentino
¿?, con el
conjunto Santa Anita Sextet (RCA Víctor, ¿1950s?)
Folklore nueva
dimensión (1964), con Ariel Ramírez (piano) y Jaime Torres (charango)
Misa Criolla
(1964), de Ariel Ramírez
Cantata
Sudamericana (1972), de Ariel Ramírez y Félix Luna, con Mercedes Sosa
Despertemos en
América (1972), con Litto Nebbia
Octubre mes de
cambios (1972), con Roque Narvaja
Las aventuras de
Lito Nebbia y Domingo Cura (1990s)
Siempre Es Hoy
(2002),de Gustavo Cerati
fuente: WIKIPEDIA.
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ADIOS A DOMINGO CURA
Querido por todos
los géneros
El percusionista
falleció en medio de un recital.
Por Gabriel Plaza
De la Redacción
de LA NACION
Lunes 15 de noviembre de 2004
Domingo Cura
falleció anteanoche, durante una actuación en el recital de Chico Novarro. El
percusionista santiagueño, de 75 años, que estaba invitado al concierto en el
teatro Lola Membrives, sufrió un paro cardíaco cuando estaba a punto de tocar
el bongó. Había pasado media hora del comienzo del espectáculo. Con el telón
cerrado y mientras se le realizaban trabajos de reanimación, los productores
anunciaron la suspensión del show.
Los restos de
Domingo Cura serán inhumados hoy, a las 15, en el panteón de Sadaic del
cementerio de la Chacarita.
Posiblemente no
le hubiera gustado que su muerte lo pusiera en las tapas de los diarios, porque
nunca fue un músico estridente o exhibicionista, sino uno de los más sutiles
intérpretes de la percusión folklórica. Domingo Cura era el invitado del
recital de Chico Novarro. Poca gente podría relacionar al percusionista
santiagueño con el reconocido bolerista, pero Cura era así. El músico
santiagueño pertenecía a una raza de instrumentistas que proyectaron al
folklore a un espacio diferente, donde la improvisación y el encuentro con
otros ritmos se transformó en una costumbre natural.
Desde que vino a
Buenos Aires a los 18 años, junto al mítico armoniquista Hugo Díaz, nunca tuvo
prejuicio para mezclarse con otros géneros. De chico había aprendido algunos
"trucos" con una orquesta característica de su ciudad, donde había
tocado foxtrot, tango y jazz, aunque lo que más había influido en su forma de
tocar era el ritmo de los bombistos anónimos de su región: ese toque vital e intuitivo
se transformaría con el tiempo en la marca de su estilo interpretativo.
En la ajetreada
noche porteña de los años 50 se acercó a la música caribeña y experimentó con
el jazz; colaboró con artistas cubanos y figuras internacionales como Nat King
Cole, Lucho Gatica y el Trío Los Panchos; se sumó a las refinadas agrupaciones
de René Cospito y Eduardo Armani, y llegó a grabar su primer disco con el
conjunto Santa Anita Sextet para la RCA Víctor, donde tocaba el bongó.
No se olvidaba de
su origen como bombisto y seguía tocando folklore con su cuñado Hugo Díaz, pero
era requerido por orquestas de música tropical que circulaban por las boîtes
más conocidas del centro. En eso andaba cuando se encontró con el pianista
Ariel Ramírez y el charanguista Jaime Torres para grabar el disco
"Folklore nueva dimensión" (1961), que revolucionó el género en
cuanto a los arreglos y la interpretación de los instrumentos en la música de
raíz.
Poco después
llegaría su inserción en el proyecto de "Misa Criolla" (1964), que lo
lanzaría definitivamente como uno de los principales percusionistas del género;
y el trabajo junto a Mercedes Sosa en "Cantata Sudamericana", otra
pieza clave de Ramírez en la música nativa y en la vida de Cura.
Su utilización de
diferentes elementos de la percusión como tumbadoras, timbales y bongós sumados
al bombo legüero le dio otro sonido a su música. La popularidad alcanzada con
las giras europeas, lo transformaron en un músico de prestigio en el ámbito
nacional e internacional.
Pero Domingo Cura
no se conformó con su actividad folklórica. Llevado por ese espíritu intuitivo
siguió explorando en otros géneros y coqueteando con músicos de vanguardia como
Eduardo Lagos, Kelo Palacios, Astor Piazzolla, Milton Nascimento y el Gato
Barbieri, con el que llegó a tocar en el Central Park de Nueva York durante el
prestigioso festival Newport, con un set de ocho bombos que dejó con la boca
abierta a jazzeros como Gerry Mulligan.
Ya mimetizado con
las costumbres porteñas, Domingo Cura alternaba su movida agenda musical con
una variada rutina de entretenimiento. Le encantaba la noche con todos sus
atractivos: la charla de café, el hipódromo, los sábados de boxeo en el Luna
Park y las jam sessions, donde tocaba con músicos de diferentes estilos.
Pelajes rockeros
Ese espíritu
movedizo lo llevó a formar una inusual sociedad creativa con Lito Nebbia en los
efervescentes primeros años del rock nacional, durante la década del setenta.
Eran los tiempos de fusión con las raíces latinoamericanas y el autor de
"La balsa" encontró en Domingo Cura el único músico capaz de
interpretar el lenguaje rockero y aportarle timbres más folklóricos. El
resultado fue "Despertemos en América", de 1972, donde la percusión
de Cura es fundamental dentro de la atmósfera sonora. La cohesión del
folklorista con el rockero lo llevó a participar del primer festival BA Rock.
El recuerdo de ese encuentro memorable entre Cura y Nebbia -dos músicos de
estilos y generaciones diferentes- quedó plasmado en el tema "Vamos
negro", que puede verse en la película "Hasta que se ponga el
sol".
La amistad con
Nebbia daría con el tiempo otras reuniones informales e invitaciones para
grabar en discos de amigos como Roque Narvaja. El bombisto participó del
emblemático álbum "Octubre", una obra maldita con sonido
indoamericano que fue censurada por la Triple A. En los noventa, el ex integrante
de Los Gatos lo convocó para grabar un disco juntos llamado "Las aventuras
de Lito Nebbia y Domingo Cura".
Esa relación con
el rock se prolongó en el tiempo. En 2002, el percusionista colaboró en el
disco "Siempre es hoy", de Gustavo Cerati. "Grabar con él fue
excepcional -aseguró en su momento el ex Soda Stereo-. En el caso de «Sulky»
[el tema que grabaron juntos] tenía una base rítmica con un sampler de un
vinilo de los años 60 de Cura. Y me dije: «¿Por qué no llamarlo y reemplazar el
sampler por el original?» La energía que desplegó en el estudio me hizo
reescribir la letra. «Ser como piedras perfectas, imaginarnos de viejos...» Me
dejó la sensación de que la música no tiene edad."
A su labor como
sesionista de lujo o solista destacado fue sumando sus propios trabajos, entre
los que se cuentan los álbumes "Tiempo de percusión",
"Gloria", "El Dios de los parches" y "La percusión en
el folclore argentino". Domingo Cura estaba preparando un nuevo
espectáculo junto al pianista Oscar Alem, pero el latido del parche se detuvo,
como el de su corazón.
Por Gabriel Plaza
De la Redacción
de LA NACION
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Un hombre
sencillo y humilde
El músico
enriqueció la percusión con su versatilidad
Se nos ha ido
dando un postrero golpe. No de parche. Un golpe contundente, golpe final, de
despedida.
Domingo Cura,
ante todo un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra, como dijo Antonio
Machado. Hombre sencillo, humilde, respetuoso, cordial.
Domingo hizo del
golpe, es decir, de la percusión, del ritmo, un modelo. Y eso es preciso
rescatar en estos tiempos.
Domingo nunca
hizo alardes con su arte maravilloso, heredado de sus ancestros santiagueños.
Esa chacarera -tan maltratada, tan tergiversada, tan "caballito de
batalla" de peñas y reuniones de jolgorio- jamás fue asumida por Domingo
para empujarla con "efecto festivalero". La percusión, con él, cobró
otra dimensión. La dimensión hacia el meollo mismo del ritmo, hacia sus recovecos
menos pensados, hacia las sutilezas inesperadas, hacia la musicalidad. Como una
rúbrica mágica de las melodías y armonías. Domingo hizo de ese desplazamiento
rítmico llamado síncopa un arte superior. Su intuición profunda dejó de lado
todo lo obvio, como son las marcaciones de los "tiempos fuertes" del
compás. Pero todo enriquecido con breves toques, donde el silencio cobró nuevas
significaciones musicales; con repiqueteos apenas perceptibles. Pero también
supo de la contundencia, cuando arremetía a su "batería de parches",
para convertirse en una fiesta de la polirritmia.
Con bombos,
tumbadoras, bongós, guiros, redoblantes, platillos, maracas, claves, cencerros,
cajones, pandeiros se convirtió en un creador, para enriquecer los temas
rítmicos y los que no lo son. ¿Cómo acompañar ese clásico del altiplano como es
"El cóndor pasa"? Sólo Domingo pudo hacerlo, con toques diminutos,
como lo hizo con el llanto del yaraví. Y más allá, abarcar desde esa chacarera,
tan metida en su sangre, el carnavalito, el malambo, la zamba, la baguala, las
danzas árabes de sus lares atávicos, los más variados ritmos latinoamericanos
-incluyendo el bolero- y el jazz.
Desentrañar el
arte prodigioso de Domingo Cura debería ser la consigna de los nuevos
percusionistas. De él aprenderán siempre que los parches no son para el
estruendo, sino para alimentar las melodías y armonías del mundo.
René Vargas Vera
fuente: GUIA CULTURAL.COM
http://www.guiacultural.com/guia_tematica/musica/domingo_cura_fallecio.htm
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IMAGENES DE INTERNET DE DOMINGO CURA:
DOMINGO CURA, EL SEÑOR DE LOS BOMBOS.
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