La Mesa del Café - Folklore
publicado en TODOTANGO.
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homenaje en el Día de la Mujer.(2012)
Al ir formándose la rueda-y con permiso de los asistentes- voy a recordar a dos mujeres, en cuyas vivencias sintetizaré a todas aquellas mujeres que forjan y mantienen nuestra existencia..."
Por: rolandomoro 08/03/2012
*ANA MARIA*
Jovencita que un día con sus enormes
ojos Moros llenos de lágrimas, tuvo que partir junto a su madre desde su
Linares natal porque su papá había sido sepultado en una mina de carbón.
América, Argentina, tan lejanas, era su
rumbo final, pues de él jamás regresarían. Mástiles de barcos naufragados en El
Plata, fárrago de inmigrantes que pugnaban por las mejores tierras del mundo,
idiomas y costumbres distintas, olores y vestimentas distintas, asombraban y
llenaban de temor a aquella jovencita andaluza que se encomendaba a Dios,
recordando a su padre.
Otros amaneceres y otros barcos la
llevaron al Norte lejano, a tierras de montes esquivos, donde reinaba el verde
y el canto de las aves. Flores multicolores, lagunas ríos y esteros le contaban
de vidas nuevas, de horizontes por hacer, donde algún día los hijos
suplantarían al padre ausente y enjugarían sus lagrimas, pues ellas ya no
tendrían razón de ser.
Negro renegrido su pelo, piel de seda
muy blanca, aquella tarde quinceañera en la plaza central vio a aquel joven muy
alto, de intensos ojos azules que cruzó frente a ella... Sus enormes ojos moros
atesoraron esa imagen, pues el corazón le indicaba que su destino estaría
siempre ligado a él.
Muy jóvenes marcharon al campo, a
colonizar el agreste monte chaqueño, una tarea inmensa para tan joven mujer,
lejos de todo, muy cerca de la soledad. Fue enfermera, madre, aradora,
cultivadora, mujer de mil oficios, gigante de la vida y el trabajo.
Fueron ocho hijos y un nieto de la edad
de su hija menor, años de lucha y amor a destajo, sin claudicar jamás.
Maestra donde no había escuelas y
portera cuando su marido levantó la primera. Cuantos le deberán la vida por
asistirlos cuando en medio del monte sus tripas impresionaban al aire por
atropellada de un Alza Prima y ella las volvía a poner en su lugar, hasta poder
transportar al herido los 40 Km. que separaban de un médico, peones que se
enterraban los aceros por el alcohol en medio de los montes
Siendo ya hombre pregunté a Don Eden,
su marido. Abuelo, ¿es muy compañera la abuela?,una gran mujer me contestó el
viejo, me salvó la vida varias veces de las insolaciones, accidentes y todo
tipo de problemas, yo no sé de donde aprendió tantas cosas, si vino conmigo al
monte cuando solo tenía 15 años.
¡No vayan a la quinta a la siesta pues
están la Kabatá y les van a picar, cuidado con los toros que suelen saltar del
corral!
Abuela, léeme un cuentito antes de
dormir, abuela haceme dulce de guaviyú que me gusta.
ABUELA ME DUELE LA PANZA….¡¡CURAME
ABUELA!!
Chau ANA, fuiste una gran mujer de
trabajo.
Por: rolandomoro 08/03/2012
*BENITA*
Vida muy dura la de esta simple y
trabajadora mujer. Temple forjador que viene de de histórica cruza entre
altivos guaraníes y el león español.
Caudillos colorados los Toledo, matan
por azul y liberal a su marido. Dos hijos y una vaca para alimentarlos, sumado
a unos pocos pesos que pudo salvar del negocio pulperia, fueron todo su avío al
cruzar el Paraná rumbo al Chaco en busca de su hermano que era puestero de la
Condesa Alice Le Saige, quien junto a su hijo Rolando se había instalado en
campos de la zona.
Fueron varios años en que trabajo de
ama de llaves de dicha noble, hasta que un malón acabó con la vida de la
condesa. Un botero del salado lleva a Benita hasta un establecimiento donde
vivía una prima que atendía a un ganadero Lombardo, muy amigo de otro hombre
mayor, inmigrante de a misma zona de Lombardía y quien recomienda a Benita.
Llévala Moro, es una buena mujer,
trabajadora sin igual y va a atender tu casa muy bien, vos vivís solo y
necesitas compañera.
Luchas con el monte, por el anarquismo,
la música y el cooperativismo, encontraron en esa mujer correntina, bien
nativa, una compañera de fierro. Capaz de tomar una mancera o un arma de la
misma forma, siempre con temple de acero. Nacieron los hijos y cuando a
comienzos del veinte el viejo resolvió que ya estaba bien y partió, ella se
irguió frente a la vida para darles a sus hijos una instrucción que ella nunca
tuvo.
Estirpe de lucha y visión de un mundo
mejor, el día que sus hijos estaban asentados y de provecho a una sociedad
sana, también partió.
No llegue a disfrutar de ella, solo
guardo su retrato pintado, pero sé de su lucha inclaudicable por la educación,
respeto y su amado cooperativismo, siguiendo los caminos de su compañero que
había fundado la primer cooperativa algodonera de América.
Ahora Benita viendo tu retrato, te
guiño el ojo en agradecimiento por tu lucha y sufrimientos.
La Mesa del Café - Folklore
publicado en TODOTANGO.
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