Un día como hoy.... 11 de noviembre.... pero de 1930... nacía el cantor
ROBERTO ACHAVAL
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Semblanza de TINO DIEZ, publicada en la página webb TODOTANGO
11 de noviembre de 1930 – 27 de junio de 1996
Nombre verdadero: Oscar Aníbal Crudeli
Otros nombres artísticos: Carlos Millán, Alberto Randal
Apodo: Cacho
Paredón, tinta roja en el gris del ayer...», iba cantando a
media voz, alegremente, las partituras en una carpeta, rumbo a la clases de
canto y modulación. El colectivo que debía esperar no tardaría en llegar y se
dedicó a llenarse de esa tarde de sol, que Dios le regalaba, mientras se
frotaba el brazo porque sentía cierta molestia. Cuando el colectivo había
recorrido unas pocas cuadras, sintió que se descomponía. Momentos después,
ingresó en la sala de urgencias de un sanatorio, con escasas probabilidades de
sobrevivir y lo peor sucedió. Las autoridades no encontraron documentación que
pudiera identificarlo. Transcurrieron las horas y “La Negra”, su mujer, que
esperaba el regreso para la mateada que acostumbraban con las facturas que
traía Cacho, empezó a preocuparse por la demora. Llamó por teléfono y se enteró
que Cacho no había llegado a su clase semanal. Nuevas llamadas, infructuosas,
hasta la más terrible, la que nunca se espera. Había muerto.
Hijo de Alejandro y Josefa Scalesi, nació en Ingeniero
White, partido de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Estaba casado con
Juana Dodero, “La Negra”, con quien tenía dos hijos, Mirta y Leonel.
La vocación del canto le llegó desde pequeño integrando el
coro de la iglesia y a los cinco años, impulsado por su padre, comenzó el
estudio de violín con su tío Alibeo Crudeli. Con ese instrumento debutó en la
orquesta de Aníbal “Melón” Troncoso, con quien se presentó en reuniones
bailables tanto en “La Siempre Verde” como en “La Sociedad Italiana”, las salas
por excelencia de Ingeniero White.
Aprendió a tocar el bandoneón con Luis Bonnat, Aníbal Vitali
y Antonio Ríos. Pero cultivó simultánea y permanentemente su afición por el
canto.
Ingresó a la orquesta de Luis “Palito” Bonnat, como
violinista, hasta que en 1956, ante la ausencia de uno de los cantores, se
animó a reemplazarlo y, desde ese feliz momento, continuó como vocalista
dejando paulatinamente el arco y el violín. En 1967, interviene en el Festival
de La Falda. Su actuación, que obtuvo el segundo lugar, provocó el enojo de
Roberto Goyeneche, quien dijo: «¡Cacho era diez mil veces mejor que el que
ganó!».
Con su nombre real se inscribe, a instancias de su
representante Roberto Piraneo, en el concurso “Grandes valores del tango”, que
se emitía por Canal 9 de televisión. Dadas sus condiciones, obtiene un contrato
de tres años y es rebautizado: Roberto Achával (tal vez recordando el personaje
interpretado por Pedro Laxat, en la película “Fuera de la ley”, estrenada en
1937).
Se incorpora al programa “Tropicana Club”, que conducían Chico Novarro y
Marty Cosens. Allí obtuvo una aceptación total de la crítica y del público
tanto por la prestancia y recia voz, de hondo sentimiento interpretativo, como
por su sensibilidad para captar el gusto del pueblo y llegar con un mensaje de
amor, siempre sonriéndole a la suerte que no le fue esquiva.
Participó en las formaciones de: Osvaldo Piro, Omar Valente,
Baffa y Berlingieri, Osvaldo Tarantino, Roberto Pansera y Panchito Nolé, con
quienes dejó registros grabados. También fue acompañado por el piano de Lucio
Demare.
Y tiene la especial distinción de ser el último vocalista de Aníbal
Troilo, con quien, lamentablemente, nunca grabó. El mismo nos cuenta: «Estaba
todo listo para grabar, hasta los temas, “El pescante”, que Troilo nunca había
grabado y “Nobleza de arrabal”.
Después de un mes y pico de haber estrenado la
obra “Simplemente Pichuco”, en el Teatro Odeón, Troilo cometió la torpeza de
morirse. Así que al Gordo lo pude disfrutar muy poco».
Esta obra a la que se
refiere el cantor, tenía un elenco de importantes figuras: Juan Carlos Palma,
Alba Solís, Juan Carlos Copes, Horacio Ferrer y Edmundo Rivero.
Leonel, su hijo, recuerda como empezó su relación con
Pichuco. Era muy común que su padre fuera invitado a cantar en la orquesta como
invitado, cuando El Gordo advertía su presencia en alguno de los tantos lugares
donde tocaba. La primera invitación fue en un boliche, “El Bulín”, que estaba
en la calle Ayacucho. Ese local tuvo poca vida pero por allí pasaron muchos
artistas del tango. Sigue recordando Leonel, que su padre reflexionaba: «Para
mí que el Gordo me estaba probando, pero nunca se me pasó por la cabeza que
podría ser su cantor, fue como revivir la historia del “Sueño del pibe”. El
cantor que dice que no quiere cantar con Troilo, seguramente miente».
Admiradores comunes de Edmundo Rivero, coincidieron en el
Viejo Almacén compartiendo el buen tango, en interminables noches matizadas por
amigos, músicos, cantores y poetas que allí se reunían. A la distancia, Leonel
se sonríe cuando recuerda el día que Troilo llamó a su papá, y su mamá le dijo
que estaba durmiendo la siesta. «¡Qué lío!, cuando se enteró Cacho se puso
furioso. Menos mal que el Gordo, con esa inmensa sabiduría que da la calle y la
noche, lo volvió a llamar. Cuando comenzaron a ensayar, —continúa Leonel— sin
que nadie se enterara, “sotto voce”, Troilo le iba dando pautas para alcanzar
mayor realce a la interpretación. Ahí tuvo mi viejo la sensación, mezcla de
temor y de deslumbramiento, de haber llegado a los umbrales del conocimiento
como cantor de tangos».
Realizó giras que abarcaron varios países: Estados Unidos,
donde estuvo radicado más de dos años, Brasil, Colombia, Venezuela, Chile y
Uruguay. Paseó su voz y su estampa tanguera por 74 ciudades llegando inclusive
a Manaus, en medio del Amazonas con el show “Uma Noite em Buenos Aires”, junto
con el Sexteto Mayor y Raúl Lavié.
Además, realizó la cortina musical de la serie televisiva
“Malevo”, con el tango “Te llaman Malevo”, una telenovela que estuvo casi cinco
años en canal 9 y que protagonizaban Rodolfo Bebán y Gabriela Gilli. Actuó en
Chile junto a Roberto Pansera y también, en Uruguay, invitado por el cantor
Enrique Dumas, quien conducía un programa en canal 5 de Montevideo.
Cuando la muerte lo vino a buscar, estaba en la plenitud de
su carrera, actuando como invitado, en la Orquesta “Juan de Dios Filiberto”,
dirigida por Osvaldo Piro en el Teatro Nacional Cervantes, espectáculo que
transmitía el Canal 7.
Fue siempre el muchacho amable, el del saludo cordial, el de
la eterna sonrisa, la mano extendida y el corazón dispuesto. En el escenario,
en el bondi, en la calle, compartiendo una copa o un café, un partido de
fútbol, un encuentro de amigos o una reunión social, siempre siguió siendo el
pibe bueno que conocimos.
En el curso de un reportaje que le hizo Leonel, en LU2 Radio
Bahía Blanca, la incomparable Nelly Omar expresó: «¿Así que usted es el hijo de
Roberto Achával? Sinceramente un gran señor; no sólo en el escenario, sino
abajo donde es más difícil serlo».
Su amigo personal Marcelo Guaita, al
enterarse de su muerte, filosofó: «Su corazón era un cristal que al fin se
rompió».
fuente: TODOTANGO.
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