Sábado
de primavera.
Mañana
soleada. Parque Centenario.
Wonder
y yo, dispuestas a iniciar un nuevo paseo. Cada salida juntas es una aventura
placentera. Voy con alguien con quien me entiendo a la perfección. Wonder, mi
perra, es negra, brillosa, cuando era más joven parecía de terciopelo. Es
dócil, buena, acepta la presión de mi mano con la correa.
Llama
la atención. La gente la mira. Los chicos no se animan a tocarla, porque parece
brava, pero no. Es una cosa negra, toda dulzura.
Esa
mañana, como tantas, nos íbamos al parque, dispuestas a disfrutar de un
precioso día.
Al
llegar, no sé por qué, ni qué habrá visto, se me soltó y salió disparada como
una flecha. Yo, corriendo detrás de ella, sin poder alcanzarla.
De
repente logro verla: una masa negra saltando limpito por encima de un coche de
bebé que, menos mal, estaba vacío.
Siguió
con su carrera enloquecida e hizo caer a un chico que jugaba a la pelota. Sin
detenerse en su desenfreno, dejó enredada por sus pies a una viejita que caminaba
al sol.
Yo,
transpiraba, pensando qué les diría cuando me llegaran los justos reclamos y
vinieran todos en malón.
En eso, la protagonista de todos los entuertos, estaba a mi lado de nuevo.
En eso, la protagonista de todos los entuertos, estaba a mi lado de nuevo.
Bastó
con que me mirara con sus ojos mansos y tiernos y no necesité más.
Le
sonreí, la acaricié: las dos sabíamos que ya estábamos listas para una nueva
aventura.
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AMELIA REQUENA
ANTEOJOS NEGROS.
Editorial Hylas
Buenos Aires- 2007
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AMELIA REQUENA
ANTEOJOS NEGROS.
Editorial Hylas
Buenos Aires- 2007
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