BRILLOS
El teatro estaba lleno. Repleto. Otra vez esa emoción tan intensa. Otra
vez la adrenalina al tope. Otra vez el miedo que casi me paraliza.
Ya estoy lista. Acabo de dejar mi camarín. Debo salir a escena. Mis
plumas, mis brillos, mi maquillaje, mis piernas, mi voz privilegiada, dándome
por anticipado el sabor del éxito, que me encanta. Al salir a escena, me recibe
un aplauso estruendoso. Tan fuerte, tan intenso que me despierta.
Al principio no entiendo nada. Pero veo la pobreza monacal de mi celda,
y mi hábito gris, que me espera. Son las cinco. Debo levantarme. Empezaré el
día con mis oraciones e iré a cantar en el coro del convento.
Ésta es mi realidad.
Lo demás, sólo un sueño.
ANTEOJOS NEGROS.
AMELIA REQUENA.
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