Un día como hoy... 11 de noviembre....pero de 1910... nacía el violinista
RAUL KAPLÚN
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Biografía de JULIO NUDLER
publicada en la página webb TODOTANGO
Extraído del
libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", Editorial Sudamericana,
Buenos Aires 1998.
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VIOLINISTA, DIRECTOR, COMPOSITOR
Nombre real: Israel Kaflún
11 de noviembre de 1910 - 23 de enero de 1990
Se llamaba Israel
Kaflún y había nacido en Balvanera, en un inquilinato. Su padre, Leiser Kaflún,
venido de Besarabia, se ganaba pobremente la vida como vendedor ambulante de
gorras y sombreros, que llevaba en un gran cesto de mimbre. Clara Finkel, su
mujer, también era besárabe.
Los dos primeros
hijos de la pareja murieron de escarlatina. El tercero en llegar al mundo fue
Israel. Unos inquilinos negros, que ocupaban otra pieza del caserón, se
encariñaron con el chico, y a ellos se debió que su nombre cambiara por el de
Raúl. Les parecía que así lo llamaba Clara: «¡Srul! ¡Srul!», porque de esa
manera sonaba Israel en idisch.
Además de
enviarlo al "jeider" (escuela primaria judía) de la sinagoga de la
calle Paso, también lo mandaron a aprender violín con el maestro Marcos
Sadoski. Más tarde seguiría sus estudios musicales con José Fraga y por último
con el alemán y muy prestigioso Edmund Weigand.
Cuando estaba
terminando la primaria se presentó a un aviso del diario que pedía violinista.
Al llegar se halló con una cola de veinte aspirantes, todos bastante más
maduros que él. Pero lo escucharon tocar y se ganó el puesto, retribuido con
125 pesos mensuales. Así comenzó a acompañar películas mudas en los cines,
tocando piezas clásicas con un pequeño ensamble.
Su encuentro con
el tango ocurrió recién en 1926, cuando Julio Rosenberg le ofreció formar parte
de la banda de jazz del cine-teatro Astral, que se inauguraba en Corrientes
1639. Allí, en el palco de la típica estaba el sexteto de Miguel Caló, al que
pronto se integró. Del piano se encargaba Armando Baliotti, alias
"Escombrito", que fue uno de los más íntimos amigos de Kaplún. Con
Roberto Maida como cantor estrenaron "Esta noche me emborracho", de
Enrique Santos Discépolo. Tiempo después Caló partió hacia España con Cátulo
Castillo y Kaplún pasa al cuarteto que armó Baliotti, en el cine Moderno, de
San Juan y Boedo. Como el pequeño conjunto gustaba, el empresario decidió
transferirlo a su mejor sala, el cine Los Andes, también en Boedo, y proponer
que se ampliara a sexteto. Esto ya ocurría en 1928, cuando se acercaba la era
del cine sonoro, con su terrible amenaza de desempleo para los músicos, que
acabarían refugiándose en cafés y cabarets, y en la expansión de la radiofonía.
Su debut en el éter fue a través de Radio Prieto en el '28, pasando en los años
siguientes por diferentes estaciones.
Orquesta Raúl
Kaplún
El sexteto de
Baliotti llevó sus tangos al Salón Imperio, de Maipú y Lavalle. En 1931
volvieron al Los Andes, convertidos en la Típica Criolla Baliotti.
En 1932 y 1933
halló sitio en el Trío Puloil, que acompañaba a los participantes en un
concurso radial de vocalistas auspiciado por ese polvo limpiador e irradiado
por la onda de Splendid. Caló en el fuelle y el inspirado Luis Brighenti, autor
de "Ensueño", en el piano completaban el terceto. Aquel certamen
consagró a Hugo Gutiérrez como vencedor, y detrás de él a Andrés Falgás.
Entre tanto, Caló
rearmó su sexteto para actuar en el café El Nacional, con Kaplún y Pedro
Sapochnik como violines, Brighenti de pianista y la voz de Carlos Dante, que
aún no era el descollante cantor que sería con Alfredo De Angelis.
Kaplún volvió con
Baliotti cuando éste, en sociedad con Ginzo, estructuró una orquesta para el
certamen de tango que el diario Crítica celebró en el Luna Park y que ganó
"El mareo", de Julio De Caro.
En 1934 comenzó
Raúl una nueva decisiva etapa con Caló, que empezó a grabar en Odeón,
registrando doce discos hasta 1938, sin ningún instrumental. La orquesta
intervino en la película "La vida es un tango", estrenada en febrero
de 1939, en una de cuyas secuencias puede verse a Kaplún.
A lo largo de la
década del '30, tan crítica para la Argentina como para el tango, maduraban
músicos que, como Aníbal Troilo, Alfredo Gobbi, Osvaldo Pugliese, Pedro Laurenz
y Juan D'Arienzo, entre otros, iban abriendo el camino hacia el nuevo auge, que
despuntó años antes de 1940. Un nombre clave fue el del violinista Argentino
Liborio Galván, que hacia 1935 comenzó a escribir arreglos para unas pocas
orquestas, entre ellas la de Miguel Caló.
En el "Libro
del tango", Horacio Ferrer remarca la preferencia de Galván por la cuerda,
con una modalidad de «solos breves y variados, generosamente dibujados». Oscar
Zucchi refiere, sin embargo, que los músicos aseguraban que «lo escrito por ese
negrito esmirriado no se podía tocar». Gran parte de los ejecutantes no estaban
a la altura de lo que el tango empezaba a reclamar de ellos. Ésta fue,
precisamente, la oportunidad histórica que le permitió a Kaplún quedar
inscripto como el iniciador del virtuosismo violinístico en el tango.
José Gobello va
incluso más allá en su "Crónica general del tango". Al preguntarse
cuándo arrancó realmente el renacimiento tanguístico de 1940, lanza varias
hipótesis, y entre ellas ésta: «¿Por qué no en 1937, cuando Raúl Kaplún
ejecutó, en la orquesta de Miguel Caló, el primer arpegio lucubrado por
Argentino Galván?»
Según refiere
Luis Adolfo Sierra en "Historia de la orquesta típica", Galván
explotó las notables aptitudes técnicas de Kaplún, «escribiéndole los pasajes
solistas con dificultades tales que exigían al máximo su gran destreza
interpretativa.»
Al mismo conjunto
de Caló ingresó luego, como segundo violín, Enrique Mario Francini, quien
desarrolló el virtuosismo de Kaplún y lo llevó por un camino diferente hasta la
cumbre, mientras la orquesta sufría una extraordinaria transformación bajo la
influencia del pianista Osmar Maderna, que crearía el estilo diáfano que la
identificó.
Para Raúl,
admirador de Elvino Vardaro y de Alfredo Gobbi, había llegado el momento de
buscarse otro lugar. Lo halló en 1942 en la orquesta del pianista Lucio Demare,
que desde 1938 desenvolvía una modalidad que fundía marcación rítmica y
temperamento sentimental, a tono con las ansias de bailar y vivir o soñar
romances que palpitaban en el público. Contando con el talento del
bandoneonista y arreglador Máximo Mori.
Además de su
violín Kaplún le aportó a Demare algunos tangos por él compuestos, como
"Canción de rango", cantado por Roberto Arrieta en 1942, "Una
emoción", registrado en 1943 con Raúl Berón, ambos con letra de José María
Suñé. También prendió "Qué solo estoy", con letra del locutor Roberto
Miró, que Demare registró con Berón, así como Carlos Di Sarli con Alberto
Podestá, para constituir una frecuente pieza de repertorio en lo sucesivo.
Menos perduración
logró "Nos encontramos al pasar", nuevamente con Suñé, aunque se
trate de un tango de inusual valor. Además de la grabación por Demare con
Horacio Quintana en 1945, fue llevado al surco por Fiorentino con Astor
Piazzolla en un registro antológico. Kaplún acusó años después a Héctor
Stamponi de haber plagiado este tango para componer "Quedémonos
aquí". SADAIC comprobó que había seis compases coincidentes, pero Raúl se
abstuvo de querellarlo.
La primera obra
conocida de Kaplún fue el vals "Recordando a Musmé", con letra de
Manuel Ferradás Campos, editado en 1935. Otro de sus valses, compuesto en 1942,
fue "Nunca supe por qué", con versos de Luis Rubistein. Con Víctor
Lamanna escribió en 1952 el tango "Casa de Carriego", que cantó
Héctor Mauré.
Hasta abril de
1946 había compartido con Demare las presentaciones en Radio El Mundo, en el
Palermo Palace y en los cabarets Novelty y Casanova, además de las grabaciones
en Odeón. Cuando el autor de "Malena" decidió viajar a Cuba, Kaplún
se separó del conjunto para formar orquesta propia en junio de ese año, con el cantor
Horacio Quintana como carta de triunfo y confiando los arreglos a Julio Ceitlin
y, ocasionalmente, a Máximo Mori, quien a veces encabezaba la fila de
bandoneones, integrada por Juan Kusta y por los hermanos Jorge y Mario Luongo.
Otro bandoneonista fue el excéntrico e indisciplinado Ramón Acevedo, que se
hacía llamar Robert Brigg. Debutaron en el café El Nacional, para pasar luego
al Tango Bar y al Sans Souci, mientras actuaban por radio Belgrano, pero la
relación entre director y cantor no fue buena y el binomio se deshizo.
Recién llegaría
al disco en 1950, con lo que se perdieron aportes tan importantes como los de
Hugo Duval y Roberto Goyeneche en esa etapa inicial de su carrera, cantando
piezas como "Se lo conté al bandoneón", con la que debutó, o "Mi
tango triste". Con sólo dieciséis años de edad, el Polaco rindió su prueba
ante Kaplún en el cabaret Montecarlo cantando "Corrientes y
Esmeralda", y no dejó dudas. «A este pibe no me lo pierdo», pensó el
maestro y lo incorporó a la orquesta para actuar en radio y en el Ocean, un
dancing del Bajo. Después de cada actuación lo hacía dormir en un sofá hasta el
cierre, y entonces lo acompañaba hasta la parada del tranvía, como le había
prometido a la madre del muchachito. Hasta que una afección de garganta lo
apartó por un tiempo y fue reemplazado por Juan Carlos Jordán. Éste intervino
en el primer disco de los cuatro que Kaplún grabó para el sello TK, en una cara
"Audacia", de Hugo La Rocca y Celedonio Flores, y "Tierra
querida", de Julio De Caro, en una de las mejores entre las múltiples
versiones que tuvo este tango. Jordán poseía un rasgo muy personal: desafinaba
parejo. Si de entrada erraba medio tono en un tango, mantenía ese desvío de
modo constante. Esto podía suceder en cualquier momento, en el estrado de la confitería
Adlon, de Florida y Tucumán, o incluso saliendo al aire por Radio Belgrano o
Splendid. Entonces Kaplún se le acercaba para guiarlo, nota por nota, con su
violín, apartándose del arreglo.
Kaplún se había
casado en 1933 con Amelia Altman, de apenas 17 años. Durante las épocas de
mucho trabajo que sobrevinieron, Berta y Lidia, las dos hijas de los Kaplún,
lloraban desconsoladamente al sentirse abandonadas por el padre, casi siempre
ausente. Pero cuando regresaba les traía pizza de Las Cuartetas y helados de El
Vesubio, como para que todo le fuera perdonado. Tal vez incluía en ese perdón
aquel mundo de la noche, en el que sucedían cosas de las que nunca hablaba, que
se suponían prohibidas, indecentes, que la familia debía ignorar aunque se
diese por seguro que él atravesaba incontaminado todo aquello.
Extraído del libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1998.
fuente: TODOTANGO.
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Orquesta de Kaplún - Tierra querida
Orquesta de Kaplún - Tierrita..............................
Orquesta de Kaplún - Tierra querida
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