Un día como hoy... 8 de febrero... pero de 1785... nacía
MARTIN MIGUEL DE GÜEMES.
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Martín Miguel Juan de la Mata de Güemes Montero Goyechea y la Corte (n. 8 de febrero de 1785, ciudad de Salta - † 17 de junio de 1821, Cañada de la Horqueta, provincia de Salta) fue un militar argentino que cumplió una destacada actuación en la guerra de la independencia y en las guerras civiles argentinas. Durante seis años ejerció la gobernación de la provincia de Salta y con muy escasos recursos libró una casi constante guerra defensiva, conocida como Guerra Gaucha, que mantuvo al resto del territorio argentino libre de invasiones realistas.
Cursó sus estudios primarios en su ciudad natal, alternando
la enseñanza formal con el aprendizaje de las labores campesinas en la finca
donde vivía con su familia. A los 14 años se enroló en el Regimiento Fijo de
Infantería, cuyo cuartel central estaba en Buenos Aires pero tenía un batallón
en Salta a raíz de la rebelión de Túpac Amaru II desde 1781.
En 1805 fue enviado con su regimiento a Buenos Aires, ya que
el virrey Sobremonte temía un ataque inglés. Éste se produjo al año siguiente,
iniciando las invasiones inglesas, participando Güemes en la Reconquista de
Buenos Aires. Al año siguiente participó también de la Defensa de la ciudad y
protagonizó una curiosa hazaña: al ver que un barco inglés había encallado por
una bajante repentina del río, dirigió una carga de caballería y lo abordó. Fue
una de las muy pocas veces en la historia que un buque de guerra fue capturado
por una partida de caballería.
En 1808 sufrió una enfermedad en la garganta, de la que
surgió una seria deficiencia al hablar, una pronunciación gangosa de las
palabras, que causaba la burla de sus compañeros. Todo indica que sufrió las
complicaciones que suelen acompañar a la hemofilia, enfermedad que hasta ese
momento no era conocida, y que dificulta mucho la cicatrización de las heridas
externas e internas. Logró su traslado a Salta.
Primera Campaña al Alto Perú
Después de la Revolución de Mayo de 1810 la Primera Junta
envió la Primera expedición auxiliadora al Alto Perú. Güemes, como integrante
del Ejército del Norte, fue puesto al mando de un escuadrón gaucho en la
Quebrada de Humahuaca (Jujuy) y en los valles de Tarija y Lípez, impidiendo la
comunicación entre los contrarrevolucionarios y los realistas altoperuanos. En
la batalla de Suipacha, librada el 7 de noviembre de 1810 y que fue el único
triunfo de las armas patriotas durante esta primera expedición, la
participación del capitán Güemes fue decisiva.
Permaneció en la zona de la Quebrada hasta después de la
derrota de los ejércitos de las provincias "de abajo" en la Batalla
de Huaqui, el 19 de junio de 1811 y prestó su ayuda a los derrotados que huían;
allí comenzó su famosa guerra de recursos, con la que posiblemente retrasó el
avance de partidas realistas antes de la llegada del ejército principal, que
mandaba el general Pío Tristán.
Con su colaboración, el general Juan Martín de Pueyrredón
logró atravesar la selva oranense y salvar los caudales de la Ceca de Potosí,
que estaba en poder de los realistas.
Güemes, siguiendo órdenes de Eustoquio Díaz Vélez, el 18 de
enero de 1812 recuperó Tarija para los patriotas. La ciudad había caído en
poder de los partidarios del virrey del Perú José Fernando de Abascal. Díaz
Vélez le mandó reintegrarse al ejército -lo cual realizó- llevándose con él 300
hombres, 500 fusiles y dos cañones. Los revolucionarios fueron obligados a
retirarse a San Salvador de Jujuy debido al avance de las tropas realistas
numéricamente superiores que comandaba José Manuel de Goyeneche.
Cuando el general Manuel Belgrano asumió el mando del
Ejército del Norte e inició la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú
ordenó su traslado por indisciplina, causada por un lío de polleras de otro
oficial. Permaneció en Buenos Aires, agregado al Estado Mayor General.
Inicio de la Guerra Gaucha
Al conocerse en Buenos Aires el desastre patriota de la
batalla de Ayohuma, Güemes fue ascendido a teniente coronel y enviado al norte,
como jefe de las fuerzas de caballería de José de San Martín, nuevo comandante
del Ejército del Norte. En esta Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú se
hizo cargo de la vanguardia del ejército reemplazando en ese puesto a Manuel
Dorrego, otro oficial brillante que había sido desterrado por problemas de
disciplina.
Se presentó en Salta como el protector de los pobres y el
más decidido partidario de la revolución. Pero aun así, no logró nuevos aportes
de recursos de parte de los sectores adinerados. Contó con su hermana María
Magdalena "Macacha" Güemes como una de sus principales colaboradores.
San Martín le encomendó el mando de la avanzada del río
Pasaje (o río Juramento, porque en sus márgenes el general Belgrano había hecho
jurar obediencia al gobierno de Buenos Aires, la Asamblea del Año XIII, y a la
Bandera Nacional). Poco después, asumía también el mando de las partidas que
operaban en el Valle de Lerma en el que está situada la ciudad de Salta. De
este modo iniciaba la Guerra Gaucha, ayudado por otros caudillejos, como Luis
Burela, Saravia, José Ignacio Gorriti o Pablo Latorre. Ésta fue una larga serie
de enfrentamientos casi diarios, apenas cortos tiroteos seguidos de retiradas.
En esas condiciones, unas fuerzas poco disciplinadas y mal equipadas pero
apoyadas por la población podían hacer mucho daño a un ejército regular de
invasión.
Con sus tropas formadas por gauchos del campo, rechazó el
avance del general Joaquín de la Pezuela y posibilitó el inicio de un nuevo
avance hacia el Alto Perú. Bajo el mando del general José Rondeau tuvo un papel
destacado en la victoria de batalla de Puesto del Marqués. Pero, indignado por
el desprecio que mostraba éste por sus fuerzas y por la indisciplina del
ejército, se retiró del frente hacia Jujuy. Daba por descontada la derrota del
Ejército del Norte en esas condiciones y, en ese caso, necesitaría a sus
hombres. Al pasar por Jujuy se adueñó del armamento de reserva del ejército; al
enterarse, Rondeau -que era también el Director Supremo de las Provincias
Unidas del Río de la Plata- lo declaró traidor.
Monumento al Héroe Gaucho.
La vuelta de Güemes a Salta se debía, además de motivaciones militares, también a razones políticas, que se sumaban a sus propias aspiraciones al poder, ya que deseaba desplazar al partido conservador del gobierno salteño.
La noticia de la caída del Director Supremo de las
Provincias Unidas del Río de la Plata Carlos María de Alvear le quitó autoridad
al gobernador intendente Hilarión de la Quintana. Por otra parte, Quintana no
estaba en Salta, sino que había acompañado a Rondeau -que había sido nombrado
Director Supremo, aunque reemplazado interinamente por un sustituto- en su
avance hacia el Alto Perú.
Cuando llegó a Salta, el pueblo salió a la calle y pidió al
cabildo el nombramiento de un gobernador, sin participación del Directorio.
Además de ser el único candidato a la vista, Güemes tenía a su favor la
presencia de su hermano, el doctor Juan Manuel Güemes, como uno de los miembros
del cabildo para ese año. Éste eligió a Martín Miguel de Güemes con el título
de Gobernador Intendente de Salta, jurisdicción integrada entonces por las
ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, San Ramón de la Nueva Orán y varios distritos
de campaña. Era la primera vez que las autoridades de Salta eran elegidas por
los propios salteños desde 1810 lo que significó la autonomía de Salta en
franca desobediencia a la autoridad del Directorio.
Pero el Cabildo de Jujuy no lo reconoció como gobernador.
Frente a esta negativa y aduciendo la amenaza de un ataque realista sobre la
ciudad, avanzó con sus tropas hasta Jujuy, con lo que presionó a sus habitantes
y de esta forma logró hacer que el cabildo lo aceptara. De todos modos, el
teniente de gobernador local, Mariano de Gordaliza no podía ser considerado un
subordinado complaciente de Güemes.
Dos semanas después de asumir el gobierno, Güemes contrajo
matrimonio con Carmen Puch, miembro de una acaudalada familia con intereses en
Rosario de la Frontera.
Poco después de su llegada al poder y de saber la reacción
negativa de Rondeau, llegó a Tucumán una fuerza desde Buenos Aires que iba en
apoyo del Ejército del Norte, al mando de Domingo French. Pero como éste tenía
instrucciones de derrocar a Güemes al pasar por Salta, le negó el paso hasta
que lo hubo reconocido como gobernador. Pero ya era tarde: cuando llegaron a
Humahuaca, se enteraron de la derrota de las fuerzas patriotas comandadas por
Rondeau en la Batalla de Sipe Sipe, el 29 de noviembre de 1815. Este nuevo
triunfo de los realistas significó la pérdida definitiva del Alto Perú debido a
las ambiciones personales de Rondeau y de Güemes.
Rondeau, enfurecido con Güemes por la revolución en Salta y
por haberle impedido llegar refuerzos, retrocedió a Jujuy. Con apoyo del
teniente de gobernador Gordaliza, se trasladó hasta Salta y ocupó la ciudad.
Pero en seguida se vio rodeado por las guerrillas gauchas y tuvo que capitular,
firmando con Güemes un Tratado en Cerrillos, reconociéndolo como gobernador y
encargándole la defensa de la frontera. Poco después, Rondeau era reemplazado
por Belgrano en el Ejército del Norte, y por Pueyrredón en el Directorio. Pero
no habría más expediciones al Alto Perú.
Entonces las milicias gauchas al mando del salteño pasaron a
desempeñarse como ejército en operaciones continuas.
Gauchos de Güemes.Las invasiones realistas
Güemes y sus gauchos detuvieron otras seis poderosas
invasiones al mando de destacados jefes españoles. La primera fue la del
experimentado mariscal José de la Serna e Hinojosa, el cual, al mando de 5.500
veteranos de guerra, partió de Lima asegurando que con ellos recuperaría Buenos
Aires para España. Después de derrotar y ejecutar a los coroneles Manuel
Ascensio Padilla e Ignacio Warnes, ocupó Tarija, Jujuy y Salta y los pueblos de
Cerrillos y Rosario de Lerma. Pero Güemes lo dejó incomunicado con sus bases ocupando
Humahuaca, venció a uno de sus regimientos en San Pedrito y dejó sin víveres la
capital de la provincia. De la Serna tuvo que retirarse, hostigado todo el
tiempo por las partidas gauchas.
Meses después, el general Pedro de Olañeta, enemigo acérrimo
del salteño, volvió al ataque y capturó al más importante de los segundos de
Güemes, el general Juan José Feliciano Alejo Fernández Campero, popularmente
conocido como el Marqués de Yavi, jefe de la defensa de la Puna. Pero no pudo
pasar más allá de Jujuy.
Hubo una nueva invasión en 1818, dirigida por Olañeta y
Valdés, y otra más en 1819, mandada por Olañeta.
La más importante fue la que mandó el segundo de De la
Serna, general Juan Ramírez Orozco que en junio de 1820 avanzó con 6.500
hombres. En todas éstas obligó a su enemigo a retroceder después de haber
tomado Salta y Jujuy.
Si bien la estructura militar de entonces no contemplaba un
Estado Mayor, en la práctica Güemes contaba con cuadros superiores organizados,
entre los que se encontraban Fernández Campero; el coronel Francisco Pérez de
Uriondo, responsable militar de Tarija; el coronel Manuel Arias, a cargo de
Orán y el coronel José María Pérez de Urdininea, proveniente de las filas del
Ejército del Norte, en Humahuaca. En el valle de Jujuy estuvieron los coroneles
Domingo Arenas en Perico y el teniente coronel Eustaquio Medina, a cargo del
río Negro. Más movilidad tenían otros jefes, como José Ignacio Gorriti, Pablo
Latorre o José Antonio Rojas. El frente de combate a su cargo tenía una
extensión de más de setecientos kilómetros, desde Volcán hasta más allá de San
Ramón de la Nueva Orán, y se conoció como Línea del Pasaje.
Toda la población participaba en la lucha: como guerreros
los hombres, como espías o mensajeros las mujeres, los niños y los ancianos.
Las emboscadas se repetían en las avanzadas de las fuerzas de ataque, pero más
aún en la retaguardia y en las vías de aprovisionamiento. Cuando los realistas
se acercaban a un pueblo o una hacienda, los habitantes huían con todos los
víveres, el ganado, cualquier cosa que pudiese ser útil al enemigo. Por
supuesto que esta clase de lucha arruinó la economía salteña, pero nadie se
quejaba, al menos en las clases populares. Jamás obtuvo apoyo alguno del
gobierno del Directorio; y la ayuda que le prestó el Ejército del Norte fue muy
limitada.
El papel de Güemes en el conjunto era el de organizar la
estrategia general y financiarla. Pero tenía un detalle curioso: sus hombres se
hubieran hecho matar por él, pero él mismo nunca entraba en combate; nunca se lo
reprocharon ni le exigieron que los acompañara. Por eso sus enemigos y los
historiadores del siglo XIX lo acusaron de cobarde. No era cobarde: era
hemofílico. Cualquier herida le hubiera causado la muerte; de hecho, una herida
sin importancia le causaría la muerte.
El último año de Güemes
Güemes había conversado con San Martín sobre las ideas de
atacar Perú desde Chile. Pero San Martín necesitaba tener las espaldas
cubiertas, con fuerzas activas en la frontera norte de Salta, para mantener
ocupados los ejércitos realistas muy lejos de Lima. La persona más indicada
para dirigir esas operaciones era Güemes, y San Martín lo nombró General en
Jefe del Ejército de Observación. El salteño estaba continuamente informado
sobre los movimientos de San Martín en la campaña del Pacífico, y cuando éste desembarcó
en la costa peruana, decidió avanzar hacia el Alto Perú.
Pero ya no podía contar con el Ejército del Norte, del que
sólo quedaba una pequeña división al mando del coronel Alejandro Heredia (que
estaba a órdenes de Güemes), y algunas armas en Tucumán. Pero éstas estaban en
poder del gobernador Bernabé Aráoz, que las estaba usando para tratar de volver
a la provincia de Santiago del Estero a la obediencia a su gobierno.
A principios de 1821, el gobernador de Santiago, Juan Felipe
Ibarra, pidió auxilio a Güemes, y éste invadió Tucumán, más para apoderarse de
las armas que necesitaba que por solidaridad. Pero el ejército salteño, al
mando de Heredia (tucumano), fue derrotado por el tucumano al mando de Arias
(que era salteño, extraña coincidencia).
El cabildo de Salta, formado por las clases altas de la
ciudad, cansadas de pagar las contribuciones forzosas que exigía Güemes,
aprovechando la ausencia del caudillo, lo acusó de “tirano” y lo declaró
depuesto. Muchos de sus miembros se habían puesto de acuerdo con el general
Olañeta para entregarle la ciudad. Güemes regresó sin prisa, ocupó
pacíficamente la ciudad, y perdonó a los revolucionarios. Ésa fue la llamada
"Revolución del Comercio"; aunque fracasada, dio inicio a un partido
de oposición, conocido como "Patria Nueva", en oposición a la
"Patria Vieja", es decir, al partido de Güemes.
Pero no todo había terminado: Olañeta ya estaba en camino, y
mandó al coronel “Barbarucho” Valdez por un camino desierto de la Puna, guiado
por miembros de la familia realista Archondo. El 6 de junio, Valdez ocupó la
ciudad de Salta, y al salir a combatirlo, Güemes fue herido por una bala.
Siguió a caballo hasta una hacienda a dos leguas de la ciudad. Pero su herida
—como cualquier herida profunda de un hemofílico— nunca cicatrizó.
Murió diez días después, el 17 de junio de 1821, a los 36
años de edad. En el momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, cerca de
la ciudad de Salta, yacía a la intemperie, en un catre improvisado por el
Capitán de Gauchos Mateo Ríos. Fue el único general argentino caído en acción
de guerra exterior.
Monumento a Güemes en la ciudad de Salta.
La gloria póstuma
Apenas unas semanas después de su muerte, sus hombres obligaron al ejército español a evacuar Salta; la guerra gaucha seguía funcionando. Fue la última invasión realista al norte argentino, con lo que Güemes, aunque no llegó a verlo, finalmente venció a sus enemigos. Estratégicamente, la actuación de Güemes en la guerra de la Independencia argentina fue crucial: sin su desesperada resistencia, no hubiera sido posible defender el norte del país después de tres derrotas, ni hubieran sido posibles las campañas de San Martín. Bajo su mando, las ciudades de Salta y Jujuy y su campaña defendieron al resto de la Argentina sin ayuda exterior.
Sin embargo, en Buenos Aires no era visto así: la noticia de
su muerte fue publicada bajo el título "Ya tenemos un cacique menos";
el artículo que lo anunciaba demostraba más alivio por la muerte de un enemigo
ideológico que pesar por la pérdida de la ciudad de Salta en manos realistas.
Durante la mayor parte del siglo XIX, tanto en Salta como en
el resto de la Argentina, la figura de Güemes fue interpretada solamente como
la de un caudillo que había soliviantado a las masas campesinas contra las
clases altas de la sociedad; esta "falta" era apenas disminuida por
el patriotismo demostrado a lo largo de su carrera militar. Sólo a principios
del siglo XX, esa imagen comenzó a cambiar, a través de su más conocido
biógrafo, Bernardo Frías, que presentó la vida de un jefe militar y político
patriótico y desinteresado, capaz de movilizar a la masas en contra del
enemigo, aunque no intentó librarse de la visión elitista de la sociedad, que
mostraba poco aprecio por sus gauchos. Sólo a partir de ese momento, Güemes
comenzó a aparecer como el esforzado y heroico jefe de la frontera norte, héroe
absoluto de la provincia de Salta.
Su gesta militar fue recordada por el escritor Leopoldo
Lugones como la Guerra Gaucha, nombre con que se la conoce desde entonces. Una
de sus biografías más extensas es la de Atilio Cornejo, que sigue la línea
tradicional, así como la monumental obra "Güemes documentado", de su
descendiente Luis Güemes, en 13 tomos.
En el último tercio del siglo XX, comenzó también a verse a
Güemes como un protector de los pobres de su provincia, coincidiendo con
estudios similares respecto de los caudillos federales. Solamente a principios
del siglo XXI comenzaron a ser estudiadas en profundidad las características
políticas de su gobierno, la estructura de lealtades en que se apoyaba y las
razones de sus enemigos internos.
A princpios del siglo XXI, una agrupación política utiliza
el nombre de Güemes como patronímico.
Sus restos descansan en el Panteón de las Glorias del Norte
de la República, ubicado en la Catedral Basílica de Salta
fuente: WIKIPEDIA.
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