Tango 1924
Música: Cátulo Castillo
Letra: José González Castillo
Al paso tardo de un pobre viejo
puebla de notas el arrabal,
con un concierto de vidrios rotos,
el organito crepuscular.
Dándole vueltas a la manija
un hombre rengo marcha detrás
mientras la dura pata de palo
marca del tango el compás.
En las notas de esa musiquita
hay no sé qué de vaga sensaciónque el barrio parece
impregnarse todo de emoción.
Y es porque son tantos los recuerdos
que a su paso despertando va
que llena las almas con un gran deseo de llorar.
Y al triste son
de esa su canciónsigue el organito lerdo
como sembrando a su paso
más pesar en el recuerdo,
más calor en el ocaso.
Y allá se va
de su tango al son
como buscando la noche
que apagará su canción.
Cuentan las viejas que todo saben
y que el pianito junta a charlarque aquel viejito tuvo una hija
que era la gloria del arrabal.
Cuentan que el rengo era su novio
y que en el corte no tavo igual...
Supo con ella, y en las milongas,
con aquel tango reinar.
Pero vino un día un forastero,
bailarín, buen mozo y peleadorque en una milonga
compañera y pierna le quitó.
Desde entonces es que padre y novio
van buscando por el arrabal
la ingrata muchacha
al compás de aquel tango fatal.
ALBERTO MARINO
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