FERNANDO TELL.
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Semblanza de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO.
BANDONEONISTA, COMPOSITOR,
22 de enero de 1921 – 29 de marzo de 1995
Nombre completo: Fernando Vicente Tell
Una noche, cuando se desarrollaba una emisión más de mi
programa “Siempre el Tango”, por la entonces Radio Municipal, uno de los
muchachos encargados del informativo me dejó en la mesa un cable de último
momento de la agencia de noticias Télam, que transcribo textualmente:
«Urgente. Fecha: 29 de marzo de 1995. Suicidio. Se quitó la
vida, el músico Fernando Tell, quien en la década del ’40, integró la orquesta
de Aníbal Troilo, se mató clavándose una puñalada en el cuello, según
informaron fuentes policiales. Tell, de 74 años, fue hallado sin vida por sus
vecinos, en el interior de su vivienda ubicada en Entre Ríos 3572, en la zona
sur de Rosario. Fue un destacado bandoneonista que integró, también, las
orquestas de Piazzolla, Fresedo y Antonio Rodio. “Vamos, vamos zaino viejo”,
fue uno de los temas más conocidos de Tell, que en los años ‘50 fue grabado por
Troilo con la voz de Ángel Cárdenas. En 1960, viajó a Japón y se convirtió en
uno de los primeros argentinos que llevó el tango a ese país. Allí vivió tres
años e integró importantes orquestas participando, además, en una grabación de
la orquesta Típica Tokio. El cadáver de Tell fue derivado al Instituto Médico
Legal donde se le practicó la autopsia correspondiente. Por razones de
jurisdicción, las actuaciones sumariales...», etc.
Fernando Tell y el bandoneonista rosarino Carlos Quilici
El difusor radicado en Rosario, Gerardo Quilici, sobrino del
recordado violinista y amigo Nito Farace, escribió sobre él: «Hombre prudente,
recatado, con un signo de timidez que se destacaba en su manera de expresarse y
sonreír. Tuvo una infancia campesina en una ciudad rural (María Susana,
Provincia de Santa Fe) y fue un tío suyo, el peluquero del pueblo y músico,
quien lo inició en el aprendizaje del bandoneón, cuando tenía sólo nueve años.
A los catorce, y en base a sus ahorros, producto de su propio trabajo, pudo
adquirir su primer instrumento. A los dieciséis, el reconocido director
rosarino José Sala actúa en su pueblo y, es entonces, que le hacen escuchar al
pibe del fuelle. Queda tan conforme que le promete trabajo en la ciudad grande,
Rosario. Dos meses más tarde, recibe un telegrama y se marcha para comenzar en
la profesión».
Integró el conjunto de José Sala, pero también, el de su
hermano Domingo y, cuando comienza la década del ´40, decidió probar suerte en
Buenos Aires.
Su primer trabajo en nuestra ciudad y, durante tres meses,
fue en la orquesta de Miguel Padula, luego otros tres meses con Edgardo Donato.
En 1944, fue el primer bandoneón de Antonio Rodio y, un año mas tarde, se
incorporó al conjunto de Astor Piazzolla, que acompañaba a Francisco
Fiorentino, en su nueva condición de solista. Luego, se integró a la orquesta
Francini-Pontier, esto fue entre 1947 y 1948.
Después vendrá su etapa decisiva con Aníbal Troilo, con
quien permaneció hasta 1959, año en el que intentó una experiencia comercial
que resultó muy breve. Retornó al tango, esta vez, en la formación de Osvaldo
Fresedo.
En 1960, se relacionó con una periodista japonesa y, a raíz
de esa circunstancia, viaja al Japón. Allí permaneció tres años recorriendo
varias ciudades. Su aceptación es tan importante que realiza ochenta
grabaciones y además, se dedica a la docencia perfeccionando la técnica de sus
colegas.
Cuando regresa, tiene diversos trabajos y vuelve a Troilo
con quien permanece hasta aquel fatídico 18 de mayo de 1975, cuando, como dijo
un poeta: «al bandoneón se le cayó Pichuco de las manos».
Como compositor su primer tango fue dedicado a su padre:
“Don Ángel”, también le pertenecen: “Del campo y la ciudad”, dedicado a su
madre, una milonga que llevó al disco la orquesta de Carlos Figari; “Mientras
caía el telón”, registrado por el cantor Aldo Calderón con su orquesta dirigida
por Ismael Spitalnik; “La huella”, estilo que grabó Edmundo Rivero; “Añoranzas”
y, también un gato, “Regalón”, más varios temas creados durante su estadía en
Japón, que grabó en tres discos larga duración para el sello King Records.
Vaya este breve recuerdo, para un excelente músico que fue,
sin duda alguna, un distinguido embajador de nuestro tango en el lejano Japón.
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