Un día como hoy...31 de enero...pero de 1915...nacía
ANTONIO D’ALESSANDRO.
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ANTONIO D’ALESSANDRO.
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ANTONIO D'ALESSANDRO ME CUENTA SU HISTORIA
Entrevista de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO
31 de enero de
1915 - 29 de junio de 2000
En varias
ocasiones concurrí a la casa de este músico porteño que estuvo 23 años junto a
Francisco Canaro. Allí, me ofrecía largas charlas sobre su trayectoria con el
maestro. Sus palabras demostraban la admiración y el afecto que le tuvo.
Hombre más que
correcto, delicado, cultivado, de hablar bajito y cordial, estaba empeñado en
dejar su testimonio.
«Estudié en el
conservatorio de León Fontova, fue en 1926. Más adelante tomé lecciones con
Gilardo Gilardi y otros muy buenos maestros. Tenía 13 años cuando debuté, como
tantos otros, en un cine de barrio, en este caso El Sena de la Avenida San
Martín 3078. Era la época del cine mudo y en los intervalos actuaba la orquesta
de Ángel Well. Estuve un breve tiempo de “practicante”, así se decía, pero
pronto ascendí a segundo violín y luego a primero.
«Después,
formamos un trío con mi hermano Nicolás y un pianista, Luis Volpini y tocamos
por primera vez en Radio del Pueblo. Luego el trío se transformó en orquesta y
llegamos a presentarnos en cinco emisoras al mismo tiempo, pero fuimos un
conjunto de segundo plano. Le pusimos Orquesta Majestic y hacíamos tango y jazz
en los bailes.
«Un día se me
ocurrió organizar un baile con la participación de nuestra orquesta pero
además, como atractivo, llevar a alguien importante, y lo conseguí a Francisco
Canaro. Fue en el Club Tucumán, de Quilmes. Allí lo conocí y nos hicimos
amigos. Un día me pidió que integrara su orquesta en forma transitoria, cosa de
una semana, acepté y me quedé 23 años. Fue en enero de 1941. El falleció el 14
de diciembre de 1964 y su última aparición fue en Montevideo en el estadio
cubierto de Peñarol, sólo catorce días antes. El final se presentía y ese día
viajamos para acompañarlo Oscar Sabino (pianista), Octavio Scaglione
(violinista) y yo.
Nicolás
D'Alessandro
«Siguiendo con
nuestra orquesta. Pasó a llevar el nombre de Nicolás u orquesta D’Alessandro,
también hacíamos jazz, como siempre, en este caso yo la dirigía, y tenía otro
nombre, era la Jazz Pájaro Azul. Llegamos a hacer veintidós bailes por mes, y
acompañamos a buena cantidad de cancionistas de renombre.
«Estuve breve
tiempo en la orquesta de Pedro Maffia, allí estaba entonces Elvino Vardaro.
También, una etapa con Edgardo Donato, buen tipo, de un humor muy particular.
En la orquesta con Nicolás estuvo Carlos Dante de cantor, yo le hacía las
orquestaciones para que pudiera expresarse con comodidad, porque muchas veces
se le da al vocalista algo en lo que no se siente cómodo. Las grabaciones que
hicimos con él no fueron de estudio sino sacadas de actuaciones en vivo.
También cantaron con nosotros Carlos Acuña y Abel San Martín. Y al comienzo un
muchacho Arturo Novoa, parecido a Oscar Alonso.
«En 1960, Vicente
Salerno violinista de Ricardo Tanturi me llama para hacer un cambio, sólo una
noche. Pocos días después, Canaro me llamó para decirme que Tanturi me
necesitaba para reforzarse y que me permitía esas actuaciones siempre que le
respetara a él los horarios, era la época que estaban como vocalistas Horacio
Roca y Alberto Guzmán. Así lo hice durante seis años. Fuera de Canaro también
actué, entre 1961 y 1967, en la Orquesta Estable de Radio Excelsior, el
director era José Rosa, el mismo que supo dirigir la Orquesta Filiberto a la
cual me llevó mientras estuvo a su cargo.
«Mi libro “Yo fui
a Japón con Canaro”, en realidad fue un diario pormenorizado que llevé durante
esa gira, una forma de recordar a un hombre que sólo hizo bien a la gente. Los
muchachos se burlaban de mi afán, decían que eso no servía para nada, era un
gusto mío, pero les sirvió a ellos cuando años después se tuvieron que jubilar
y el secretario solamente les pudo dar documentación de las actuaciones en
radio y teatro, nada más. Recuerdo a Minotto Di Cicco, Piscotto y el
clarinetista Merico, acercarse mansitos a mí y yo les di el detalle de esa gira
y de otras, que figuraban en el diario.
«Canaro hizo mucho
por el tango, lo sacó de los arrabales para llevarlo el centro y luego a París,
a Norteamérica y a Japón. Fue el único que se animó a sacar dinero de su
bolsillo en 1919, para intentar comedias musicales en el teatro, fue en el
Variedades de Constitución. Ya a partir de 1932 estaba bien organizado y
presentaba casi una por año.
«Me aburrí de
escuchar que Canaro compraba la mayoría de sus composiciones, que no le
pertenecían. ¡Cuánto lo vilipendiaron! Yo fui testigo como, en cualquier
momento sacaba un cuaderno Iistonio donde apuntaba una idea musical que se le
ocurría repentinamente y, que luego, iba completando. Y casi me atrevo a
decirle que eso sucedía hasta un par de veces al día. Canaro fue un hombre
diferente, cuando se llega de la nada, de la miseria, al punto que llegó él en
cuanto a popularidad, nacen los detractores, los envidiosos.
Antonio D'Alessandro
«Incluso el apodo
de Kaiser que le endilgaron —dicen que sus propios hermanos—, por lo
cascarrabias, por lo mandón, no era así. Mandaba, claro, y tenía su carácter,
pero era todo cáscara. Y le voy a dar un ejemplo:
«En 1951, Canaro
había comprado una casa en noventa y cinco mil pesos, una parte fue en hipoteca
por la que debía pagar una cuota muy alta. Yo lo desconocía y un día lo fui a
ver, porque yo quería también comprarme una y necesitaba veinte mil pesos.
Cuando se lo dije quedó unos instantes en silencio y me respondió: “Es mucha
plata... pero venga a verme a mi casa". Y allí fui a Tagle 2872. Pasamos a
un cuarto y enseguida se dirigió a una caja de hierro, grande, de ella volvió
con los fajos de billetes. “Aquí tiene”. Le pregunté que firmaba y me dijo:
“Nada, con su palabra me basta, y dígale a Ernesto —era su secretario y
administrador— que le vaya descontando mensualmente lo que gana conmigo".
Esto, lo hizo también con Oscar Sabino, con Oscar Bassil, con Alberto Arenas,
con Guillermo Rico. Quien así actúa no puede tener un cocodrilo en el bolsillo
como decían por alrededor.
«Era un hombre
recto y muy profesional. Una vez tocábamos en un club de la avenida Vélez
Sarsfield, recién había incorporado a Ricardo Pedevilla, buen muchacho. En esa
oportunidad este llegó acompañado por una mujer con la cual, en los intervalos,
bajaba a la pista y bailaba de una manera muy ostentosa, muy milonguera, como
para llamar la atención. Pirincho lo vio y lo llamó: “Mire, el público no viene
a verme a mí o al cantor solamente, también a cada componente de la orquesta,
todos somos parte del espectáculo, usted debe mantenerse serio, no debe bajar a
bailar”. Pedevilla le contestó que en los momentos de descanso hacía lo que
quería y siguió bailando. Al otro día le llegó el telegrama de despido con la
indemnización correspondiente.
«Le cuento algo
simpático, fue cuando estaba con la estable de Radio Excelsior, lo vi a Walter
Ríos, muy joven, que no se desprendía de su bandoneón y lo acariciaba
continuamente en los momentos de descanso. Me acerqué y le dije que hiciera
como el resto de nosotros, que lo dejara en el asiento o arriba del piano y
viniera a charlar. No, de ninguna manera, me explicó: “Estaba tocando en un
café y en una de esas se aparece Aníbal Troilo con otro señor. La gente
aplaudió y enseguida comenzaron a pedirle que tocara algo, aceptó y justo se
dirigió hacia mí, me pidió el instrumento e hizo un par de piezas. Cuando
terminó, al devolvérmelo me dijo: “Pibe, como hacés para tocar con esto. Mirá,
mandalo a arreglar que yo te presto uno mío”. Al otro día, de mañana se me
aparece un tipo, con un fueye de Pichuco: “Aquí tiene, ¡cuidelo!” Y eso es lo
que estoy haciendo".
«En 1966, formé
un conjunto "Tangos a la parrilla", por supuesto tal como estaban en
la partitura, sin arreglos, con Armando Lacava (piano), Domingo Scapola
(bandoneón), Ariel Pedernera (contrabajo) y yo con mi hijo Mario, de 16 años
(violines). Hicimos Radio Belgrano y varios locales. En 1970, formamos el
primer Quinteto Pirincho, en homenaje al maestro, con Bassil, Pedernera y
Sabino. Grabamos y estuvimos juntos hasta 1980. Por entonces actué dos años con
la orquesta de Osvaldo Piro e hice varios cambios en el quinteto de cámara de
Antonio Agri.
«Aunque usted no
lo crea yo soy admirador de Ástor Piazzolla, él ha llevado la palabra tango a
todo el mundo. Los tangos antiguos nos gustan a los mayores, nos trae recuerdos
de una época vivida, pero la vida es también hoy y mañana y aquellos que se
agrupan pensando en el mañana, yo los aplaudo. Cuando tuve por unos años
programas de radio, lo difundí mucho a Piazzolla y me dijeron cada barbaridad.
Uno por teléfono vociferaba: “¿Cómo un músico de Canaro puede emitir a
Piazzolla?”.
«Canaro le tomó
un gran aprecio a Mariano Mores, a tal punto que cuando se retiró de la
orquesta quedó mal de ánimo y disminuyó su ritmo de trabajo, fue cuando me la
vi mal y acepté un trabajo en la administración pública. Me fue bien, entré
como auxiliar de sexta haciendo fichitas y me jubilé de gerente general con mil
empleados a mi cargo. Fue en la Obra Social del Ministerio de Salud y Acción
Social.
«Mariano era
simpático, gracioso y de hacer chistes permanentemente, somos muy amigos y
apadrinó a uno de mis hijos. Él fue un aporte para Canaro en lo personal, pero
la orquesta no cambió cuando se fue. Luis Riccardi, el antecesor de Mores, fue
otra cosa. Fue el puntal más importante que tuvo Canaro durante años. Fue el
que plasmaba en el pentagrama las ideas y ocurrencias del maestro.
Guitarristas, Néstor Pinsón, el cantor Alberto Bardi, Antonio
D'Alessandro y el locutor Hugo
Fassina (Radio Municipal)
«¿Algo sobre los
cantores?... cuando llegué a la orquesta estaba Ernesto Famá, siempre recibido
con entusiasmo, era muy pulcro, hasta que no terminaba de actuar, nunca se
sentaba para no arrugarse el pantalón. Alberto Arenas tiene lo suyo, su éxito
fue "Adiós pampa mía" y era un problema para él, porque siempre
entraba mal y se ponía muy nervioso. El tango tiene un libitum de 14 tonos y
allí comenzaba, pero no había caso. Hasta que Minotto encontró la solución. Que
se pusiera 14 botones o piedritas o monedas en la mano metida en un bolsillo y
fuera contando los tonos soltando cada objeto hasta terminarlos. Empezó a
entrar a tiempo, pero los muchachos un día le sacaron dos botones y otro día
cinco y no hubo caso, nunca pudo entrar en el momento justo.
«Tuve bastante
actividad gremial, pero no viene al caso. Compuse varios temas que fueron
grabados. Los primeros a los 15 años: "Vieja brava" y "En un
sueño tus labios besé", ambos registrados por el Trío Pampeano, con
Caldarella, Masobrio y un guitarrista. También, "Que risa con Doña
Luisa", una ranchera que grabaron varios conjuntos. Canaro llevó al disco:
"Vieja carreta" con Eduardo Adrián, "Dónde está lo que
soñé", "Se llama Dolores", los dos con Carlos Roldán, "Paz
en mi tierra", que se incluyó en una obra teatral. Otros títulos fueron:
"Pagá vos después arreglamos", con letra de Juan Velich, "Cuando
no existas más", "Negro carbón", "A Don Pirincho
Canaro" y recuerdo "Un tango para bailar", una frase habitual en
él cuando en las actuaciones con público decía: “Ahora unos tangos para
escuchar” y, luego de varios temas, “Y ahora unos tangos para bailar”. A partir
de mi tango y sin que lo supiera, un día arrancamos con él, le gustó y a partir
de ese momento se tocó a continuación de su anuncio.».
fuente: TODOTANGO.
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fuente: TODOTANGO.
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