EDUARDO CORTTI.
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CON EDUARDO CORTI Y SUS RECUERDOS (1998)
Nota de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO.
BANDONEONISTA, COMPOSITOR
26 de enero de 1930 - 3 de noviembre de 2000
Nombre completo: Eduardo Idélico Cortti26 de enero de 1930 - 3 de noviembre de 2000
Apodo: El Chino
Eduardo Cortti
Mi encuentro con Fulvio Salamanca fue curioso. Yo bajaba del micro que nos traía a los muchachos de la orquesta de Miguel Nijenshon -éramos un desprendimiento del conjunto de Miguel Caló- y al mismo tiempo Fulvio bajaba de otro micro que traía a los músicos de Juan D’Arienzo de otro baile.
Mi encuentro con Fulvio Salamanca fue curioso. Yo bajaba del micro que nos traía a los muchachos de la orquesta de Miguel Nijenshon -éramos un desprendimiento del conjunto de Miguel Caló- y al mismo tiempo Fulvio bajaba de otro micro que traía a los músicos de Juan D’Arienzo de otro baile.
«Me vio, nos saludamos y fuimos a tomar algo porque me
quería hablar. “Te doy una primicia —me dijo— me voy de la orquesta, ni
D’Arienzo lo sabe, quiero largarme solo y vos me venís muy bien. Además para
que me propongas algunos nombres porque realmente no conozco tanto el ambiente,
trabajar con Juan es terrible, vivo aislado, tanto es el trabajo que tenemos”.
«Así ocurrió. Aceptó los bandoneonistas que nombré, fueron
Adolfo Gómez, Maggiolo, Julio Esbrez. Y también, le sugerí un violinista,
Aquiles Aguilar, compañero mío en ese momento y antes con Caló. Cuando unos
días más tarde se lo comunicamos, él era para primer violín, tuvo la nobleza de
responder: “¿Y qué les parece si de primero lo traigo a Elvino Vardaro?”, ¡un
gran gesto! Ante nuestra sorpresa Vardaro aceptó. Permaneció algo menos de un
año ya que se fue a radicar a Córdoba.
«Vardaro era un niño, pero un niño delicado, muy educado, de
trato suave y además como un padre tratando de evitar que los más jóvenes y
medio vagos, corrigiéramos actitudes, pillerías propias de la edad.
«Cuando el contrabajista Ítalo Veza nos dejó para viajar a
Rusia, lo reemplazó Rafael del Bagno. Estábamos en una gira por Mendoza, cuando
un lunes que era el día de descanso, Rafael se quiso tomar toda la producción
de vino. Compartía la pieza en el hotel con Vardaro y como no aparecía su
indignación era grande, como un padre o un hermano mayor. Ya de noche lo
trajeron hecho un adefesio, lo encontraron en una acequia. Con la ropa rota, le
faltaba su dentadura postiza. Cuando Elvino lo vio se puso a llorar, ya no era
un padre, era una madre. Esa sensibilidad era habitual en él.
«En la orquesta nunca hizo notar su experiencia ni el gran
reconocimiento que desde años atrás músicos y público le manifestaban. Si daba
una indicación, era como si tuviera miedo de ofender.
«Nijensohn ensayaba mucho. Dedicaba mucho tiempo a la
marcación de los bandoneones, algo particular, el marcado puede ser picado,
arrastrado como Carlos Di Sarli o stacatto como D’Arienzo, pero aquí se nos
dijo de un doble marcatto, musicalmente hablando. Una doble apoyatura cuando se
hacía el cuatro. Y esto llevó su tiempo. Él no quería hacer algo parecido al
estilo D’Arienzo. Llegamos a grabar y aún estaba en gestación, digamos en un
cincuenta por ciento. Se la consideraba una orquesta afiatada pero aún sin la
identidad pretendida por Fulvio.
«El azar tuvo mucho que ver en el estilo. Una noche cenando
en la casa del cantor Jorge Garré, donde también estaba Armando Guerrico, que
en una de esas se puso a cantar bajito un tema. Me llamó la atención y le
pregunté qué era, "Un tango, se titula “Adiós corazón”, no sé dónde lo
escuché". Eso tiene olor a éxito Gordo. Lo tiene que escuchar Fulvio. Así
ocurrió, lo escuchó y le gustó y nos pusimos a averiguar quienes eran los
autores, en SADAIC no estaba registrado. Pero a Fulvio se le ocurrió llamar al
Uruguay donde tenía un montón de amigos y la pegó, era de Lalo Echegoncelay y
Héctor Sapelli. Habló con ellos y aceptaron. Mandaron la partitura, Fulvio hizo
el arreglo y encontró lo que buscaba. Porque le dio el “toque” con los violines
cuando indicó que tocaran agudísimo al unísono. Se le ocurrió en el arreglo. En
éste tango y en otros posteriores la orquesta era reconocida de inmediato por
este acierto. Fue un gran éxito.
Orquesta Fulvio Salamanca
«Ha sido una orquesta que aún añoro, además por el notable
distanciamiento que los gobernantes de turno, tan injustamente castigaron a
Fulvio solamente por ser de una idea política opuesta a la de los militares. Lo
marginaron de la peor manera.
«La orquesta debutó en el Club Glorias Argentinas, en 1957.
Con presentación del locutor Antonio Carrizo y apoyo de muchos músicos y
amigos. Osvaldo Pugliese y Francisco Canaro, entre ellos. Aunque al tango en
general ya lo iban retaceando, aún permanecían muchos admiradores tangueros.
«Otro hito para nosotros fue el debut en Radio Splendid.
Nuevamente con apoyo de músicos y actores. Permanecimos unos años allí. Más
adelante pasamos a Radio El Mundo, inclusive en el famoso espacio diario El
Glostora Tango Club.
«Estuve en la orquesta hasta 1962, luego de una gira de un
mes y medio con otros artistas, me desvinculé.
«De esta etapa con Fulvio recuerdo una anécdota: teníamos
una gira a Chile con todo firmado y una fecha determinada. Al mismo tiempo, un
compromiso con el sello Philips para registrar un larga duración. A un día y
medio de partir, los directivos del sello nos piden adelantar el trabajo,
entonces nos restaban unas pocas horas antes de la partida. Lo hicimos,
quedamos exhaustos y con sueño, pero salió bien. Entre los registros estaban
“El remate”, “La revancha”, “Pelele” y otros con la voz de Armando Guerrico que
había metido el éxito “Adiós corazón” y también “Bomboncito”, “Hasta siempre
amor” y otros más de la línea sentimental.
«Este cantor fue una de las causas de la contratación.
Cuando del estudio fue a su casa a buscar las valijas, chocó con el auto y se
rompió una pierna. Nos comunicamos con quien nos contrató y luego de las
lamentaciones nos dijo que igual se debía viajar. El otro cantor de la orquesta
era Luis Correa, con un timbre de voz distinto, era el encargado de los tangos
fuertes. El asunto que Luis subió su registro, llegó a los tonos de Guerrico y
el público quedó conforme. Se cumplió.
«Para Fulvio mi respeto y admiración. Aún en la actualidad
su calidad permanece intacta. Colegas suyos no han dejado de decir que sus
solos de piano son una belleza, diabólicos dijo alguno. Por su limpieza y
calidad de sonido, por su técnica.
«En la línea melódica admiro a Roberto Ray, piedra
fundamental de la orquesta de Osvaldo Fresedo. Pero luego, pienso que Guerrico
no ha sido superado, por su calidad de voz, su afinación, su ternura, la forma
de interpretar. Hay muchas voces, de más volumen, muy interesantes, pero en su
línea me quedó con él. No trascendió como merecía. Era y es muy importante la
respuesta del público y del mundo femenino y él no tenía la pinta de un galán.
Era gordito, con lindo porte igual, pero no hacía suspirar y cuando hablaba con
ellas salía a relucir su carácter, era muy santurrón, lo cargábamos diciéndole
que repartiera estampitas, cuando salíamos a comer era un problema porque un
asado ni a palos, era vegetariano. En definitiva, Armando era aburrido. Pero de
carácter muy dulce, distinto a unos cuantos reos que conocí en el
ambiente.
ambiente.
«Antes de todo lo hasta aquí contado, integré un tiempo, la orquesta de Rodolfo Biagi y luego, la de mi gran amigo y vecino de Parque Chacabuco, Eduardo Rovira, que había tomado la dirección de la orquesta de Alberto Castillo, allá por 1950.
«De mi obra se destaca “¿Qué te pasa Buenos Aires?”. Te
cuento su nacimiento. Fue una noche de 1954 y estábamos parados en la puerta
del glorioso Café Nacional, junto al teatro. Se iba a cerrar y con él se iba
uno de los últimos, o el último, reducto tanguero de los tantos que supo haber
en la calle Corrientes. En ese tiempo trabajaba con Miguel Caló y allí me
acompañaban Miguel Auteri, primer violín de ese conjunto, un muchacho rosarino
y Juan José Correia, luego el autor de la letra. Estaba repleto de gente, en
ese momento cantaba Alberto Marino y uno de ellos al ver el éxito de público y
que tantos locales tangueros ahora eran pizzerías, se dio vuelta mirando hacia
el obelisco y levantando las manos le preguntó: “¿Qué te pasa Buenos Aires?”.
Yo enseguida les dije, muchachos aquí hay un tango, eso es un tango.
«Lo compuse y Correia escribió la letra a la que después él
mismo le introdujo unos cambios a pedido. Lo estrenó Ángel Mayo con un quinteto
que yo dirigía, en una boite de la calle Maipú casi Córdoba. Pablo Melfi
—hermano de Mario en el contrabajo—, José Stilman —en violín—, José Polato —en
bandoneón junto a mí—, un rosarino radicado muchos años en Méjico y Carlos
Parodi en el piano. Mayo lo estrenó, con la letra primitiva. Tanto Libertad
Lamarque como también Miguel Montero solicitaron los cambios. En la segunda
parte de la letra Correia escribió: “¿Quién cometió la herejía / de cambiar por
pizzerías / donde el tango se acunó”. Y en la parte final: “No me hagan pasar
calor / porque esto es un papelón”. Cuando lo graba Pugliese con Montero ya la
letra es la corregida a disgusto nuestro. Era una realidad pero hubo que
cambiar. Lo grabaron también Alfredo Belusi, Jorge Caldara con Carlos Montalvo,
Gloria Díaz, Salamanca con Jorge Garré y muchos otros. El tema sobrepasó mi
nombre, me conocieron más.
«No fui un compositor dedicado, otro título mío fue, “Con
voz rebelde”, letra de Carlos Alberto Zein, lo registró Pugliese con Belusi y
una segunda versión con Abel Córdoba. Otro: “Ya dice papá” con letra de Juan
José Correia, lo llevó al disco Montero con la orquesta de José Libertella,
también Salamanca con Luis Correa. Otro: “Por todo, gracias Japón”, lo compuse
cuando regresé de ese país con el conjunto de José Basso. Lo grabé con mi
orquesta y la voz de Carlos Montalvo.
«Uno que no llegó al disco pero lo tenía Pugliese en su
repertorio: “No es hora para más”, lo cantaba María Graña, la letra es de Jorge
Moreira. Ganó un premio en el festival de Baradero en la década del 70.
«Con mi Cuarteto Estilo Tango, integrado por los hermanos
Jorge y Juan Carlos Cordone en guitarra y guitarrón, con el contrabajo de Omar
Murtagh y la voz del Alberto “Chino” Hidalgo, registramos para Music Hall una
serie de temas —salieron en un cassette—, entre ellos, “Dame tu tango bandoneón”,
que compuse en colaboración con Oscar Fuscaldo. Son 12 temas, seis cantados.
«Más tarde, tuve un terrible accidente en la avenida General
Paz cuando fui atropellado por un auto, cambiando un neumático de mi coche.
Muchos huesos rotos de la cintura para abajo, piernas, pelvis, ¡un desastre! En
estas duras circunstancias quiero destacar a un colega que me vino a visitar
todos los días a la clínica, me refiero a Ismael Spitalnik.
«Reaparezco a mediados de 1984, con un cuarteto: Armando
Lacava (piano), Julio Rodolfo Piazza (contrabajo) —luego cantor con Fulvio— y
Jorge Nimo (guitarra), el cantor era Ricardo “Chiqui” Pereyra.»
Y transcurrimos la tarde, filosofando de la vida y
coincidiendo sobre las dificultades del tango en nuestros días. Después, nos
despedimos con un abrazo y cada cual a cumplir con lo suyo, él con su fueye yo
con mi consultorio. El Chino Cortti fue un gran maestro, un artista íntegro y
talentoso, de los muchos que nos dio el tango y que hoy, con sus propias
palabras, rescatamos del injusto olvido.
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