EL TELAR DEL SOL
Urdimbre de los siglos,
unas terrosas manos tejen
hilo por hilo
la vida permanente,
las guardas, los colores
de totales crepúsculos
y el milagro rocío
del día adolescente.
Hace quinientos años
el asombro fue mutuo:
¡Dí con el paraíso!,
escribió el Almirante
en su nao de niebla.
No supo, ni en la muerte,
que chocó con Andinia.
El oro encegueció
la búsqueda de Especias
y comenzó la muerte
su lóbrega tarea,
la conquista, el incendio
de las depredaciones,
pero el telar urdía
la vida que no cesa.
De Las Casas clamó
junto al padre Victoria.
Umbrosos capitanes
clavaron la Encomienda.
Desde la España clara
llegó la España negra.
El telar, tinto en sangre,
siguió con su tarea.
de su último libro: LOS TELARES DEL SOL
editado luego de su fallecimiento.
de su último libro: LOS TELARES DEL SOL
editado luego de su fallecimiento.
http://www.tejadagomez.com.ar/
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FRAGMENTO FINAL
ARMANDO TEJADA GOMEZ
Estar.
Permanecer.
Vertical.
Estar para el amor, simplemente,
creando
el camino del hombre que estamos aguardando.
Me pierdo por los besos,
la canción,
los abrazos:
las brújulas brillantes, universales,
blancas.
Llamo desde mis hombros las grandes resonancias
con un vaso de vida chorreándome las manos.
Nunca más de rodillas,
nunca más a pedazos,
nunca más a la muerte
sin haber respirado.
Nunca más como topos,
nunca más acosados.
El hombre por sí mismo
hasta él mismo lanzado,
hasta su envergadura,
hasta el hombre soñado.
Nunca más a las armas,
nunca más al soldado.
Proyectarse hasta el otro,
hasta el mejor logrado.
Búscate por tu rostro,
lávate con mi canto.
Estoy en la esperanza.
Despertarás conmigo.
Con un pan y una estrella,
alumbrando los siglos.
(de su primer libro PACHAMAMA)
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El vino triste
(Armando Tejada Gómez - Amaury Pérez)
Ese hombre que entra al bar,
sin sombra que le ladre,
ese que pisa y pasa sin rostro
y sin señales.
Pide su trago solo,
de espaldas a la calle,
bebe su trago solo,
inmóvil, devorándose.
Paga, piensa otro trago
sin gastar ni una frase
y luego se va solo,
hacia la noche y nadie.
Ese tipo va herido,
ese tipo va herido,
y la muerte lo sabe.
(1978)
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CANCION DE LEJOS
Armando Tejada Gómez
César Isella
Me voy, amor.
Si soy motivo para el olvido
decime adiós, decímelo;
que la paloma de tu pañuelo
me diga no, me diga adiós.
Me dices no,
pero tus ojos se van conmigo
por donde voy; huellita soy
que va y que vuelve como dos veces
del río a mí, del cielo a vos.
Qué sencillo modo
tuvo el cariño entre vos y yo:
tan sólo un pañuelo adonde el cielo
se me olvidó, se te olvidó.
Humito azul
que sube y sube desde la leña
quemándose, quemándome
como la luna que con tu ausencia
me sale a ver: quemándome.
Ausente soy,
como paloma herida en un ala
penando estoy. Me suelen ver
a medio vuelo de tu pañuelo
buscándote, buscándome...
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