VICTOR LAVALLEN.
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Semblanza de NESTOR PINSON
Semblanza de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO.
BANDONEONISTA,
COMPOSITOR, DIRECTOR, ARREGLADOR18 de diciembre de 1935
Nació en Rosario,
provincia de Santa Fe. Debieron pasar algo más de cincuenta años para que
decidiera dejar de ser “un muchacho de la orquesta”, ocupando un lugar en la
línea de bandoneones. En varias oportunidades declaró ser persona de bajo
perfil, quizás el ideal para ser invitado por algunos directores como refuerzo
para las grabaciones o, como ocurre en la actualidad, ser el director de la
Orquesta Escuela Emilio Balcarce, o bien director de la Orquesta de la
Municipalidad de Lomas de Zamora (ciudad colindante a la ciudad de Buenos
Aires).
Qué mejor para
los muchachos que tenerlo a él como maestro. Pero este tanguero no comenzó con
la mirada puesta en el “fueye” sino en la trompeta y, sus oídos, en el jazz.
Por suerte cerca suyo, rondaba un tío bandoneonista que trabajaba en orquestas
rosarinas, Héctor Chera, hermano de su padre Luis (director de orquesta), quien
no sólo lo entusiasmó con el instrumento sino que le enseñó y lo fue formando.
Con muy poca
experiencia se largó a Buenos Aires con no más de catorce años y, en el
Picadilly, aquel local que estaba en el subsuelo de la calle Corrientes casi
Paraná, consigue ingresar en una agrupación pequeña llamada “Los Serrano”, a
cargo de un señor Eduardo Serrano que lo despidió al poco tiempo.
Más adelante fue
a estudiar, durante largos meses, con Eladio Blanco, músico de Juan D’Arienzo.
Ya con mejor respuesta, volvió a la orquesta de Serrano y permaneció a su lado
un par de años. Durante aquel tiempo de estudio alternó en la agrupación de
Antonio Arcieri —violinista decareano que falleció poco después, el 5 de mayo
de 1952—, y en la de Lorenzo Barbero.
Desde 1951 hasta
1954, estuvo con Miguel Caló, que incluyó una recordada gira por tierra
brasileña y también grabaciones. Es digna de elogio su participación en varios
discos, entre los que podemos citar a “En fa menor” (de Roberto Caló) y “El
chamuyo” (de Francisco Canaro).
Sin obedecer un
orden cronológico, es importante citar su tránsito por las orquestas de Ángel
Domínguez, Miguel Nijensohn, Enrique Francini y Joaquín Do Reyes. Fue primer
bandoneón del pianista Juan José Paz cuando acompañó a Elsa Rivas, en su
plenitud como cancionista; también ocupó ese lugar con Atilio Stampone e
integró la formación que acompañaba a Armando Laborde y Alberto Echagüe, en el
breve lapso que estuvieron fuera de la orquesta de D’Arienzo.
Hubo otros
trabajos hasta que llegó el momento de su consagración definitiva cuando, en
1958, ingresó a las filas de Osvaldo Pugliese, para integrar la inolvidable
línea de bandoneones junto a Osvaldo Ruggiero, Julián Plaza, Ismael Spitalnik y
Arturo Penón.
Fueron diez años
de músico y arreglador, inmerso totalmente en el estilo y el espíritu del
maestro. Alguna vez me comentó que Pugliese insistía a sus músicos que
intentaran componer y hacer sus arreglos, a fin que la orquesta no resultara
monótona. Era una forma de que, sin perder su particular secuencia rítmica,
pudiera escucharse algo nuevo. Y así fue. Cada uno aportó lo suyo, y es posible
que esa haya sido la causa por la que don Osvaldo siguiera tan vigente hasta su
fallecimiento.
En cuanto a esta
modalidad impuesta por Pugliese a sus muchachos respecto a los arreglos, Víctor
me contó que generó algunos pequeños disturbios: «Como todos opinaban, ocurrían
discusiones fuertes, varios tenían su trabajo hecho y no lo podíamos escuchar
porque dos o tres decían que el que corría era el de Emilio Balcarce o el de
Penón, por ejemplo, y uno que había hecho el suyo se quedaba con bronca. Ahora
si yo con mi orquesta tuviera mucho trabajo me gustaría que los músicos
compusieran y arreglaran porque así se irían formando». Y más adelante agregó:
«hoy las orquestas se acabaron, de las que llevan años en la lucha están la de
Leopoldo Federico y Rodolfo Mederos y alguna otra reciente, pero se trabaja
poco, o son contratados para eventos especiales o para el turismo, no hay campo
de acción y el baile, que sí funciona, se arregla con discos».
Volviendo al
repaso de su trayectoria, llegamos al año 1968. Pugliese estaba enfermo y había
otras cuestiones. Alguno de sus muchachos comenzaron a reunirse para tocar como
sexteto y, en poco tiempo, sobrevino la retirada definitiva. Así nació el Sexteto
Tango.
Ruggiero y
Lavallén (bandoneones), Emilio Balcarce y Oscar Herrero (violines), Alcides
Rossi (contrabajo), Julián Plaza (piano) —al que llegó después de tantos años
portando el bandoneón— y el cantor Jorge Maciel.
Estuvo 19 años
consecutivos con el sexteto, hasta que decidió retirarse. A partir de ese
momento, participó en dos formaciones: la Orquesta Municipal del Tango entonces
dirigida por Carlos García y Raúl Garello y la Orquesta Color Tango junto a
Roberto Álvarez (bandoneón), Carlos Piccione y Fernando Rodríguez (violines),
Amílcar Tolosa (contrabajo), Roberto Cicaré (piano) y Juan Carlos Zunini
(tecladista).
Luego participó
en el espectáculo “Forever tango”, con un grupo de músicos, cantores y
bailarines, que recorrió Estados Unidos y Canadá. El director orquestal era
Lisandro Adrover, y el cantor, nuestro amigo Alfredo Sáez.
En 2007, y
dirigiendo su propia orquesta, graba un disco con el título, “Amanecer
ciudadano”, editado por el sello EPSA que contiene diez temas, combinando tangos
clásicos y páginas propias como: “Amanecer ciudadano”, “Meridional”, “A la
sombra del fueye”, “Mistongueando” y “De norte a sur”.
En el 2010, hizo
su segunda producción discográfica con el titulo, “Buenosaireando”, junto a
Alejandro Bruschini (bandoneón), Pablo Estigarribia (piano), Silvio Acosta
(contrabajo) y Washington Williman (violín). El compacto tiene 12 temas, en los
que se destacan dos composiciones suyas: “Buenosaireando” y “Romance de
primavera”.
fuente: TODOTANGO.
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