MIGUEL NIJENSOHN.
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Semblanza escrita por JULIO NUDLER
publidaca en la página webb TODOTANGO.
Extraído del
libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga",
Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1998.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1998.
PIANISTA, ARREGLADOR, DIRECTOR, COMPOSITOR
1 de diciembre de 1911 - 9 de mayo de 1983
Moisés Nijensohn
era un destacado estudiante de ieschivá (academia talmúdica) en Letonia, por lo
que fue considerado un conveniente partido por los padres de Ana Simuni, dueños
de una panificadora, que le costearon el traslado hasta Kishenev, en Besarabia,
para que desposara a su hija. El dinero y el saber religioso hacían buena
pareja. De aquel matrimonio nació Colman, quien a su vez eligió por mujer a una
prima lejana, Clara Pogrebinsky. Pese a su buena posición económica, Colman
comenzó a militar en el movimiento socialista, por lo que fue perseguido y
debió emigrar con toda la familia.
Ya en Buenos
Aires, donde recalaron poco antes del 1900, abrieron una panadería, asociados
por algún tiempo con los Canale. Anciano y enfermo, Moisés murió en 1913, y
tres años más tarde Colman fue malherido en un intento de asesinato. En la
familia existen dos versiones sobre aquel hecho de sangre. Según una de ellas,
bastante fantástica, un esbirro fue enviado desde San Petersburgo para matarlo
por razones políticas. Según la otra, la bala que lo dejó paralítico se la
disparó un obrero, aparentemente anarquista, al que había despedido. En esos
momentos, Miguel, el hijo menor de Colman, nacido el 1 de diciembre de 1911,
tenía cuatro años.
En la casa de los
Nijensohn había un piano, en el que tocaban tres de los seis hijos: Ambrosio y
Matías (médicos los dos), Rodolfo (uno de los primeros colectiveros de la línea
1), Natalio (dibujante y luego visitador médico), Rosa y Miguel. A éste, que a pesar
de ser el menor de todos superaba artísticamente a sus hermanos, se le
reservaba una carrera de concertista clásico. De hecho, su formación musical
fue sumamente seria: estudió piano con Vicente Scaramuzza y armonía con Gilardo
Gilardi.
Pero Miguel prefirió
incorporarse a la orquesta de Roberto Firpo, con quien, teniendo apenas catorce
años, se fue de gira por Sudamérica. Nadie estaba en condiciones de oponerse.
Muerto el padre, Clara, especie de princesa judía, y sus hijos mayores habían
consumido en pocos años la fortuna familiar.
En 1927 Miguel
coincidió en un trío con Aníbal Troilo, de apenas 13 años, y el violinista
Domingo Zapia en el café Río de la Plata, en el barrio de Caballito. Ya con 17
años, Miguel fue convocado para integrar el sexteto del violinista Roberto
Dimas, y desde 1935 formó parte de Los Poetas del Tango, quinteto que componían
como bandoneonistas Héctor María Artola y Francisco Fiorentino, y como violines
Antonio Rodio y José Bonano.
Por la misma
época debutó como titular de un conjunto propio, que formó para la boite
Lucerna, de la calle Suipacha 567, propiedad del violinista José Nieso. Allí
secundaba al cantor Antonio Rodríguez Lesende, con quien estrenó
"Nostalgias", de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo.
Un paso trascendental
en la carrera de Nijensohn fue su ingreso en 1936 a la orquesta de Miguel Caló,
en la que además de pianista fue arreglador, alternando en esta función con
Argentino Galván. Después de tres años ocupó el taburete Héctor Stamponi,
reemplazado en 1940 por Osmar Maderna, quien confirió al conjunto el carácter
que lo distinguiría para siempre.
Cuando al
alejarse en 1945 el compositor de "Escalas en azul", Caló decidió
reincorporar a Nijensohn, éste debió ajustar sus arreglos al estilo Maderna,
para lo cual le hacía escuchar las grabaciones de esos años. Miguel no daba
tregua a su lápiz: en las giras aprovechaba los largos viajes en tren para
escribir las orquestaciones.
En 1939, tras
conocerla en un baile, se casó con Raquel, hija de Gregorio Ilivitzky, un
mueblero de La Paternal que tuvo doce hijos: cinco varones, que fueron muriendo
de diversas enfermedades, y site mujeres, todas las cuales sobrevivieron.
Para Raquel no
resultó, así, un hecho tan inesperado que su primer hijo muriera a la semana de
nacer. El segundo fue Eduardo, nacido en 1942, que no sólo vivió, sino que con
los años se convirtió en neurorradiólogo y buen cantor de tango. Luego nació
Alicia. El mueblero no quería de yerno a un músico, pero había transigido
porque al menos era judío. A Raquel, en cambio, le fascinaba el glamour de la
vida artística de Miguel, aunque no aceptaba el otro costado: sus ausencias,
sus trasnochadas, su vida a contramano de la de los hijos. Pero a Miguel nunca
le fue bien en sus otros intentos. Su elemento era la música, a la que se
dedicaba con seriedad, al punto de ser el principal arreglador de la orquesta
de Miguel Caló.
Considerado un
erudito en el ambiente, celebridades musicalmente iletradas como Rodolfo
Sciammarella le silbaban sus tangos para que él se los anotara y armonizara.
Nijensohn condujo
musicalmente en 1955 en el Luna Park un concurso de cantores que ganaron Jorge
Budini y Mario Bonet. Formó entonces orquesta y los incorporó. Los bandoneones
eran Víctor Lavallén, Manuel Daponte, Ángel Álvarez y Eduardo Corti, luego
reemplazado por Osvaldo Montes. Este tomó después el lugar conductor de
Lavallén. En los violines Emilio González, Raúl Fínito "Domínguez",
Pedro Sapochnik y Milo Dojman.
En 1958 incorporó
al cantor Alberto Hidalgo, El Chino, ganador de un concurso en el Tango Bar de
Flores, y grabó para Odeon.
Mientras tanto,
la azarosa vida amatoria de Miguel seguía provocando vicisitudes: en esa época
tenía por amante a una cancionista, pero los hermanos de ésta comenzaron a
chantajearlo con llamadas telefónicas a su familia. Finalmente, para escapar de
los reproches, Miguel optó por irse de su casa, pero la mujer lo rastreó adonde
fuera. A partir de aquello se le hizo la vida imposible: Raquel se sentía
deshonrada y amenazaba con matarse.
En 1958 Nijensohn
tomó la dirección artística de Radio del Pueblo, cuando Antonio Maida se hizo
cargo de la emisora. Al año siguiente formó el llamado Cuarteto de Oro, con él
al piano, Milo Dojman en violín y los fueyes de Mauricio Chulman y Ángel
Álvarez. Pedía 10.000 pesos de entonces por actuación, suma que nadie quiso
pagar. De modo que aquel cuarteto no llegó a tocar nunca en ninguna parte.
También creó un
quinteto de cuatro bandoneones (Chulman, Daponte, Montes y Álvarez) y piano
para actuar como número vivo en el cine teatro Opera. Miguel adaptaba obras
clásicas para esa formación. La experiencia duró apenas dos meses.
En 1969 creó con
el bandoneonista Juan Carlos Bera el cuarteto A Puro Tango, del que quedó un
long play.
Como compositor
alcanzó algunos éxitos, conquistados a través de grabaciones de Juan D'Arienzo,
Miguel Caló, Carlos Di Sarli y otras orquestas. Probablemente su tango más
logrado haya sido "Un desolado corazón", con letra del locutor
Roberto Miró, que Di Sarli grabó con Oscar Serpa en 1954.
En colaboración
con el violinista José Nieso y el letrista José María Suñé dio a conocer temas
que alcanzaron cierta repercusión: "Yo quiero cantar un tango",
"Viento malo", "Castigo", "Sol" y "Decime
qué pasó". Con letra de Juan Pueblito produjo "Leyenda del río".
Con el violinista Pedro Héctor Pandolfi compuso "Derrotao", con
versos de Julio Jorge Nelson, y "Caballo de calesita", en este caso
con Carlos Marín. "La vendedora" tuvo una muy olvidable letra de
Carlos Bahr. Otras piezas suyas destacadas fueron "Disco rayado" y
"Tango compadrón".
Personaje muy
popular en el ambiente del tango, siempre conseguía algún intérprete para sus
creaciones.
Nijensohn se
separó de su mujer en 1974, tras una larga convivencia poco feliz, que mucho
tiempo coexistió con los amores que mantuvo Miguel con la esposa de un
estanciero, a la que en ocasiones exhibía como su verdadera mujer. Raquel,
ambiciosa y hábil, ganaba dinero de muchas maneras. En una época en que vendía
publicidad del Tiro Federal circulaba con un auténtico arsenal en su automóvil.
Él sentía la permanente presión de la competencia económica que le entablaba
Raquel.
Tras la
separación, Miguel se había ido a vivir con su hijo Eduardo a Chicago, donde
siguió como pudo con su vida de músico. Mientras tanto, Raquel sufría grandes
depresiones y lo instaba a volver. Regresó finalmente en 1979 y fueron a
radicarse en Mar del Plata, tal vez para alejarse del ambiente, o para
reconstruir la pareja en un lugar donde no tenían historia. Ocupaban un
departamento muy pequeño, en el que cuatro años después, un día de invierno,
murieron los dos por un escape de gas. Nunca se dilucidó si fue un accidente o
un suicidio. Sobre la mesa quedaban restos de comida de la noche anterior.
Extraído del
libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", Editorial Sudamericana,
Buenos Aires 1998.
fuente: TODOTANGO.
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