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Semblanza de RICARDO GARCIA BLAYA
publicada en la página webb TODOTANGO.
CANCIONISTA, AUTORA, COMPOSITORA.
16 de diciembre de 1955
Nombre verdadero: María Cristina Pasquinelli
La oí cantar por primera vez, a principios de los ’90. Me
gustó “de largue”, no sólo por su bella voz, tanguera y melodiosa, también por
su afinación y buen gusto. Cuando la escucho, siento que airosa, podría
competir —perfectamente— con sus colegas de los años cuarenta y cincuenta. Su
repertorio sale del esteriotipo trillado que eligen las intérpretes de hoy. Fue
una de las primeras en redescubrir esa joya de Laurenz y Contursi: “Como dos
extraños”, logrando una versión excelente, entre las tantas que luego insistirían,
hasta el cansancio, cientos de cancionistas.
Su figura, esbelta y sensual, su expresividad y la facilidad
de encarar otros géneros, la convierten en una artista diferente, con un estilo
propio. Fue ganadora del Premio Gardel como mejor cantante de tango en el 2004
y nominada al Grammy Latino.
Registró cinco álbumes. El primero de ellos, “Tango y Otras
Pasiones” (1996) fue incluido por el diario “La Nación” entre los 100 mejores
discos del tango.
El siguiente, “Cornisas del Corazón” (1999), fue grabado en vivo en el Café Tortoni.
Su tercer disco, “Fuimos” (2003), ideado junto con el mítico pianista Horacio Larumbe, la hizo merecedora del Premio Gardel 2004 al Mejor Álbum de Tango y fue nominado para el Grammy Latino.
El cuarto volumen de su discografía, “Tangos” (2004), ofrece una colección de clásicos de su repertorio y fue nominado para el Premio Gardel 2005.
Su quinto disco, “Yo soy María” (2006) fusiona el tango con el jazz y la bossa nova.
El siguiente, “Cornisas del Corazón” (1999), fue grabado en vivo en el Café Tortoni.
Su tercer disco, “Fuimos” (2003), ideado junto con el mítico pianista Horacio Larumbe, la hizo merecedora del Premio Gardel 2004 al Mejor Álbum de Tango y fue nominado para el Grammy Latino.
El cuarto volumen de su discografía, “Tangos” (2004), ofrece una colección de clásicos de su repertorio y fue nominado para el Premio Gardel 2005.
Su quinto disco, “Yo soy María” (2006) fusiona el tango con el jazz y la bossa nova.
Además de sus presentaciones locales, actuó en Latinoamérica,
Europa y Estados Unidos. En Munich protagonizó la ópera “María de Buenos Aires”,
de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla, dirigida por Gerardo Gandini. En el
Festival de Helsinki, en 2005, su recital terminó con la audiencia de pie. En
los Estados Unidos cantó en el famoso club de jazz Yoshi’s. Desde 1995, cuando
se encuentra en Buenos Aires, María canta todos los jueves en el Café Tortoni.
Para conocerla bien, que mejor que sus propias palabras:
«Nací en Ituzaingó, Provincia de Buenos Aires. Cuando comencé
a cantar profesionalmente, opté por el apellido de mi madre, Elvira Volonté.
«En aquella casa grande y luminosa vivía con mis padres y
mis cinco hermanas. Papá trabajaba como dibujante proyectista y pintaba
acuarelas de un modo exquisito. Pero sobre todo era un gran showman frustrado. La
mayor parte de su juventud la había pasado actuando, recitando y cantando en
cines, teatros y cabarets. Apenas se casó, su primera mujer le hizo saber
claramente que el “vaudeville” y las delicias de la vida conyugal no eran
opciones compatibles. De ahí en más, él se dedicó con entusiasmo a transmitir a
sus hijas toda su fascinación por los escenarios.
«Papá nos sumergió en un universo de provocación creativa: óleos,
pasteles, témperas, máscaras y disfraces caseros, libros, cuadros, filmaciones.
Una tarde típica en casa podía encontrarnos en la cocina con sábanas pintadas
colgando a modo de escenografía, con lámparas que creaban un teatro de sombras
y no faltaban las orquestas improvisadas en familia con latas de arroz, ollas y
cucharas de madera. Mamá se entregaba a este caos incontenible lo mejor que podía,
con paciencia infinita.
«Pero sobre todo estaba la música, que lo inundaba todo. Escuchábamos
y cantábamos todos los géneros por igual: tango, folclore, bolero, flamenco,
jazz, ópera, comedia musical, canciones francesas, italianas o fados.
«Un día, cuando tenía cinco años, papá llegó a casa con un “Geloso”,
uno de los primeros grabadores de uso doméstico y me grabó cantando “Catari” (“Cuore
ingrato”), una antigua canción napolitana. Todavía me impresiona mi voz,
diminuta pero decidida, mezclada con mi llanto emocionado por la música y la
letra. ¡Había tanto dolor secreto en aquella melodía, tanto amor generosamente
derramado! Ese día descubrí, sin saberlo, que cantar es dejarse atravesar por
la pasión.
«Después de semejante crianza en la libertad del arte, me
resultaba muy difícil adaptarme al rigor de la escuela. Esperaba ansiosamente
que la campana anunciara la hora de volver a casa donde mis ocupaciones
favoritas eran leer, inventar canciones, disfrazarme e interpretar con mis
hermanas las obras de teatro que yo misma imaginaba. También me gustaba poner
unos viejos discos de pasta con música clásica y armar coreografías.
«A los diez años, papá me regaló mi primera guitarra. La
guitarra mágica, como la llamamos muchos años después, porque en contacto con
ella algo en mí cambió para siempre.
«Pasaron algunos años. Curiosamente, fuera de casa yo era
una adolescente terriblemente tímida y la música era mi forma de comunicación. Cuando
había actos en el colegio, sola o con mis compañeros mejor dispuestos, cantábamos
temas de folclore o de rock nacional y ya, en plenos años ’70, mezclábamos el
repertorio argentino con canciones de Violeta Parra, Paco Ibáñez, Nicolás Guillén
o Joan Manuel Serrat. Las guitarreadas entre amigos, las peñas, el vino y las
madrugadas fueron templando mi coraje y mi voz.
«Empecé a cantar profesionalmente en los años 80. Recién
casada, el amor fue el gran aliciente para empezar una nueva etapa en mi vida
artística. Fue un período intenso de aprendizaje: estudié música, baile,
teatro, diferentes técnicas corporales. Las clases de canto comenzaron entonces
y siguen hasta hoy con el maestro Julio Méndez.
«Vivíamos en San Telmo y participé en toda la movida que se
armó por aquel entonces cantando en la Plaza Dorrego y en tantos bares y
galpones de Buenos Aires. De esa época viene la amistad con varios músicos
extraordinarios. Un imparable y original Ariel Prat; el entrañable y sutil
Horacio “Mono” Hurtado; el precozmente ultratalentoso Javier Malossetti. Con
estos dos últimos tuve además el placer de grabar en mi último disco “Yo soy
María” (2006).
«Aunque el tango y el folclore eran algo incorporado desde
la infancia, en aquel tiempo mi idea era explorar otros caminos, buscando
impregnar la música ciudadana con sensualidad latina y fuerza rockera. Fueron
surgiendo varios temas compuestos junto a Timo Zorraquín, mi marido, por
ejemplo “Arde un corazón”, grabado en mi primer disco “Tango y otras pasiones” (1996).
«Nos sumergimos en la cultura subterránea, junto a un montón
de personajes extraordinarios como Jorge Pistocchi (creador de las revistas El
Expreso Imaginario y Pan Caliente), que me puso el mote de “La Musa del
Underground”, o Poly, Skay y el Indio Solari, por entonces unos incipientes “Redonditos
de Ricota”.
«Aunque empecé mi carrera profesional cantando temas de rock
latino y música ciudadana de mi propia autoría, un día me di cuenta claramente
de que mi destino estaba en el tango.»
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Creo que está todo dicho. Quizás una sola reflexión final: además
de cantar muy bien, escribe estupendo.
Gracias María por tu generosa colaboración con Todo Tango.
fuente: TODOTANGO.
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