EDUARDO BONESSI.
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Compilado de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO
en ENTREVISTAS.
en ENTREVISTAS.
Este trabajo fue
compilado de diversas fuentes:
-reportaje publicado en “Tango, un siglo de historia 1880-1980”, ed.Perfil.
-Otro presentado en la revista Primera Plana, Nº 331 del 24 de abril de 1969, sin firma de autor.
-Y nota extraída del libro “Carlos Gardel y los autores de sus canciones”, de Orlando Del Greco.
-reportaje publicado en “Tango, un siglo de historia 1880-1980”, ed.Perfil.
-Otro presentado en la revista Primera Plana, Nº 331 del 24 de abril de 1969, sin firma de autor.
-Y nota extraída del libro “Carlos Gardel y los autores de sus canciones”, de Orlando Del Greco.
Eduardo Bonessi
PIANISTA, COMPOSITOR, PROFESOR DE CANTO
1 de diciembre de
1897 - 2 de octubre de 1981
En mi familia
varios de mis hermanos tenían afición por la música, pero el único que se
interesó por aprender fui yo. A los siete años tocaba el mandolín. Tenía oído.
Por suerte mis padres me dieron el gusto y me mandaron a estudiar piano. Por
eso a los diecisiete años podía componer algunos temas. Y tangos también,
porque aunque se tocaba medio a escondidas, era una música que me llegaba.
«A mi papá no le
interesaba saber si el tango era bueno o era malo. Estaba orgulloso de mí por
mis conocimientos musicales y eso le bastaba. Y más orgulloso estuvo cuando
comprobó que también podía ganar unos buenos pesos con la música. Mi ambición
en realidad, era ser el pianista de alguna de las orquestas que en ese momento
copaban el ámbito tanguero.
«Tendría poco mas
de quince años cuando con Juan D’Arienzo y un bandoneonista que era peluquero,
los fines de semana viajábamos a San Andrés de Giles para animar reuniones.
Quien nos contrataba nos pagaba cinco pesos a cada uno y la comida y el lugar
donde dormir, porque actuábamos sábado y domingo. Entretanto la pasión del
canto me atrapaba cada vez más. Me gustaban las voces de los grandes líricos
como Tita Ruffo, Enrico Caruso, Tito Schipa y todos los que pasaban por el
Colón, no me los perdía.
«Estudié un
tiempo con un señor Pedro Paggi. Pero muy pronto advertí que tenía condiciones
naturales, aunque nunca quise cantar profesionalmente. Eso sí, cada vez me
volcaba más a la voz y menos al piano. Hasta que me deslumbró la posibilidad de
ser maestro de canto. Mis condiciones técnicas me lo permitían. En esto fui
autodidacta.
«No quiero pecar
de inmodesto, pero fui portador de una gran voz. Solamente no actuaba. Eso sí,
ya era conocido por mis temas como autor.
Francisco Canaro y E. Bonessi
«Me comenzaron a
llamar maestro cuando un vecino mío con quien nos conocíamos desde chicos, me
pidió algunos consejos, se llamaba Pascual Mazzeo (homónimo del compositor),
era unos años mayor que yo y tenía una linda voz de tenor, eso ocurrió cuando
vivía en la calle Pichincha 118 y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen). Él paraba en
un café que estaba a la vuelta, el Café de Los Angelitos. Entre su núcleo de
amigos estaban Carlos Gardel y José Razzano y un amigo muy cercano a ellos en
aquel tiempo, también cantor, Alfredo Defferrari.
«Cuando Mazzeo le
habló de mí Gardel no quiso saber nada: «Estas no son cosas de pibes», dijo.
Pero tanto insistió que al final un día se aparecieron por mi casa. Se fueron
después de una media hora, por supuesto canté. Después me contaron que Gardel
les dijo a sus acompañantes: «¿Ven? Así tendríamos que cantar nosotros». A
decir verdad, para encontrar a alguien que cantara parecido a mí, solamente se
lo podía encontrar en el Teatro Colón.
«A la semana, me
llamaron para que los acompañara en una gira por el sur de la provincia de
Buenos Aires, fue por Tres Arroyos y Bahía Blanca. Nunca dejé de llevar un
armonio, nos servía para utilizarlo en los hoteles que carecían de piano. Estos
viajes por las cercanías duraron varios años. En los retornos pasaba por mi
casa para tomar algunas lecciones.
Con el tiempo las cosas cambiaron, Gardel
viajaba mucho y mi academia, la definitiva hasta hoy en Corrientes 1332,
contaba con muchos alumnos.
«Me llevó a
España en su primer viaje de 1923 y luego ya no podía pagarme lo que yo ganaba
en el conservatorio. Por varios años más, cuando llegaba al país, me llamaba
para que fuera a su casa para trabajar la voz. Está demás que lo diga, pero
Gardel tenía una voz perfecta, que hubiera podido seguir entera hasta una edad
avanzada. Yo fui su único maestro de canto.
«Tuve innumerables
alumnos, cito solamente a Hugo del Carril, Azucena Maizani, Alberto Gómez,
Ignacio Corsini, que fue el más estudioso y aplicado de todos, nunca descuidó
los estudios, también Roberto Maida, Teófilo Ibáñez, Nelly Vázquez, María de la
Fuente. Entre quienes más me impresionaron por su voz elijo a Alberto Marino y
Aldo Campoamor, y ahora mismo me gusta mucho un chico, Abel Palermo.
Eduardo Bonessi y Alberto Gómez
«Maestros hay
muchos y los respeto a todos. Sin embargo es muy difícil saber tratar y saber
cuidar a un alumno. Quien continúe con mi obra será Alba, mi mujer. Es
cantante, ganó un concurso en el Colón y es muy psicóloga.
¿No cree que cada
vez hay menos cantantes interesados en estudiar?
«La escuela de
canto no se renueva, los conceptos son siempre los mismos. Pero en los últimos
tiempos se impuso una generación de cantantes (de algún modo hay que
llamarlos), que han surgido sin ningún estudio. El estudio es la única senda a
seguir. No se puede cantar bien sin saber cantar.
«¿Mis recuerdos
sobre aquel viaje a España? Sí, Gardel y Razzano viajaron acompañando al elenco
teatral dirigido por Matilde Rivera y Enrique de Rosas y mi presencia fue
importante, pues diariamente, hacíamos ejercicios vocales.
«Fuimos en un
vapor alemán, el Antonio Delfino ,y allí le hice conocer a Gardel mi primer
tango, lo había compuesto en 1912, era “De flor en flor”. Lo escuchó en el
armonio y se entusiasmó de tal manera que le pedí a Domingo Gallichio, que era
el secretario de la compañía, que le pusiera letra. Así ocurrió y Gardel lo
grabó en España, en 1924, acompañado por José Ricardo y Guillermo Barbieri y,
nuevamente, en 1930 (fue el 22 de mayo con las guitarras de Aguilar, Barbieri y
Riverol).
«A este tango,
más adelante, Enrique Cadícamo le puso otra letra y se transformó en “Desvelo”.
También Carlos llevó al disco otros temas míos, “Echaste buena”, con letra de
Enrique Dizeo (también registrado en España el 26 de diciembre de 1925 con la
guitarra de José Ricardo únicamente). “Matala”, el que más me gusta, con letra
de Julio Bonnet, quien es autor del tango “Desilusión”, compuesto por José
María Rizutti y que también grabó Gardel. “Matala”, se registró el 1 de mayo de
1930 con Aguilar, Barbieri y Riverol. Y “Amor perdido” que nunca se editó. Sin embargo
figura grabado en 1923 con las guitarras de Ricardo y Barbieri, como autores de
la letra figuran Gardel y Razzano, aunque es posible que no lo fueran.
«Sí, la lírica es
mi gran pasión, en este momento junto a un pequeño hábito que adquirí, beber
cerveza mezclada con coca-cola. Pero en 1952, estuvo en Buenos Aires Beniamino
Gigli, pude estar con él y le entregué una canzoneta que había compuesto. Le
interesó y prometió que la iba a cantar en un festival que se haría en honor de
Eva Perón, pero falleció y adiós con el proyecto. Sin embargo, un año más
tarde, tuve una soberbia compensación, Gigli, en Inglaterra me grabó una
romanza: “Notte a Mare”. Un gran halago, pero nunca tuve una copia del disco.
Me quedaron una carta suya y una fotografía que también me envió.
«Compuse más de
cincuenta temas, “El rosal de los cerros”, “La rodada”, “En mis noches”, “La
Boca está de fiesta”, “Viejo cochero”, “Déjenla muchachos” (letra de Francisco
Introcaso), los valses “Mi Azucena” (letra de Eduardo Escaris Méndez), “Ocaso
gaucho”, “Fibras” (letra de Francisco Introcaso) y tantos otros títulos.
«Cuando fue la
llegada de los restos de Gardel, pude arrancar del féretro unas flores de
madera que conservé un tiempo, pero se las regalé a la iglesia de Balvanera,
por la yeta, ¿sabe?
«Como anécdota
final recuerdo que, por poco tiempo, cuando Carlos andaba con bronquitis, le
daba un líquido para inhalar de mi invención que le gustaba demasiado. Cuando
no tenía más venía y me decía: «Maestro, dame la papa». No le di más.
Este trabajo fue
compilado de diversas fuentes:
-reportaje publicado en “Tango, un siglo de historia 1880-1980”, ed.Perfil.
-Otro presentado en la revista Primera Plana, Nº 331 del 24 de abril de 1969, sin firma de autor.
-Y nota extraída del libro “Carlos Gardel y los autores de sus canciones”, de Orlando Del Greco.
-reportaje publicado en “Tango, un siglo de historia 1880-1980”, ed.Perfil.
-Otro presentado en la revista Primera Plana, Nº 331 del 24 de abril de 1969, sin firma de autor.
-Y nota extraída del libro “Carlos Gardel y los autores de sus canciones”, de Orlando Del Greco.
fuente: TODOTANGO.
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