Hay varias escenas de la película "EL ULTIMO SAPUCAY"
Una historia muy interesante la de este famoso "bandolero" ISIDRO VELAZQUEZ, que para otros es un gran héroe que se levantó contra los atropellos de la policía, y las injusticias que se cometían con los trabajadores en la zona, La Forestal, etc,
LOS VELZAQUEZ
chamamé
Música: Raúl Junco
Letra: Manuel Vicente Loverde
Isidro y Claudio
fueron bandidos
que el Chaco entero recordará
para escaparse de la partida
tenían más tretas que el aguará.
Fue por la costa del Guaicurú
donde peleando Claudio cayó
y desde entonces
por los senderos
triste y herido
Isidro huyó.
Y perseguido
dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Quizás un día caiga vencido
pero su nombre no morirá.
Por mucho tiempo
nada se supo de sus andanzas
o si murió.
Hasta que un día, para sorpresa
de todo Chaco, reapareció.
Junto con Gauna, Isidro va
roba a los ricos
paga a los pobres
así la gente lo ocultará.
Y perseguido dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Lo traicionaron.
Ya lo mataron
pero su nombre no morirá
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Por Pedro Solans
Por Pedro Solans
En 1964, y tras la muerte de los bandoleros rurales Claudio
Velázquez y Tolentino Vega, los chamameceros Loverde y Junco compusieron un
chamamé Los Velázquez que fue prohibido por la dictadura de Juan Carlos
Onganía.
1.Con las muertes
de Claudio Velázquez y Tolentino Vega se
pretendió tranquilizar a la población en 1964. Sin embargo, los hermanos
Velázquez habían logrado para ese
entonces un incipiente pero arraigado
consenso popular.
El músico Manuel
Vicente Loverde no podía creer lo que
generaban los Velázquez en los sectores humildes. Y con un poema bajo el brazo
llegó a la casa de su amigo guitarrero Raúl Fernando Junco:
-Compadre, tengo una letra para los Velázquez. Anunció como
se anuncian las grandes obras.
-¡Ah, qué lindo! Le contestó Junco qué también compartía el
asombro.
-Hay que ponerle música. Agregó Loverde.
Y Junco le puso música.
El tema generó un revuelo entre los chamameceros. Se cantó
por primera vez en 1965 en el rancho de
Pity Cantero, que era una peña folclórica que funcionaba desde julio de 1964 y tenía como escenario un
cachapé con un cuero de vaca.
La letra se popularizó inmediatamente y los músicos fueron
identificados por el chamamé. Los saludaban. ¡Chaú Velázquez!
Eran dos guitarreros que vivían de la música pero se
dedicaban a otra cosa para pagar sus cuentas. Junco siempre advirtió que vivían
de la música, de la poesía, de sus libros y con lo otro, -el laburo-, pagaban
sus gastos.
En 1967 aún no había televisión en el Chaco. Apenas se asomaba
tímidamente por un circuito cerrado en
vías a transformarse en un canal abierto.
En Corrientes la situación era distinta. Canal 13 estaba en
el aire con un éxito arrollador y dentro de su programación tenía espacios
dedicados al Chaco que conducía el periodista Raúl Berneri. Uno se llamaba “el
patio de don Tunque” que duraba entre 15 y 20 minutos, y otro, “Chaco en el 13” donde informaba las novedades que había en la semana sobre
Isidro Velázquez y Vicente Gaúna. Indicaba en un mapa con un puntero los
lugares donde habían sido los últimos atracos.
A Berneri se le ocurrió que Junco y Loverde cantasen en vivo
por la pantalla chica el chamamé “Los Velázquez.”
Junco aún para contarlo se agarraba la cabeza:”Imagínate.
Fuimos los primeros en cantar por televisión en la provincia del Chaco. Nunca
habíamos visto un televisor, ni en figurita. Yo tenía 19 años y Manuel 30.
Nos fuimos a canal 13 ché, bue, ¡Había qué ir a Canal 13
carajo. Y nos fuimos para Canal 13 che! Cruzamos en la balsa a Corrientes
y llegamos. Con asombro vimos una cámara
de televisión, grandota como una caja de zapatos, luces, qué se yo. Era un
galpón donde hacía un calor inaguantable. La chapa del techo estaba cerquita y
los reflectores quemaban, y nosotros de traje, transpirábamos y transpirábamos.
Bue, cantamos el chamamé. Al finalizar, salimos
a tomar algo y no podíamos creer lo que nos estaba pasando, lo que
significaba para nosotros cantar en televisión.
Cuando volvíamos para el Chaco en vaporcito, le digo a
Manuel. Che, Manuel, ahora preparate que el pueblo estará esperándonos en el
puerto ¿Y sabés qué? Nos van a subir al camión de los bomberos; y nos reíamos a
carcajadas. Dejá de embromar, me decía Manuel. Nos reíamos también de lo que
soñábamos. Yo era jovencito.
Llegamos a la pesquera y no había nadie. Sólo un patrullero
donde dos policías nos llamaban. Y mientras
nos acercábamos, le decía a Manuel, ahí tenés, el patrullero. ¡Nos están
esperando carajo!¡Vamos a tener..! ¿Sabés qué? ¡Idolos!
Y uno de los policías preguntó: ¿Manuel Vicente Loverde? Sí,
sí, soy yo. Respondió Manuel. ¿Usted es Junco? Sí, le dije. ¡Grandes ya nos
pusimos. Inflamos el pecho. Ibamos a la fama!
Suban, vamos a Resistencia, dijo el policía. ¡Qué puta ya no teníamos que
pagar colectivo! Y le pregunto ¿Y dónde nos llevan? Y a la Segunda que es la
Seccional más cerca. Me contestó como si fuese obvio. ¿Por qué? Porque están
detenidos. ¿Qué? Están detenidos. No podíamos creer. Le digo, pero escúcheme
¿Detenidos por qué? No sé señor, el
oficial va a hablar con ustedes, me respondió.
Llegamos a la comisaría y nos atendió el oficial. Muy bien.
Todo perfecto. Y nos informó que el Ministerio de Gobierno de la provincia del
Chaco inició una causa penal por apología del delito. Era la primera vez que
escuchaba eso. No tenés idea lo que dije, pero le dije de todo. Lo putee de
arriba abajo. El tipo se me enojó, inclusive, me dijo: ¡Por favor! No se ponga
así. Manuel se agarraba la cabeza porque trabajaba y tenía tres hijas en ese momento. En un momento me dijo,
Mirá Pelusa, si vos salís, por favor, hacete cargo de las nenas y mi esposa,
porque yo acá seguro que pierdo el laburo. Sí, Pero vamos a ver quién zafa acá.
Le dije.
Apología del delito, y nos explicaron. Ustedes han
cometido una apología del crimen, y no
decían por qué, qué se yo, qué se le ocurrió al estúpido ese. Y nos hizo la
causa. Gracias a Dios, nosotros teníamos un juez, de apellido Costilla, que su
mujer trabajaba con mi mamá en la Dirección de Rentas; entonces la señora le
dijo a su marido; mirá, sacalo a Junquito por lo menos, que Junquito zafe. Él
me sacó a mí al otro día. Y al cuarto día, dictaminó que estábamos libres de
culpa y cargo. Sobreseídos totalmente porque no podía haber apología del delito
en la letra. No existía. No había. Pero para eso, el Gobierno de facto del
coronel Miguel Ángel Basail, a través de un decreto, prohibió que se cante, que
se difunda, que se tararee o que se silbe el chamamé en todo el territorio de
la provincia. O sea fue el primer chamamé prohibido de la República Argentina.
Este estúpido no sabía que iba a pasar a
la historia como un estúpido más de los tantos estúpidos que tuvimos en el
país.
La comisaría era una fiesta, teníamos cayos de tanto copiar
la letra a mano para los policías. Copiábamos y firmábamos autógrafos y nuestro
barrio se había convulsionado. A los
pocos meses ese chamamé fue la gota que colmó el vaso para que ordenen el
fusilamiento de Isidro Velázquez. El gobierno militar no aguantó el festejo
popular.
Con la censura a cuestas empezó la creatividad popular a
tejer algo muy grande alrededor del chamamé que estaba prohibido pero se
silbaba. A nosotros, nos saludaban por la calle, ¡Chau Velázquez! ¡Ey
Velázquez! ¡Chau Velázquez! y nosotros saludábamos. Era impresionante lo que
sucedió.
A los pocos días del fusilamiento de Isidro, la revista Así,
publicó dos páginas enormes, con el título “El Chaco canta un chamamé
prohibido.”
En enero de 1968 apareció Jorge Cafrune, y nos dijo: miren
muchachos, yo le quiero grabar el chamamé. Pero nosotros habíamos quedado que
no se grabara, que no íbamos a darle a nadie
porque ya no era nuestro sino del pueblo, de la gente…. Sin embargo, los
folcloristas lo cantaban y nos nombraban como autores. Le explicamos a Cafrune
y entendió, aceptó, agradeció y se fue.
Después nos visitó Cacho Valles de los Quilla Huasi, con la
intención de comprarlo. ¿Muchachos, cuánto vale. Tengo tanto..? Y también le
dijimos que no. A raíz de eso Valles compone el último sapucay que grabó
Cafrune.
El chamamé de “Los Velázquez” quedó en el recuerdo de mucha
gente, pero no quedó grabado.”
2. Un chamamecero santafesino que integraba un conjunto de
Villa Ocampo lo cantó en un baile sin saber que estaban Isidro y Vicente. Se
rieron con ternura. Isidro había recuperado la inocencia. Se tomaron un cognac
y se fueron.
Varios meses después Loverdi recibió una hoja de cuaderno
Rivadavia que decía: “Escuché el chamamé. Muchas gracias por el chamamé”, y
firmaba Isidro Velázquez.
3. Junco explicó que “el aguará es un zorro que tiene las
patas delanteras grandes y las patas traseras chiquitas es muy hábil, muy mentiroso y muy escurridizo.
El aguará es muy difícil de atraparlo salvo por casualidad.
El chajá es un ave que habita en los esteros y más hábil que
el tero en descubrir a mucha distancia algo que lo pueda asustar y canta cuando
hay alguien cerca de su nido.
Isidro Velázquez tenía la particularidad, según cuenta la
leyenda, de dormir en los nidos de los chajás porque éstos cuando veían o
percibían la presencia de extraños, cantaban y lo alertaban. Es por eso que era
muy difícil encontrarlo porque hasta los animales lo cuidaban.”
Para el poeta cantor, Velázquez quedó en la historia. “Ahora
depende del pueblo el cuidado de nuestra historia, esa que no está impresa, esa
que no nos pueden mentir, como dice el Martín Fierro, esto no es para mal de
nadie y sino para el bien de todos. O sea,
tenemos que ser consecuente con nuestra idiosincrasia, con nuestras
creencias, con nuestra fe, con nuestra cultura. La otra que nos queda es el
olvido y ahí sí, la muerte, ahí sí, la derrota. Pero está la poesía, están los
cantores, están los escritores, están los actores, están los pintores, está el
arte.
fuente: LA TRIBUNA 69.com
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