HECTOR PALACIOS.
.......................................
Semblanza de HECTOR ANGEL BENEDETTI
publicada en la página webb TODOTANGO
CANTOR, AUTOR, COMPOSITOR
20 de marzo de 1909 - 8 de abril de 1987
Nombre completo: Héctor Eloy Eguía Palacios
En 1937, en un plebiscito organizado por el diario La
República, Palacios fue elegido como el “Sucesor de Carlos Gardel”. Unos 39.473
votos lo impusieron en ese puesto, a bastante distancia del segundo lugar
(Agustín Magaldi, con 26.233 votos) y de los demás elegidos (Ignacio Corsini,
Charlo, Alberto Vila, Alberto Gómez, Oscar Alonso). Quince años más tarde, en
un reportaje el cantor recordaba el episodio aclarando que jamás se le había ocurrido
ponerse a la altura del Zorzal, a quien por técnica y sentimiento consideraba
inalcanzable.
Héctor Eloy Eguía Palacios —tal su nombre completo, pronto y
sabiamente sincopado en Héctor Palacios— nació en Rosario, provincia de Santa
Fe.
Desde el principio tuvo un aliciente que a muchos artistas
les ha sido negado: su familia ya incluía varios músicos y el padre, Pedro
Manuel Eguía, alentaba especialmente las aptitudes del pequeño Héctor, al punto
de propiciar su debut cuando éste contaba sólo con once años. Breve es el
recuerdo que se perpetúa de esta presentación, que fue en el Royal Park de
Rosario, así como también de borrosos resultan hoy su primera inclusión en una
obra teatral (en algunas funciones locales de “Cuando un pobre se divierte”, de
Alberto Vaccarezza, por la compañía de Eduardo Ricart) y su acceso a la
radiotelefonía, allá por 1923 en LT3 Radio Sociedad Rural de Cerealistas.
Más firme resulta su imagen a los catorce años, cantando
junto a Magaldi. No hay datos precisos sobre un probable paso anterior como
integrante de la troupe Volpi-Galdi, a la que pertenecía Agustín (en realidad,
y como bien ha señalado Irene Amuchástegui en su libro Agustín Magaldi, la
biografía [Buenos Aires, 1998; Aguilar. Pág. 29], la información sobre la propia
actividad de Magaldi en este período es escasa o contradictoria); pero sí se
sabe, gracias al mismo Palacios, que don Eguía asoció de alguna forma a los dos
jóvenes. No cantaban a dúo, sino cada uno por su cuenta y con su propio
repertorio, anunciándose como “el tenor melodista Magaldi y el precoz
guitarrista y cantor Héctor Eguía Palacios (Hectorcito)” (v. reportaje de
Héctor Bates en revista Antena, 27 de abril de 1935). Tras recorrer varios
pueblos de la provincia de Santa Fe, con la sola retribución de unas rifas que
organizaban previas al acto, esta aventura se dio por concluida; por ello, son
totalmente inexactas las noticias de un dúo Magaldi-Palacios y esa creencia,
muy difundida entre los magaldianos, que salieron juntos a probar su suerte en
la ciudad de Buenos Aires.
Por el contrario, Palacios lo haría después que Magaldi.
Luego de su precoz paso por LT3, dejó de cantar por dos años; mas decidió
retomar e hizo algunos viajes de Rosario a la capital, hasta que en 1930 llega
a cantar en emisoras porteñas: en LR5 (primero Radio Brusa y luego Radio
Excelsior), después en LR7 Radio Buenos Aires, y al fin nuevamente en LR5.
Con este reconocimiento se afianza definitivamente en Buenos
Aires y comienza a cantar regularmente en el Teatro París, obteniendo hasta
seiscientos pesos mensuales. Después de una temporada de dos años, pasa a LR9
Radio Fénix.
Su interesante registro de tenor, con un vibrato natural de
excelente rendimiento en las notas graves y dentro de un estilo de
interpretación muy propio —original, aunque imitado a continuación por otros
cantores solistas surgidos en los años treinta—, lo proyecta pronto como un
interesante “cantor nacional” capaz de fluctuar con solvencia entre la música
ciudadana y la rural, aunque decididamente volcado hacia el tango.
Comienza para él una fabulosa escalada de éxitos, con
presentaciones constantes en salas de Buenos Aires y Montevideo. Otras ondas
que lo propalan a lo largo de esta década son las de LP6 Radio Casa América,
LS6 Radio del Pueblo, LS2 Radio Prieto y LS8 Radio Stentor.
De 1933 data la anécdota de haber compartido escenario con
Carlos Gardel y más de treinta primeras figuras de la música y el teatro,
cuando el 7 de abril participó de un festival artístico en el Teatro San Martín
a beneficio de los deportistas Raúl Riganti y Antonio Gaudino, que debían
participar en las 500 Millas de Indianápolis. Con lo recaudado pudo costearse
el viaje y la estadía de estos corredores. El evento fue transmitido en cadena
por cuatro radios, algo fuera de lo común en esa época.
En marzo de 1936 la compañía Victor lo incorpora a su
catálogo y así graba su primer disco, el Nº 37.905, conteniendo dos temas
propios: en el lado A, el tango “A mi madrecita” (matriz 93.122 toma 1); y en
el lado B, el vals “Qué tienen tus ojos” (matriz 93.123 toma 1). Ese año le
seguirán dos discos más, con los títulos “La canción del estudiante” (marcha),
“En el lazo” (gato polkeado), “Mano a mano” (tango) y “Álzame en tus brazos”
(vals), en los que alternará el acompañamiento de guitarras con una orquesta.
Simultáneamente a sus grabaciones como solista, interviene como chansonnier de
la Orquesta Típica Victor, dejando dentro de ese mismo 1936 otros tres
registros. Pasa luego al sello Odeon, grabando a partir de 1937 varios temas,
incluyendo su gran éxito como intérprete: el tango “Remembranza”, de Melfi y
Battistella.
Por entonces ya se ha consolidado tanto en la radio (por
ejemplo, en las memorables audiciones con locución de Jaime Font Saravia, bajo
auspicios de “Waterman Hats”), que se abren para él las puertas de la
cinematografía, apareciendo en “El casamiento de Chichilo” (dir.: Isidoro
Novarro, 1938).
Los años cuarenta lo encuentran muy activo. Con el
acompañamiento de las guitarras de los hermanos Julián canta por LR2 Radio
Argentina; va y viene entre las dos orillas del Plata; hace extensas giras por
el interior de la República; en enero de 1940 se reincorpora al sello Victor
(grabando regularmente hasta abril de 1942); y protagoniza una nueva película:
se trata de “El cantor de Buenos Aires” (dir.: Julio Irigoyen, 1940), título
que de allí en más se convertirá en un nombre antonomástico para el propio
Palacios.
Llega a integrar el elenco de las emisoras más destacadas
del momento, a la vez que filma “El cantar de mis penas” (película no estrenada
comercialmente; dir.: Julio Irigoyen, 1941); “Un muchacho de Buenos Aires”
(dir.: Julio Irigoyen, 1944); “El alma en un tango” (dir.: Julio Irigoyen,
1945); y “A La Habana me voy” (dir.: Luis Bayón Herrera, 1950). En México rueda
“Se acabaron las mujeres” (dir.: Ramón Peón, 1946), junto a Vicente Padula. En
este film, Palacios aparece luciendo un frac que había pertenecido a Gardel.
Aunque los estudios de grabación no lo convocaban desde
1942, a comienzos de los años cincuenta Palacios era una figura mucho más
presente de lo que puede sospecharse. Tras una gira de dos años por los países
de América (prolongando un periplo que, en realidad, estaba previsto para dos
meses), tomó un descanso y esa momentánea inactividad dio origen a cualquier
clase de rumores: que había decidido alejarse de la vida artística, que iba a
dedicarse sólo a la enseñanza... Apenas si eran unas vacaciones, pero el
público lo requería permanentemente.
Así, al promediar esta década puede oírselo por diversas
radios porteñas, bajo contratos permanentes, a la vez que aparece como primera
figura en los “números vivos” de las mejores salas cinematográficas. Recuérdese
que a partir de mayo 1954 el “número vivo” se hizo obligatorio para cualquier
sala que tuviera más de ochocientas localidades. Y si bien no todos los
espectadores aprobaban la medida —saliendo del Centro, la mayoría de las
funciones eran de baja calidad y solían terminar con abucheos—, Palacios sería
su gran defensor al ver que generaba una importante fuente de trabajo en el gremio.
En 1955 fue llamado nuevamente por discos Victor para dejar
cuatro temas (dos con guitarras y dos con sexteto típico). El primero fue la
milonga “Muchas gracias mendocino”, un homenaje al boxeador Pascualito Pérez,
quien meses antes se convirtiera en el primer argentino ganador de un
campeonato mundial en la categoría mosca. Completaron aquella serie el tango
“Yo protesto”, la canción “Pájaro chogüí” y una nueva versión de su viejo
éxito: “Remembranza”.
Tras un nuevo viaje por América Latina, cosechando un
impresionante triunfo en Cuba, volvió a Buenos Aires y poco a poco fue
retirándose de la vida artística, aunque llegaría a efectuar varias grabaciones
más y sería convocado de tanto en tanto por programas de televisión.
Como autor dejó su primera composición a los once años: un
tango titulado “El negro Flores”, con letra de su padre; Palacios lo estrenó en
aquella función de “Cuando un pobre se divierte” que se mencionó al principio.
A esta obra inaugural siguieron piezas muy logradas como “A mi madrecita”,
tango con letra y música propias, en homenaje a su madre —Amalia Palacios— que
el cantor perdiera a los diez años; “Qué tienen tus ojos”, vals en colaboración
con F. Collia; “Viejo portón”, con Máximo Orsi; “Hacé bulín”, con Manuel
Sabino; “Ya sé que siguen hablando”, con Iván Diez; “Se fue Gardel”, con Andrés
Rubio; “En nombre de Dios”, con Nolo Gildo y Beguel; “D’Arienzo vos sos el
Rey”, con Amleto A. Villa; y otras como “Viejo mío”, “¿Sabés por qué?”,
“Comprendo que hice”, “Sangre del suburbio” y varias más.
Héctor Palacios falleció en la ciudad de Buenos Aires.
Quienes lo conocieron de cerca contaron que hasta sus últimos días mantuvo una
afición que le venía desde muy antiguo: criaba pájaros, pero sin jaula. Tenía
la habilidad de educarlos, y a la vez la grandeza de mantenerlos libres. Así
había sido su propia vida de cantor.
fuente: TODOTANGO.
...................................
VIEJO PORTÓN..!!!!! GÓLGOTA
TABERNERO
REMEMBRANZAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario