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Otra adjudicación falsa de una canción popular
Por Eduardo Moreno
Poco antes de 1920, en la misma revista que publicara los
versos de “A mi madre (Con los amigos)” firmados por Almafuerte —adjudicación
errónea, como hoy sabemos—, aparecieron los versos de “Mis harapos” con el
nombre de Alberto Ghiraldo como creador de la letra.
Mis harapos
Escritor de vanguardia, talentoso y poeta de temas sociales, además de dramaturgo y fundador con Enrique García Velloso y otros notables escritores, de la Asociación de Autores Dramáticos, institución que agruparía a todos los autores teatrales del país. Brillaba su nombre en las carteleras de los teatros céntricos con los triunfales títulos de “Misia Pancha la brava”, “La columna de fuego” y otras.
Escritor de vanguardia, talentoso y poeta de temas sociales, además de dramaturgo y fundador con Enrique García Velloso y otros notables escritores, de la Asociación de Autores Dramáticos, institución que agruparía a todos los autores teatrales del país. Brillaba su nombre en las carteleras de los teatros céntricos con los triunfales títulos de “Misia Pancha la brava”, “La columna de fuego” y otras.
Periodista de fuste, fundó el periódico “La Antorcha” junto
a otro idealista que se llamó Rodolfo González Pacheco. Su poesía, de rebelde
contenido social, le hizo creer a la gente que “Mis harapos” le pertenecía a
Ghiraldo.
Cuando el guitarrista Marino García le puso la conocida
música, Alberto Ghiraldo había sido deportado a España, por lo que nunca pudo
conocerlo.
Era el tiempo en que los creadores de arte, auténticos
intelectuales, estaban huérfanos de leyes que protegieran su obra. Se había
gestionado el derecho de autor en forma cordial entre productores y
comerciantes. La ausencia de Ghiraldo no posibilitó una denuncia personal,
negando la paternidad de dichos versos.
Alberto Ghiraldo
Ghiraldo se enteró en su nuevo país, que la Sociedad a la
que siempre pertenecería, estaba informada de un pago de cinco mil pesos
devengados por las compañías grabadoras a su nombre, y éste, con urgencia,
declaró que jamás había escrito tales versos, negándose a toda otra relación.
En 1943, cuando fundamos la revista Estrellas, que nos
financiaba don Julio Gómez, uno de los más importantes distribuidores de
diarios y revistas del país, establecimos una cordial amistad con el director
de la revista Sintonía, don Emilio Karstulovic, que además de ser un importante
periodista era un notable corredor de autos, ganando verdaderas pruebas en
América. Como secretario de redacción “Karstulo”, lo tenía a Jorge Luque Lobos,
antiguo periodista, que también había incursionado en el tango, con versos que
tenían música de “Pacho”: "El curdela", y otros.
Luque Lobos era un hombre a quien había que creerle, en
razón de sus años y con una conducta envidiable. Y, sí, él fue el que nos contó
su caso en aquellos días en que cualquiera se adueñaba de lo ajeno, y en ese
caso, la revista que hemos citado como difusora de letras populares, al
registrar el ejemplar que contenía los versos de “Mis harapos”, acreditaba al
editor como propietario del contenido, por declarar que lo publicado había sido
pagado totalmente. Inútiles fueron los esfuerzos del autor por tenerse como
tal, en un medio en que el despojo era la ley.
Muchas pruebas conocimos que demostraban la paternidad de
Luque Lobos de “Mis harapos”, canción que todavía mantiene su vigencia.
“Cuadernos de difusión del Tango”, Año VI, nº 22.
fuente: TODOTANGO.
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fuente: TODOTANGO.
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MIS HARAPOS
Canción
Música: Marino García
Letra:
Jorge Luque Lobos
Caballero del ensueño, tengo pluma por espada,
mi palabra es el alcázar de mi reina la ilusión,
mi romántica melena, así lacia y mal peinada,
es más bella que las trenzas enruladas de Ninón.
Tengo un primo él es rico, poderoso y bien querido,
yo soy pobre, soy enfermo, pienso, escribo y sé soñar.
Y una noches, de ésas noches, tan amargas que he sufrido,
mis harapos con su smoking, se rozaron al pasar.
Mi miró como al descuido, no dejó su blanca mano,
se estrechara con la mía, contagiándole calor.
Él su smoking lo vestía ¡mi elegante primo hermano!
y alejóse avergonzado de su primo, el soñador.
El helado cierzo a ratos, arreciaba, incompasivo,
yo sentía frío adentro, frío afuera y todo así,
y arrimándome a una puerta rompí en llanto compulsivo
y llorando como un niño ¡como un hombre maldecí!
Vas rozando las hilachas de mis trágicos harapos
una mueca de ironía mi miseria le arrancó.
¡También ríen en los charcos los inmundos renacuajos
cuando rozan el plumaje de algún cóndor que cayó!
Arquetipo inconfundible de tartufos que disfrazan,
con el corte irreprochable de algún smoking o de un frac.
Tú eres, primo, el arquetipo, mis orgullos te rechazan,
¡déjame con mis harapos! ¡son más nobles que tu frac!...
IGNACIO CORSINI
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