tomada de la página oficial de los artistas.
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Así, de esta forma, Los Chalchaleros fuimos eligiendo el
repertorio de cada disco, de cada show. Nunca nos fijábamos quién era el autor
de los temas. Si nos gustaba, la cantábamos, y después preguntábamos de quién
era. En los años ochenta también nos acompañó la suerte, y fuimos protagonistas
de éxitos muy importantes, además de canciones nuestras como la Zambita del
patio i tierra, de Polo y Marcelo Ferreyra; o el vals Plaza 9 de julio, que
hicimos con Pancho. A este valcesito lo recuerdo con especial cariño porque
refleja una época maravillosa de mi vida, cuando tenía l7 ó l8 años y era un
muchacho alto, flaco, y buen mozo, en realidad una pinturita, ese muchacho que
todos tenemos en un rincón del corazón .
En ésta época surge la famosa zamba La guitarra perdida,
compuesta por Ernesto Cabeza y el poeta salteño José Ríos .Esta zamba nació la
noche que le robaron del auto la guitarra a Ernesto. Cuando se enteró Ríos casi
se pone a llorar, entonces escribió un poema llamando a la guitarra, un poema
al que suscribimos todos, porque realmente la guitarra de Ernesto era un
instrumento de lujo, casi angélical. Pero el cuento no termina ahí. Un día,
como a los l0 años del incidente del robo, yo me reencontré fugazmente con la
vieja guitarra de Ernesto en un estudio de Radio Splendid en el que tocábamos
nosotros, y luego una orquesta de tango...
Después de las presentaciones, reconocí la guitarra sobre un
piano de cola, salí corriendo del estudio a buscar a Ernesto, pero cuando
volvimos la guitarra había sido enfundada y cargada por su nuevo dueño, a quien
no pudimos conocer, ni siquiera preguntarle si la había robado o
comprado...Supongo que esa mágica guitarra todavía debe seguir dando musicales
sonidos
.En el verano de l980 algún otro ángel volvió a quedarse
dormido, y un médico nos diagnosticó que Cabeza sufría de un cáncer de esófago.
Recuerdo que estábamos en Mar del Plata, en plena temporada, y el golpe fue
durísimo. Cabeza murió el 2l de septiembre de l980. Fueron nueve meses de
lucha, de visitar al Padre Mario, de parir su propia muerte, que llegó un 2l de
septiembre tan importante y decisivo para el grupo como aquel en que Los
Chalchaleros fueron gestados.
Durante los 2 siguientes años Los Chalchaleros fueron 3:
Polo, Pancho y yo. Ernesto era irreemplazable física y musicalmente. Y no sólo
nos dejó su alma en el conjunto. También nos dejó a su sucesor...Cuando
enfermó, en enero del 80, teníamos programada una serie de giras por América
(Perú, Ecuador, Colombia y los Estados Unidos).Fue por eso que Cabeza me pide
un favor: "lleválo a Facundo en mi lugar".
Por ese entonces Facundo estudiaba agronomía y cantaba
folklore con Los Zorzales, que eran sus hermanos Santiago y Juan. Así empezamos
tocando de vez en cuando con Facundo, y siempre los tres. Muchas veces
dejábamos un espacio en el escenario con un micrófono vacío, como si
estuviéramos los cuatro cantando. Mientras tanto a Cabeza se le iba apagando la
voz, y no sólo ya no cantaba: prácticamente no podía tragar la comida. Pero
seguimos adelante como quería Ernesto, y como nos lo pedía el público.
Después de su muerte, Facundo nos empezó a acompañar cuando
su carrera universitaria se lo permitía. Hasta que en los clubes y festivales
ya nos pedían por contrato al chico .En l983 Facundo Saravia, mi hijo mayor, ya
forma parte del elenco estable de Los Chalchas, atrayendo consigo a una
multitud de jóvenes que comenzaron a interesarse por el folklore. Desde el
momento en que conocieron sus canciones y zambas: Una zamba que trata sobre la
desilusión y la soledad que acarrean las drogas (El resplandor), una canción
para nuestro país (Una canción de aquí), y una chacarera que intenta convencer
a los jóvenes de que el folklore no es una música de y para gente grande (Si de
cantar se trata), entre otros temas.La repercusión del ingreso de Facundo a Los
Chalchas fue tal, que en l995 se vio obligado a editar un disco como solista
("Transparencias"), y otro más al año siguiente ("Artesanos de
la voluntad").De todas formas, la ausencia de Ernesto nos había afectado
emotiva y sonoramente. Es decir: empezamos a sonar distinto, y nosotros lo
sentíamos como quien siente que está cambiando la piel.
En lo personal, debo admitir que poco a poco fuí dejando de
hacer el contraritmo característico de aquellos años mozos de Los Chalchas .
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