MARTIN DARRE.
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Semblanza de JOSE GOBELLO y LEON BENARÓS
con aportes de NESTOR PINSON
BANDONEONISTA, ARREGLADOR, COMPOSITOR
Nombre completo: Martín Vicente Darré
Nació en Buenos Aires, en el barrio de Belgrano. Fue un
hombre respetado entre sus colegas músicos, un trabajador del tango con
inspiración para embellecer lo que otros habían compuesto, fueran tangos u
otros ritmos populares.
En ese espacio creativo encontró su lugar, no necesitó de
los aplausos del público, era suficiente el reconocimiento de sus pares, por
eso las necrológicas fueron dos o tres, unas pocas líneas pobres de contenido,
escondidas como relleno en la sección espectáculos de los diarios. Nada más.
«Darré ha explorado casi todas las manifestaciones de la música
popular urbana. A partir del tango, trabajó en distintas versiones orquestales
de obras de Mariano Mores, Sebastián Piana y sobre todo para la Banda Sinfónica
de la Ciudad de Buenos Aires, para ésta, entre tantos arreglos, se sumergió en
temas de Chabuca Granda, en unos cuantos de los cantados por Frank Sinatra y en
clásicas melodías norteamericanas de Gershwin, Glen Miller, Cole Porter, Irving
Berlin y otros. En 1985 fue jurado para los premios otorgados por la Fundación
Konex».
Desde 1982 ocupaba el sillón Celedonio Flores en la Academia
Porteña del Lunfardo. A menos de un mes de su muerte José Gobello le hizo un
homenaje ante sus pares: «Piana fue quien lo acercó a nosotros. Y fue quien
entonces nos recordó que se contó a comienzos de la década del treinta entre
los primeros músicos que modernizaron la instrumentación del tango. Tenía sólo 16
años cuando forma parte de la línea de bandoneones en la orquesta de Francisco
Lomuto. En un año fue el primer bandoneón —ocupando el lugar que dejaba Daniel Álvarez—
y el instrumentista del conjunto. Eran los tiempos de Julio Perceval, Julio
Rosemberg y Sebastián Lombardo, anteriores a los brillantes Argentino Galván o
Hector María Artola.
«Darré fue autodidacto, no tuvo maestros. Trabajó para un
cultor de música ligera europea, como el director Dajos Bela, al mismo tiempo
que ponía mano en las partituras elegidas por otro Lomuto, aquel de “Héctor y
su jazz”, como lo presentaban. Después tuvo largo tiempo junto a Mariano Mores.
«Fugazmente fue director artístico de una empresa grabadora.
Entonces citó a Elvino Vardaro para que formara un conjunto y llegara a la sala
de grabaciones. Así salió el primer disco en 78 rpm y último que lleva en su
etiqueta el nombre del gran violinista. Los temas fueron: “El cuatrero” y “Pico
de oro”. Pero cuando se aprontaban para un segundo disco, esto no ocurrió porque
la empresa consideró como no comercial el estilo Vardaro, le rescindieron el
contrato y Darré renunció».
También al describirlo, León Benarós entre otros conceptos
expresó: «Antes de conocerlo personalmente me llamaron la atención artículos
suyos publicados en la revista “Continente” en la cual también yo publicaba. Luego
nos tratamos mucho tiempo por asuntos artísticos en SADAIC.
«Era un hombre pulcro, impecable, meduloso en sus opiniones.
Lo visité varias veces en su departamento de la calle Montevideo 443, cuarto
piso “B”. Su caso me resultaba asombroso. ¿Cómo un hombre como él, por propio
esfuerzo, sin estudios musicales de conservatorio, había llegado a dominar el
solfeo, la armonía, el contrapunto, la dirección orquestal, hasta capacitarse
para entrar en el difícil e intricado bosque de Wagner, en el que con toda
facilidad se movía?
«Fue quien le dio carácter y estilo a la orquesta de Mariano
Mores y fue arreglador y consultor de la Banda Sinfónica de la Armada, de la
Banda Sinfónica Municipal y de la Banda Sinfónica de la Policía Federal. Fue un
profesional altamente capacitado.
«Fue un hombre de bien, que supo también manejarse en muchos
momentos con ironía con respecto a algún colega. Cuando en una oportunidad le
recordamos que Roberto Firpo, hablando del arreglo que le hizo a “La cumparsita”
en el primer momento, antes de su estreno allá en Montevideo, dijo que había
incluido en el trío, compases de su tango “La gaucha Manuela, de 1907, también del
“Miserere” de Verdi. “¡Qué modesto! —nos comentó— del Miserere hay sólo dos
notas en “La cumparsita”».
«Compuso una buena cantidad de temas entre tangos, valses y
canciones de diversos ritmos según figuran registrados en SADAIC, solamente
citaremos “Un solo adiós”, que registrara él mismo dirigiendo una orquesta para
acompañar a la cancionista Susy Leiva y “La calle maldita”, grabado en 1950 por
Osvaldo Fresedo. Pero tuvo un tema famoso que cantaron o tararearon gran parte
de los argentinos sin saber quien era su autor. Le pertenece en música y letra
la marcha del mundial de fútbol, disputado en 1978 en nuestro país. Pero hubo
quien no estuvo conforme con la letra, desconocemos quien fue, pero su
comentario fue que exageró con aquello de “25 millones de argentinos jugaremos
el mundial”.
fuente: TODOTANGO.
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