lunes, 11 de marzo de 2013

* RAMON AYALA, ARTISTA FOLKLÓRICO PINTOR ESCRITOR

Un día como hoy...10 de marzo...pero de 1927...nacía
RAMON AYALA.
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un grande de nuestro FOLKLORE y especialmente de la música de
nuestro LITORAL.

hoy está cumpliendo 86 años...!!!!  
FELIZ CUMPLEAÑOS...!!!!!!
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RAMON AYALA.
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10 de marzo de 1927 - Nace en Posadas (Misiones), Ramón Ayala (Ramón Gumercindo Cidade), cantor, compositor, poeta, pintor, narrador. 
Es el creador del ritmo gualambao. Autor de “El mensú” (con José V. Cidade), “Mi pequeño amor”, “Pan del agua”, “El cachapecero”, “Canto al río Uruguay”, “El cosechero” y “Posadeña linda”, entre casi 120 temas registrados. Un arroyo del río Iguazú lleva su nombre. 

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Ramón Ayala, “el mensú” – músico y pintor:

El folklorista más cantado de la Argentina vive hace 30 años en el barrio

Entrevista de NORA PALANCIO ZAPIOLA
publicada en EL SOL DE SAN TELMO  
09-febrero-2009
http://www.elsoldesantelmo.com.ar/?p=190 

 

  Fue famoso y luego dejó el arte de mostrarse para crear y llegar a sentir que, eso que crea, es lo que desea crear. Pocos saben que a él corresponden muchos de los cantos folklóricos más famosos. Ramón Ayala, el guitarrista que toca con diez cuerdas, ahora sale a cantar lo que supo escribir. Y lo hace desde San Telmo.

Es el compositor de folklore más cantado en Argentina. Ramona Galarza, Mercedes Sosa, Zamba Quipildor y hasta unos algo más melosos Los Nocheros hacen gala de sus letras en escenarios del mundo todo. Aprendió a usar su voz, incluso, en la lengua swahili. Pinta desde los 25 años. En lista de espera de este productor de vida están cuatro libros que hablan de personajes del litoral, su región natal, de los duendes, de la Guerra de la Triple Alianza en palabras de su bisabuela. Es el creador de un ritmo único en América Latina: el gualambao.

Vivió en Europa, Asia y Medio Oriente y allá cantó su amor, el folklore, que no es otra cosa, para él, que una retribución a la vida, a la tierra. Acaba de grabar su disco “Testimonial”, editado por Epsa Music y pronto se lo verá en las carteleras de la vía pública. Sin embargo, con todo para ser un famoso difícil de encontrar, Ramón Ayala, “El mensú”, es quien abre la puerta de su departamento de San Telmo donde no hay cosa que no se guarde;  pregunta si está rico “el cafecito” y dice, como si nada, a los 71 años: “Recién empiezo”.

Ramón Cidade, conocido como Ayala, empezó robando la guitarra a su primo y escapando al monte a tocarla, en su Misiones natal. A los 17 se presentó en público y cuenta que “me temblaban tanto las piernas que agradezco que estaba el micrófono para atajarme”. Su vida profesional empezó en el sótano de Radio Rivadavia con Dalmasio Esquivel y por las noches, las de las orquestas en Buenos Aires, tocaban en Palermo Palace, en Godoy Cruz y Santa Fe.

Siguió con Margarita Palacios, Kelo Palacios, Quintín Irala y Amadeo Monjes y ahí nació el histórico trío Sanchez-Monjes-Ayala. Giras. Diez años fuera de Argentina. Discos de pasta. Hasta que este señor que al hablar hace poesía todo el tiempo y se escapa en versos y palabras alargadas cada vez, decidió que, como Gardel, quería ser un artista popular. Trabajar su voz, como “el Zorzal”, y llegar a tenor pero en el folklore.

Dejar el smoking, la púa y entrar en “un estado de conciencia, a devolverle y agradecerle a mi tierra. Sacrifiqué más de diez años de carrera y me transformé, pasé de una voz chata y blanca a una diafragmática” dice. Entonces, explica cantando cómo es esa transformación que lo llevó a ser un juglar.


¿Músico?

Desde que me siento vivo


¿Pintor?

Mis cuadernos de tercer grado parecen cuadernos de pintura. Después, a nivel profesional, empecé a pintar estos paisajes litoraleños, de nuestra tierra, a los 25 años, más o menos.



De más está preguntarle si guarda los cuadernos. Están por ahí. En algunos de los mil y un ahí. En esa casa con olor a historia y a vida en movimiento jugando al mismo tiempo, casi como si se pudiera.

Ayala pide que la cronista se levante y mire, más todavía, sus obras. Enseña a observarlas y hasta descubre que un charango colgado tiene algo que en diez años no había visto él mismo. “Es que otros ojos ayudan a mirar lo mismo y lo mismo tiene algo nuevo cada vez”, dirá. De paso, cuenta que es un hombre de izquierda y que no es católico, aunque un bello crucifijo de palo santo ande por sobre sus papeles.



¿A quién dedica su obra?

Al hombre y al paisaje. El hombre es la síntesis del paisaje. Por él transita el cobre, el magnesio, el manganeso, el silisio, todos los elementos de la tierra, la plata y el oro. Somos un trozo de la tierra modelada; el mineral de la tierra. Si la gente tuviera conciencia de su dependencia de la tierra, de su emanación de la tierra, no la vendería, no la polucionaría.



¿Y por qué si hay tanto amor a la tierra eso sucede?

Es que el  hombre muchas veces no se busca, no se indaga y vive a la deriva de la magia cotidiana. Además, es ¡porque Ramón Ayala no es Presidente! –ríe-. Pero habla en serio. Hay que ser un sacerdote de la propia vida, de su arte. Valorar el ser, sentirse vivo. No subestimar porque todo tiene una razón de ser que entra y sale por el filtro que piensa: el hombre.



¿Qué cree que sucede para que en el exterior se conozca al tango como ícono argentino?

Ha habido más audaces que han salido, más gente del tango, quizá. Pero necesitamos autoridades que difundan el folklore; un presidente que tenga la capacidad de olfatear qué es la música argentina y lo que significa para el país y para el mundo el conocimiento de nuestra música. Esto es una muestra total de falta de olfato nacional.



¿Es más importante el folklore que el tango, o viceversa?

No creo que el folklore represente más al país que el tango. Creo que todo está en el mismo plano. Es la misma música con distinto paisaje. El tango no podría representar ni a  Catamarca ni a  Santiago, ni a Jujuy. El tango tiene su ámbito y el folklore tiene su paisaje.

Vive en San Telmo desde 1978 y dice que del barrio le gusta todo, sobre todo, el espíritu de su vida, “acá se vive”, dice y por eso arregló él mismo ese departamento con alma de casa “con ambientes así, viejitos, que me encantan”.



Ramón Ayala vuelve a referir al estado de conciencia del que, cree, se debe tomar base para ser un buen folklorista. Dice que es un músico del litoral y que piensa seguir haciendo honor a eso, a ser un “mensú”. Cuenta que le molesta que se use la palabra folklore para hablar de algo malo de un pueblo. Y que éste es su momento de salir de atrás de las canciones y que se sepa que son suyas y que las sabe cantar. Así, se escuchará “El Cosechero”, “El jarandero”, “El cachapecero”, entre otras canciones que integrarán el disco editado por EPSA, “Testimonial” y algunas de las intervenciones Ayala que hará en el próximo disco de las “Guitarras del mundo”.

Así se empieza cuando se decide continuar.

fuente: EL SOL DE SAN TELMO
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