MARCOS SILBER
CONTRATAPA DEL LIBRO: Ivonne Bordelois.
Diría, rogando no ser malentendida, que más
que un libro de poemas, éste puede aparecer a primera vista como una colección
de estampitas, de esas que alegraban la
infancia,
o esas figuritas encantadoras que intercambiábamos
en el patio de recreo del colegio. Leves, iluminadas, inocentes,
voluntariamente kitsch: pero allí está Marcos Silber y esa vuelta de tuerca que
es su poesía irónica, tierna, agazapada en un rincón de su sonrisa feroz.
De pronto entre las estampitas asoma un
aguafuerte implacable, como el retrato de las vecinas enfundadas en sus
soledades; o bien del salón en el ángulo
oscuro emerge la elegía de la Lettera 22. Aquí está la solista del coro, que
“como sablazo le taja la yugular al día cuando clama: se cortó la melódica
leche”; allí la del inquietante epitafio “no descansa en paz”, que “solía
treparse al mirador del crepúsculo de
cada tarde y reprocharle al altísimo por la tanta niebla que la embestía”.
Hay suaves destellos de erotismo “y el
vestidito ése que yo izaba para entrarle a su ardiente capilla” y hay también
una seca desesperanza “el milagro nunca trabajó para mí” – que se aferra sin
embargo al reino de lo imposible: “nadie perturbe mi alucinería”.
Y hay finalmente un poema magistral a la mía
mamá: “Salvo
el caso de la víspera –tan extraño- cuando a
ojos cerrados le atrapé un antes al entonces, lo rapté, y volví a sentirla a la
mía
mamá, su olor jazminero, las manos suyas de
brisa, su voz de toda mía, su sello protector”.
Remoto hermano de Vallejo y de Gelman, Silber
levita levitándonos, y vuelve respirable el horizonte de nuestra poesía con el
humor delicado de un punzante y memorable vals.
Ivonne Bordelois.
contratapa
LIBRO LEVITACIONES
MARCOS SILBER
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