Murió el escritor Abelardo Castillo
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Daniel Gigena
LA NACION
Martes 02 de mayo de 2017
Tenía 82 años; eximio cuentista, incursionó también en el
teatro, la novela y la poesía; formó a varias generaciones de escritores y
lectores con sus talleres literarios y las revistas culturales que editó, como
El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco
Abelardo Castillo. Foto: Archivo
Esta madrugada falleció en la ciudad de Buenos Aires
Abelardo Castillo , dramaturgo, escritor y maestro de escritores. Había nacido
en la localidad de San Pedro en 1935, donde vivió toda su adolescencia junto
con su padre. En una entrevista con LA NACION, contó que antes de los dieciocho
años había empezado a escribir sus diarios, que fueron publicados por Alfaguara
mucho tiempo después, en 2014. Allí, el autor de Crónica de un iniciado, cuenta
su intimidad como aspirante a escritor, su compromiso político, sus problemas
con el alcohol, la amistad con Ernesto Sabato y los encuentros que tuvo con
Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, máximas figuras de la literatura argentina
cuando él empezó a publicar. Sus primeros y poderosos cuentos fueron editados
en 1961, con el título de Las otras puertas. De ese año es también la obra
teatral El otro Judas. A partir de 1969, Castillo y Sylvia Iparraguirre
formaron una de las parejas más queridas y respetadas del ambiente literario
argentino.
Fundó y dirigió dos revistas literarias míticas en el país,
El Escarabajo de Oro, de los años sesenta, y El Ornitorrinco, que se difundió
durante los años de la dictadura militar. En la primera, que codirigió con
Liliana Heker, publicaron sus textos autores hasta entonces inéditos: Alejandra
Pizarnik, Humberto Constantini, Miguel Briante y Jorge Asís, entre otros. El
ornitorrinco, que codirigió con Heker e Iparraguirre, fue uno de los pocos
medios que en 1981 reprodujo la solicitada de las Madres de Plaza de Mayo que
reclamaba por los desaparecidos. En Castillo, el primer compromiso era con la
materialidad del trabajo literario, pero eso no implicaba el olvido del
compromiso político.
Dramaturgo y narrador, dejó obras impares como Israfel,
Cuentos crueles, Las panteras y el templo, El que tiene sed, Las maquinarias de
la noche, Ser escritor, El oficio de mentir, El evangelio según Van Hutten y El
espejo que tiembla. Las palabras y los días, de 1988, es uno de sus libros más
personales.El año pasado Alfaguara había dado a conocer una antología de
cuentos, Del mundo que conocimos, que preparó con ayuda de sus alumnos del
taller.
Su obra fue traducida a varios idiomas y ejerció gran
influencia en narradores más jóvenes, como Guillermo Martínez, Juan Forn y
Gonzalo Garcés, que participaron en los célebres talleres literarios del
escritor. Castillo recibió el Primer Premio Municipal por El que tiene sed y el
Segundo Premio Nacional por Crónica de un iniciado. Por el conjunto de su obra,
obtuvo el Premio Nacional Esteban Echeverría. El espejo que tiembla, de 2005,
ganó el premio José María Arguedas en 2007. En 2014, recibió el premio Konex de
Brillante por su trayectoria.
Nota de LA NACION
Daniel Gigena - 2 de mayo de 2017
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