ABELARDO CASTILLO.
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escritor argentino
nacido en San Pedro, Buenos Aires en 1935
En este blog EL BOLICHO, hemos publicado la biografía de este escritor argentino, ABELARDO CASTILLO, el 27 de marzo de 2014, para quienes deseen leer, y algunos de sus cuentos.
Muchas gracias.
ABELARDO CASTILLO
Un
taller literario de cinco minutos
(por Abelardo Castillo)
(por Abelardo Castillo)
El
único taller literario al que fui duró cinco minutos, yo tenía dieciseis años.
Había escrito un cuento larguísimo que se llamaba "El último poeta".
Y fui a léerselo a un viejo, muy raro y muy sabio, que vivía en San Pedro,
Bosio Arnaes, que parecía un búho. Había escrito una novela inmensa sobre los
isleños. Una de las últimas veces que lo vi estaba estudiando ruso para leer a
Dostoievski en ruso; la última, casi ciego, lo estaba leyendo en ruso.
Recuerdo
su mesa llena de papeles y de mapamundis. Lo que voy a decir ahora ya lo conté
muchas veces, y hasta lo escribí, pero ya que estoy lo vuelvo a contar. A la
gente le gusta que le cuenten siempre lo mismo, por eso existe la literatura.
La
cosa es que voy a la casa de Bosio Arnaes y le leo el principio de mi cuento,
que empezaba así: "Por el sendero venía avanzando, el viejecillo". Y
fue todo lo que leí, porque me paró y me dijo: "¿Por qué sendero y no
camino? ¿Por qué en lugar de 'avanzando' no ponemos 'caminando'? La gente no
avanza, camina. ¿Por qué 'viejecillo' y no 'viejito' o 'viejo' o 'anciano'?
¿Por qué 'el' viejecillo y no 'un' viejecillo, dado que no conocíamos el
personaje?" Y cuando yo ya pensaba que era imposible cometer tantos
errores en una frase tan corta, me preguntó por qué no lo había escrito, por lo
menos en el sentido gramatical lógico: "El viejecillo venía avanzando por
el sendero". Yo era muy joven y arrogante, mi única respuesta fue
"porque ese es mi estilo, señor". El viejo me miró largo y dijo:
"Antes de tener estilo, hay que aprender a escribir". Ese fue mi
único taller literario, cinco minutos de duración.
Desde
entonces creo que corregir es un trabajo de humildad, arriesgarse a descubrir
que aquello que escribiste puede no ser estupendo sino más bien un mamarracho.
Abelardo Castillo.
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