nacía el poeta JUAN CARLOS LAMADRID
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Biografía de LUIS ALPOSTA, publicada en la página webb TODOTANGO.
POETA
30 de octubre de 1910 - 16 de agosto de 1985
Cuando un hombre nos dice que fue «todo lo malo que podemos
imaginar», nos desarma y nos desubica; o, por el contrario, nos ubica demasiado
porque pone importantes facetas de su personalidad al alcance de nuestra mano,
de nuestra imaginación o de nuestra suspicacia.
Primera cualidad de La Madrid: una franqueza detonante, poco
común, que golpea las verdades con sus puños entre trago y trago. Segunda: se
mostró y se muestra siempre como auténticamente apasionado en todo lo que
emprende («Oh, pasión, callejuela del alma»).
Este «devorador del hampa» fue un poeta de «versos varones» que
llevaba dentro de sí la locura de una multitud, que fue fascinante, bravo y
tumultuoso como el mar que tanto admiró en el Sur, que vio con su «ojo cámara» tantas
noches y tantas madrugadas, que frecuentó boliches y garitos y que fue amigo de
«obreros, giles y chorros", de hombres de tango y poetas de la calle con
quienes compartió el estaño y la aventura de vivir.
Nació en el barrio de Flores («barrio de magnolias y astros»),
el mismo día en que nació Miguel Hernández, acaso el más grande poeta de este
siglo, según su juicio.
«Después —me cuenta— fueron años y años de guerrear de frente
y sin aliviada; rata de ring, trabajé entrenando profesionales por tres pesos
el round, cantor y bailarín de tangos, actor de Shakespeare, periodista,
profesor de literatura, vendedor de libros y especialidades mecánicas,
empresario, programero de radio y TV en el más alto nivel».
Fue un hombre que no se sentía nunca solo mientras lo acompañaran
«meseros, pungas y guapos» con quienes alcanzó el perfecto diálogo en su ronco
chamuyo.
La Madrid, dibujo de Luis Alposta
Nada es artificial ni fabricado en este habitante de la vida.
Su “Rosa Buenos Aires” alcanza en su obra un “papel protagónico” y poemas como “El
mercado” tienen verdadero valor antológico: por su verismo, por su
autenticidad, su intención testimonial.
No sin fundamento escribió este hombre grandote y vital:
«Soy un confín,
una violencia,
un espasmo de fuego
en medio de la música llovida.»
Sin duda, el calor de su sangre y la impetuosidad de
pensamiento corrieron por sus versos llenos de variadas tonalidades. Hace años
pedía ya: «Dadme el lejano azul», «yo reclamo el color...» Tal vez por eso pensó
en “amasijarse” cuando comenzó su ceguera hace diez años. Pero yo, que solía
compartir el vino amigo con este viejo Lama, en su maleva corte de los
milagros, asegurré, en aquel entonces, que aún tenía cuerda para rato; tanto es
así que pronto conocimos otro libro suyo: “Los visitantes de la nada”.
Este “misterioso Apolo” que también cantó a la patria y a los
vientos y soledades del Sur, tuvo una “formación literaria de vanguardia” (enrolado
en el invencionismo), pero se encauza definitivamente en el porteñismo y al
respecto aclara: «Escribo utilizando la jerga lunfarda porque es un idioma de
pueblo que integra el buen decir de mi cuidad y por lo mismo me integra, tal
como mis amores, mis odios, mis poemas, mi pasado, mi presente y mi futuro».
En la Academia Porteña del Lunfardo ocupó el sillón que está puesto
bajo la advocación de Carlos Gardel; y es oportuno señalar que como autor de
tangos ha escrito letras como “Fugitiva”, considerada «un verdadero hito en el
historia de las letras tangueras».
Y así lo veo a La Madrid, un hombre que va corriendo “hacia
la muerte por la vida”, pero sin dejar de ser optimista y de vivir “a razón de 25
horas por día”.
De su obra poética, se destacan: en 1958, “Hombre sumado”. Primer
Premio de la Municipalidad de Buenos Aires y Faja de Honor de la SADE; y en 1981,
“Pequeña rosa lunfarda”, Editorial Torres Agüero.
Extraído del libro de Luis Alposta, “Antología del soneto
lunfardo”, Editorial Corregidor, año 2007.
fuente: TODOTANGO.
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