nacía ALFREDO LUCERO PALACIOS
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Biografía de LITO BAYARDO, con aportes de NESTOR PINSON
publicada en la página webb TODOTANGO
Fuente: “Mis 50 años con la canción Argentina”
de Lito Bayardo y apuntes de Carlos P. Alvarez.
CANTOR, AUTOR, Y GUITARRERO
20 de octubre de 1910 - 2 de junio de 1974
Su trayectoria fue de mediana extensión y apenas si llegó al
disco con algo más de 20 títulos, de ellos sólo dos fueron tangos y tres valses
que solían integrar los repertorios tangueros, el resto son canciones y zambas.
De un carácter no muy templado más bien melancólico, lo cual
resultó un peso a la hora de imponerse en su trabajo, de allí el porqué de su
carrera con altibajos.
Fue un cantor de agradable tonalidad y delicada coloratura
de voz, un tenorino típico de los años treinta, muy suave y afinado, hasta un
poquito triste. Es una pena que nos haya legado tan pocos registros.
Para algunos cronistas, fue el primer vocalista de la
orquesta de Aníbal Troilo, nada más equivocado. Cuando se inauguró dicha
agrupación, el primero fue Francisco Fiorentino quien, al ausentarse por un
tiempo —alrededor de cuatro meses— y por una razón nunca aclarada, se produjo
la circunstancia de su reemplazo por Lucero Palacios. Y el principal motivo que
fuera él y no otro, se debió a que en aquellos momentos —año 1940—, él y Troilo
coincidían trabajando en LR1 Radio El Mundo. No llegó a grabar, siendo junto a
Roberto Achával, los únicos cantores de la orquesta de Troilo que no dejaron
registro fonográfico.
En su libro de memorias, Lito Bayardo cuenta que conoció a
Lucero Palacios cuando hizo una temporada por Radio Belgrano formando parte de
una propuesta titulada “Cuadros argentinos”, idea y dirección de Antonio
Molina, por entonces empresario y además primer y único esposo de Nelly Omar.
«Fueron dos meses cómodos y luego a patear nuevamente la
calle para conseguir trabajo. Así, una noche en la esquina de Corrientes y
Libertad me encontré con un amigo recién llegado desde Rosario que también
buscaba ubicarse, era el pianista Manuel Sucher. Tenía la promesa de acompañar
a la cancionista Fanny Loy, esposa del profesor de baile Domingo Gaeta, muy
recordado por la publicidad en muchos diarios ofreciendo cursos por
correspondencia. Quedamos en encontrarnos en la confitería Nobel y cuando la
cita llegó, en otra mesa estaba Lucero Palacios. Nos juntamos y la charla se
encaminó a que posibilidad teníamos para hacer unos pesos, nuestro problema del
momento. El suyo aún peor pues alquilaba una pieza y como ya debía cuatro meses
no le dejaban sacar ni la valija ni la guitarra. Un conocido que se nos había
acercado y escuchaba nuestra charla dijo iluminado: “Ustedes dos cantan, y él
toca el piano, con la guitarra se defienden ¿por qué no forman un trío?”. Nos
quedamos mudos.
«Claro, Alfredo ya traía experiencia desde Rosario
trabajando en varias radios, en una orquesta, como solista también y a dúo con otro
muchacho, pero por tener más experiencia en la ciudad dejaron en mis manos
recorrer las emisoras a las que podríamos interesarles. Hablé con Gaeta que había
alquilado una sala con piano en la entonces calle Cangallo 1171 (hoy Presidente
Perón), para que nos permitiera ensayar unas horas. Lo hicimos con cinco temas,
buen número para enfrentar cualquier prueba. Los amigos opinaban que el trío
ofrecía un color grato en cuanto a la amalgama armónica, especialmente cuando
Palacios colocaba la primera voz y Sucher superaba los arreglos musicales. No
conseguíamos lugar en ninguna radio, pero aún quedaban dos Prieto y Argentina,
que funcionaban juntas en Bolívar e Independencia.
«Radio Prieto estaba dirigida por José Zatzkin, autor de
varias letras para canciones. Tuve que mentir, dije que veníamos de gira por
toda Sudamérica, que allí esa radio se escuchaba muy bien y que nuestro estilo
se emparentaba con el del trío Irusta, Fugazot, Demare. El hombre se interesó y
tuvimos una cita para días después, nos quería escuchar. Dimos una prueba, fue
bien aceptada y la respuesta fueron dos veces por semana durante dos meses a 25
pesos por programa para cada uno.
«Fue un tiempo feliz. Ya estaba por cumplirse la temporada,
era 1936, cuando fuimos a ensayar a la editorial de Julio Korn, en la avenida
Entre Ríos al 400 y lo veo a José Razzano al que ya conocía, le presenté a los
compañeros y me dijo que nos había escuchado, pasó a nuestro camarín y le
cantamos un tema suyo y de Gardel: “La criolla”, lo vi contento y me tiré el
lance. La respuesta fue positiva.
Era amigo de Pablo Osvaldo Valle a cargo de Radio El Mundo. Cuando nos recibió, días mas tarde, explicó que deseaba a Irusta, Fugazot y Demare, pero recién se habían separado y nosotros, según la recomendación, le veníamos muy bien. Nos ofreció mil pesos a cada uno por mes, dos veces por semana y dos meses de actuación. No lo podíamos creer. Además, nos ofreció a los guitarristas de la empresa, los hermanos Puccio. Actuamos Lucero Palacios y yo, Sucher siguió otro camino. Los acompañantes guitarreros pasaron a ser Alberro, Spina y Zaldívar, además del pianista Juan Larenza. También en ese lapso cantamos en la formación dirigida por Alberto Gambino, también en la orquesta tropical de Efraín Orozco formando un trío con “La Mejicanita”.
Era amigo de Pablo Osvaldo Valle a cargo de Radio El Mundo. Cuando nos recibió, días mas tarde, explicó que deseaba a Irusta, Fugazot y Demare, pero recién se habían separado y nosotros, según la recomendación, le veníamos muy bien. Nos ofreció mil pesos a cada uno por mes, dos veces por semana y dos meses de actuación. No lo podíamos creer. Además, nos ofreció a los guitarristas de la empresa, los hermanos Puccio. Actuamos Lucero Palacios y yo, Sucher siguió otro camino. Los acompañantes guitarreros pasaron a ser Alberro, Spina y Zaldívar, además del pianista Juan Larenza. También en ese lapso cantamos en la formación dirigida por Alberto Gambino, también en la orquesta tropical de Efraín Orozco formando un trío con “La Mejicanita”.
«Lucero no compartía la buena época que yo vivía, un halo de
angustia, de desazón no dejaba de rodearlo. Nos separamos amigos. Más tarde, él
formó parte del trío Palacios-Riverol-Cabral, con breves intervenciones en la
orquesta de Miguel Caló y, brevemente, integró una formación dirigida por
Sebastián Piana. Aquí registró en 1942 dos tangos: “Hormiga negra” y “El
payador”.»
Previamente, entre 1940 y 1941, el dúo Bayardo–Palacios llegó al disco con cuatro temas, ninguno fue tango: la zamba “Tierra gaucha”, la chacarera “Tan presumida”, el pasillo “La despedida” y el estilo “Paloma”. Con Caló el anteriormente mencionado trío grabó dos valses: “El plebeyo” y “Abandono”.
Finalmente, con Juan José Riverol y Ángel Cabral registraron, entre 1951 y 1954, más de 15 temas, de los que podemos destacar, “Que nadie sepa mi sufrir” y que hiciera famoso en el mundo la gran Edith Piaf, pero con otra letra y otro titulo.
Fuente: “Mis 50 años con la canción Argentina” de Lito
Bayardo y apuntes de Carlos P. Alvarez.
TODOTANGO.
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