ALBERTO SOIFER.
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Semblanza de JULIO NUDLER
publicada en la página webb TODOTANGO
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998
COMPOSITOR, PIANISTA, DIRECTOR
1 de agosto de
1907 - 1 de septiembre de 1977Nombre completo: Abraham Moisés Soifer
Nació en Coronel
Suárez, pequeña ciudad bonaerense que no se privó de contar con una compacta
colonia judía, su sinagoga, su biblioteca hebrea y su severo rabino, que
descargaba reglazos sobre sus alumnos.
Su padre, José
Soifer, que había llegado en 1902, casado y con dos hijos, desde Kayanka, cerca
de Odessa, tenía un almacén de ramos generales, donde despachaba grapa o vendía
cosechadoras, además de comerciar en frutos del país. Continuaba así en la
pampa argentina con la misma actividad que había tenido su familia en Ucrania.
Varios de los
siete hijos estudiaban música: Jaime y Luis eran violinistas; Samuel pianista.
Abrabam estudiaba piano en la filial del conservatorio Santa Cecilia y ya
tocaba en los cines del Centro Español y en el Luciano Manara de la Sociedad
Italiana. Al concluir la Gran Guerra en Europa, su padre tuvo que liquidar el
negocio y se mudaron a Buenos Aires.
Quería ser
futbolista pero los padres y sus hermanos mayores lo ataban al piano,
instrumento que hasta los once años odió con todas las fuerzas de su alma.
Cuando llegó a Buenos Aires y continuó sus estudios en la matriz del Santa
Cecilia, sobrevino un cambio absoluto: comenzó a adorar la música; y aunque
estaba concentrado en la clásica, el tango lo atraía poderosamente, casi tanto
como las mujeres. Y muy pronto inició su carrera en él.
Sucedió a
comienzos de los '20 en el Casino Pigall, donde reemplazaba a Humberto Canaro en
la sección vermuth, tocando con una orquesta suplente de Francisco. En aquel
conjunto tocaba el violinista Rafael Tuegols, matarife en Avellaneda y apodado
El Viejo, tan rústico con su instrumento como inspirado al componer. Sirva
"Zorro gris" de ejemplo. Tuegols fue respaldo y guía para Soifer.
Estaban allí los bandoneonistas Américo y Emilio Bianchi. Alberto era alguien
especial en aquel ambiente, porque iba al Colegio Nacional, porque leía y
escribía de corrido y porque además tocaba "por música".
Orquesta Alberto Soifer
Alberto llegó a
la orquesta de Francisco Canaro para suplir al pianista Luis Riccardi, que
había enfermado. Admiró, por sobre todas, dos cualidades de Pirincho: su
inventiva musical y su capacidad empresaria. Como anotador de muchos tangos
compuestos por Canaro, que ignoraba la escritura musical, Soifer se indignaba
con quienes decían que Francisco compraba tangos de otros, y juraba poder
reconocer por su estilo, cualquier obra del compositor de
"Charamusca".
Después estuvo
con Juan Maglio "Pacho" (cuyo segundo violín era Mauricio Saiovich),
que con sus bigotazos hacía un tango muy ligado, de poca marcación rítmica.
Pacho lo devolvía de noche a la casa de la calle Catamarca en coche de
caballos, lo metía en el zaguán y cerraba la puerta.
Pasó por gran
cantidad de orquestas hasta que llegó a la del bandoneonista Carlos Marcucci,
con quien se vinculó en 1928 y a quien Soifer siempre recordaría como una
"rara avis" en el ambiente, silencioso como una monja, absolutamente
introvertido, con grandes ojos miopes que cubría con gafas aun más grandes.
Marcucci no tocaba el bandoneón: se acoplaba a él tras extender, como
cumpliendo un rito, el falderín de terciopelo sobre las rodillas. Alberto fue
su hombre de negocios, porque de haber quedado esos asuntos a cargo del
desprendido de Marcucci, en pocos meses todos los músicos -entre los que se
contaba el estibador y bandoneonista Salvador Grupillo y el violinista Luis
Gutiérrez del Barrio- hubieran quedado reducidos a la mendicidad.
Estuvieron a
punto de acompañar a Gardel en una gira, pero no lo dejaron viajar porque era
menor de edad y Marcucci tampoco viajó. De aquellos años quedó, entre tantos
recuerdos, el de la extraña manera en que grabaron "Mi dolor". La
RCA-Victor tenía entonces sus estudios en Suipacha al 100, pero al llegar allí,
el técnico de grabación, un norteamericano, los instaló en el patio de la
casona. «Al aire libre suena mejor», les dijo, y nadie le creyó. Pero se
convencieron al oír luego la placa. Aquel Buenos Aires apacible permitía esos
experimentos.
Actuaron en el
American Dancing, en el cine Paramount, compitiendo en la misma cuadra de la
calle Lavalle con los sextetos de Carlos Di Sarli y de Juan D'Arienzo. Cuando
hacia 1930 se generalizó el cine sonoro, disolviéndose muchas orquestas típicas
que ya no tenían dónde actuar, Alberto se fue a Mendoza para hacer de todo,
desde vender anuncios de radio en comarcas de la precordillera hasta instalar
con dos amigos una estación de servicio. Pero aquel paréntesis no duró
demasiado.
El éxito también
podía ser una maldición, según supo Soifer cuando tras su regreso compuso
"Suavemente", un foxtrot que todo el mundo cantaba y él hallaba
horripilante y cursi. Otro suceso suyo fue la milonga "Negrito".
Fernando Ochoa le presentó entonces a Luis Bayón Herrera y Manuel Romero en el
Porteño, importante teatro de revistas luego desaparecido. De esa manera
comenzaron los veintidós años en que Alberto musicalizó las películas
-generalmente olvidables- de esos dos directores para los estudios Efa y
Lumiton. La primera fue "Noches de Buenos Aires", con el tango
homónimo de Soifer, que grabaron Alberto Gómez, Charlo y Alberto Vila, entre
otros. Empezó además a escribir para el teatro de revistas, género superficial
en el que acumuló treinta y dos estrenos entre el Maipo y El Nacional.
En 1933, Soifer
cumplió en Radio Belgrano todas las funciones imaginables: director artístico,
probador, pianista, integrante del cuarteto clásico de la estación y conductor
de la orquesta sinfónica. «No te hago barrer porque no manejás bien la escoba»,
le decía Jaime Yankelevich. Como asesor de Molinos Río de la Plata, Soifer creó
en 1942, junto a Pedro Barbé, "Ronda de Ases", que se emitía por
Radio El Mundo desde un siempre desbordado Teatro Casino. En los cafés, cuando
irradiaban el programa el pocillo costaba cinco centavos más. Por aquella
audición pasaron las orquestas más celebradas, y Soifer aprovechó para incluir
la suya. Ese mismo año, creó en Radio Belgrano una nutrida agrupación de tango
sinfónico, con arreglos de Bernardo Stalman.
De 1941 a 1945
dirigió su propia orquesta, en la que contaba con los bandoneonistas Julio
Ahumada y Héctor Presas, Bernardo Stalman como primer violín (Luis Stalman hizo
sólo cambios). En el piano estuvo primero Soifer, pero pronto lo reemplazó José
Basso, que permaneció buen tiempo. Su cantor fue el luego muy popular Roberto
Quiroga, a quien Soifer descubrió de manera increíble. Había llevado a arreglar
una pluma fuente a Tailhade & Cía., en Cangallo 445. El muchacho que se
encargaba de la tarea cantaba tango tras tango mientras cumplía su menester.
«¿Qué quiere, que lo contrate?», le preguntó Soifer en chiste, sabiendo que
aquel empleado lo había reconocido. Al día siguiente lo probaba en radio El
Mundo, y pocos días más tarde lo hacía debutar con la orquesta. Soifer terminó
echándolo en 1944 para que pudiera levantar vuelo como solista, con sus
veleidades gardelianas.
La orquesta
ensayaba en la sala de la casa donde vivían los hermanos Soifer en Liniers, en
Ventura Bosch y El Rastreador. Abrían las persianas y en la acera se reunían a
escucharlos todos los repartidores del barrio y unos cuantos vecinos.
De Soifer
director quedaron los escasos discos que para la Victor grabó su orquesta,
delicadamente rítmica, de arreglos muy diáfanos y cuidada sonoridad. El
instrumental "Alondras", compuesto por el propio Soifer, registrado
en 1942, y dos tangos cantados por Quiroga, "Solo y triste como
ayer", de Alberto San Miguel y Homero Expósito, y "Sin
salvación", de José Basso, Héctor Presas y Francisco Manfredi, ambos de
1943, son lo más logrado.
En 1941 ya casado
y con dos hijas pequeñas, Soifer viajó a Europa por unos meses, pero se quedó
en España veintitrés años, absorbido por el cine. Su primer empleo fue en la
productora del legendario y muy franquista noticiero No-Do. Durante su larga
ausencia viajó treinta y seis veces a la Argentina.
En sus últimos
años, ya definitivamente de regreso, compuso con Cátulo Castillo los diez temas
de "Los inquilinos de la noche", y, con Horacio Ferrer, los tangos de
la serie "La ciudad de los reos". Cuando murió, en 1977, quedó en su
departamento un baúl lleno de música, fotos y recortes que fueron a la basura.
La mujer llamó al portero, y éste se encargó de que todo desapareciera.
Extraído del
libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1998.
fuente: TODOTANGO.
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Fragmentos de película musicalizada por Soifer
CHARLO, LA PIEDRA DEL ESCANDALO
CHARLO, LA PIEDRA DEL ESCANDALO
CHARLO - ESTA NOCHE ME EMBORRACHO
SABINA OLMOS - ZORRO GRIS
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