Un día como hoy... 15 de junio... pero de 1916... nacía
HORACIO SALGAN.
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Semblanza de SONIA URSINI
publicada en la página webb TODOTANGO
Extraído del libro: “Horacio Salgán: La supervivencia de un
artista en el tiempo” Ed. Corregidor, 1992.
PIANISTA, COMPOSITOR, DIRECTOR, ARREGLADOR
15 de junio de 1916
Nombre completo: Horacio Adolfo Salgán
Nació en Buenos Aires, en las cercanías del Mercado del
Abasto. Desde los seis años estudió piano y música. Y como tantos otros pibes
que luego hicieron su trayectoria en el tango, ganó el primer dinero con los
pantalones cortos en el cine, ilustrando musicalmente las películas mudas.
Ya transitando el comienzo de la adolescencia recaló en un
cafetín, “El gato negro”, de Corrientes y Leandro Alem. Más tarde ingresó en la
orquesta de Juan Puey. Y fue el organista de la iglesia San Antonio, de Villa
Devoto.
A los 18 años ingresa a Radio Belgrano. Más tarde transitó
Excelsior, Prieto, Stentor, como solista e integrando los conjuntos
acompañantes de los cantores.
El jazz, la música brasileña, el folclore, todos los ritmos
despertaban su curiosidad, también los grandes nombres de la música clásica. A
los veinte años, su primer golpe de suerte, lo escuchó Roberto Firpo que tenía
el “Cuarteto de la Guardia Vieja” y, al mismo tiempo, la orquesta y fue
contratado. En el cuarteto, el piano lo tocaba el maestro y en la orquesta,
Horacio. Fue en esta época que realizó su primer arreglo a pedido de Miguel
Caló: el tango de Francisco Canaro, “Los indios”. Luego integró un trío en
Radio El Mundo desde el órgano, junto a Carlos García (piano) y Bernardo
Stalmann (violín).
Integró la orquesta de Alberto Cima y, en un oportunidad, un
músico de jazz holandés lo escuchó tocar su tema “Choro en Fa” y lo presentó, a
fines de 1942, a la grabadora Simar, allí graba su primer disco.
Su primera orquesta la tuvo en 1944. Al respecto, confesó:
«La idea de formarla está integrada de alguna manera a la composición. Empecé a
componer porque quería hacer un tango de una manera determinada. No con la idea
de ser compositor, sino con la de tocar tangos como a mí me gustaba. Lo mismo
sucedió con la orquesta. Como a mí me gustaba interpretar tangos a mi manera,
la única forma era teniendo mi propio conjunto, entonces la armé. Hay gente que
le gusta ser director de orquesta, pero a mí me interesó mi vocación
pianística. Sin ninguna intención de crear nada».
Un crítico musical francés, escribió en “Le Monde”, de
París: «Las orquestas dirigidas por Salgán de los años 1944 a 1957, amplían la
forma tradicional del tango, profundizan el sentido rítmico y le agregan un
“toque negro”, crean un nuevo tipo de tanguismo profundamente arraigado a su
música, pero receptivo a Bartok, Ravel, el jazz y la música brasileña».
Muchos de los componentes de sus formaciones han sido
músicos trascendentes: Marcos Madrigal, Roberto Di Filippo, Ismael Spitalnik,
Toto D’Amario, Ernesto Baffa, Leopoldo Federico (bandoneonistas); Ramón
Coronel, Holgado Barrios, Víctor Felice, Carmelo Cavalaro (violines); Hamlet
Greco (contrabajo). También, grandes cantores: Edmundo Rivero, Carlos Bermúdez,
Oscar Serpa, Héctor Insúa, Jorge Durán y el hoy ignoto Lucio Tabárez, en la
primera época y luego, Ángel Díaz, Horacio Deval y Roberto Goyeneche. Aquella
primera orquesta estaba formada por cuatro bandoneones, cuatro violines, viola,
cello, contrabajo y piano, más la voz del cantor.
El director artístico de Radio El Mundo le dijo a Salgán que
la orquesta era rara y el cantor imposible. Y tenía razón. Ambos se habían
adelantado en el tiempo. Salgán era un músico para músicos y la voz de Rivero
parecía salir de las entrañas de la tierra. Pero los locales tangueros lo
fueron aceptando de a poco, es cierto. El conjunto se presenta en “El
Germinal”, “El Nacional”, “El Marzotto”, “Tango Bar”, el “Novelty” y muchos
otros. En esa primera etapa hasta 1950, no llegó al disco. Algunos temas de su
repertorio eran: “Ojos negros”, “Shusheta”, “El Marne”, “Racing Club”, “Sueño
azul”, “Trenzas”, “Sus ojos se cerraron”, “La uruguayita Lucía”, “Margarita
Gauthier”, “Rosicler”, “Sueño querido”.
La aventura de tener orquesta propia duró hasta 1947, sin
grabar ni tener mucha repercusión popular. No obstante, su aparición, más allá
de algunos éxitos instrumentales y la presencia de Rivero, consiguió hacer
ingresar en el tango un hálito de vida distinto.
Salgán se dedicó a la composición y a la enseñanza y, en
1950, retornó al frente de un nuevo conjunto. Ocurrió en Radio Belgrano y tuvo
buena recepción. En el año 1957, se suceden las actuaciones, giras, numerosas
presentaciones públicas y por fin los discos. El primero con dos
instrumentales: “La clavada” y “Recuerdo”. Aparte de los vocalistas Ángel Díaz,
Horacio Deval y Goyeneche cabe agregar a Héctor Ortiz y Mario D’Elia para unos
programas en Radio Splendid.
Salgán observó antes que otros, que el esplendor del tango
empezaba a palidecer. Los locales habían reducido sus presupuestos y los
conjuntos a disminuir sus componentes. Fue drástico y terminó para siempre como
conductor de sus propios conjuntos. Los apremios económicos lo llevaron a
trabajar como pianista en la confitería “New Inn”, donde se encuentra con
Ciriaco Ortiz y forman un dúo. Poco después, los dueños de aquel lugar
inauguraron “Jamaica”, en Paraguay y San Martín, allí se conoce con el guitarrista
Ubaldo De Lío. El nuevo rubro ensambló a la perfección y despertó la admiración
del público, que pronto se tradujo en éxito. Las actuaciones se multiplicaron y
grabaron discos.
Nuevamente el azar le dio una mano. Estaban trabajando en el
restaurante del Automóvil Club, allí también se presentó otro dúo, el de
Francini con el contrabajista Rafael Ferro. Un amigo común, el escribano
Santiago Landajo, les propone unirse, se prueban de sorpresa y el público los
anima a seguir, pero faltaba un instrumento más, el bandoneón. Ya decididos a
formar un quinteto van a la búsqueda de un instrumentista. En la confitería
Richmond era habitual la presencia de Pedro Laurenz, que iba a escucharlos. No
tenía orquesta y hacía tiempo no se lo escuchaba. Lo invitaron a tomar un café
y allí le propusieron unirse a ellos. Por primera y única vez observaron
quebrarse la habitual seriedad de Laurenz.
Así nació el Quinteto Real, que debutó a comienzos de 1960
en Radio El Mundo con el padrinazgo de Aníbal Troilo y presentados por Antonio
Carrizo. Al año siguiente Quicho Díaz reemplaza a Rafael Ferro. Giras
permanentes, varios viajes a Japón y Europa y el ansiado éxito que duró diez
años. En forma paralela, siguió presentándose con De Lío, acompañados al piano
por Carlos García e incluso con el agregado del folclorista Adolfo Ábalos.
En 1969, se unió a ensayar y practicar con su colega Dante
Amicarelli. Por puro placer hacen música durante cuatro años. Dante provenía
del jazz, fue pianista de Eduardo Armani y era arreglador y músico estable de
Radio Belgrano. Se abocaron a la enseñanza y fundaron un Instituto de Estudios
Musicales, también tuvieron tiempo de grabar dos discos para el sello Philips:
“Dos virtuosos del piano” y “El bosque mágico”. Ambos contenían diversos ritmos
con temas muy elaborados.
Años mas tarde, a pedido de un sello japonés armó nuevamente
el quinteto con el rótulo de Nuevo Quinteto Real. Estaba compuesto por Salgán,
De Lío, Leopoldo Federico (luego reemplazado por Néstor Marconi), Antonio Agri
y Omar Murtagh.
Sus temas más importantes: “Del 1 al 5 (Días de pago)”
(1944), “Don Agustín Bardi” (1947), “Entre tango y tango” (1953), “Grillito”,
“La llamó silbando”, “Cortada de San Ignacio” (milonga), “A fuego lento”, su
título de mayor repercusión popular. Los valses: “A una mujer” y “En tu
corazón”, “Motivo de vals”, que nació de una contramelodía que realizó durante
un arreglo a “Llorarás, llorarás”, de Hugo Gutiérrez. Cuando lo escuchó Carlos
Bahr, dijo: «Ahí hay un motivo de vals.», finalmente le puso letra.
Como final, un brevísimo perfil de su personalidad: «En su
trato habitual es cordial y sencillo. Se muestra naturalmente espontáneo y
maneja hábilmente, un luminoso sentido de humor que le ha granjeado simpatías
de amigos y público. Ocurrente, en sus bromas sobrio y medido. Mantiene con los
demás un límite tan preciso como amable y respetuoso».
Extraído del libro: “Horacio Salgán: La supervivencia de un
artista en el tiempo”. Ed. Corregidor, 1992.
fuente: TODOTANGO.
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