CLARIN.COM MUSICA
03.10.2010 | Por
Andrés Casak, Especial Para Clarín
EL REGRESO DEL
CANTOR
Ariel Ardit. El
cantante armó su orquesta típica y repasó clásicos a la manera tradicional, en el
ciclo Música de la Ciudad.
Viaje a la década del 40, ARIEL ARDIT revitaliza a la figura del cantor de orquesta con su propia formación.
Con la
presentación del cantor Ariel Ardit junto a una orquesta, quedó inaugurada la
trigésima segunda edición del ciclo Música en la ciudad: estampa fiel de Buenos
Aires , que organizan Clarín y la Sociedad de Distribuidores de Diarios,
Revistas y Afines. El encuentro seguirá todos los viernes de octubre en el
auditorio de SDDRA con entrada gratuita y bajo la conducción de Nolo Correa. La
apertura fue un viaje sin escalas al epicentro de la orquesta típica: la década
del 40. Desde sus tiempos en El Arranque a su etapa solista, Ariel Ardit
siempre tuvo como motor la figura del cantor de orquesta, pero si eso antes
latía implícitamente en sus interpretaciones, en la técnica lírica y en el modo
certero de subordinar su voz a la música, ahora cumplió el sueño cabalmente:
formó una orquesta típica dirigida por Andrés Linetzky con la que lanzó el CD y
DVD A los cantores , grabados en vivo, con un repertorio que hace foco en los
grandes éxitos de los binomios de cantor y director de orquesta.
Musicalmente,
planteó el concierto con obras clásicas, en sintonía con el concepto de su
reciente disco. Ardit abrió la noche con Tres esquinas y Malvón , dos preciosos
tangos evocativos que remiten invariablemente al canto entrañable de Angel
Vargas y Enrique Campos, respectivamente. También reverberaron los ecos de los
dúos de cantores cuando invitó a subir a Esteban Riera para hacer una versión
de Pregonera . Pero mucho más que una mirada revisionista o un paseo por la
nostalgia, es como si Ardit dialogara con esa tradición de los cantores de
orquesta, como si tomara una fotografía de esa época para luego imprimirle una
fisonomía actual. Sin impostaciones, su voz conectó naturalmente con el intenso
dramatismo que requiere una obra como La luz de un fósforo o con la alegre
liviandad del valsecito La vieja serenata .
La orquesta que
lo acompañó se proyecta como el complemento exacto para revitalizar los tangos
de los años 40. Integrada por Andrés Linetzky (dirección, arreglos y piano),
Federico Pereiro, Yuki Okumura, Federico Santisteban y Nicolás Capsitsky
(bandoneones), Ramiro Gallo, Guillermo Rubino y Pedro Pedroso (violines),
Elizabeth Ridolfi (viola) y Pedro Chaile (contrabajo). Sin dejar de combinar el
aspecto bailable con interpretaciones que no permiten distracción, equilibró
los espacios del cantor con el lucimiento grupal de la orquesta, en una rítmica
y poderosa versión de Esta noche de luna y en el estupendo arreglo de
Marioneta, con pasajes lúdicos que parecieron salidos de una cajita musical. La
fila de cuerdas brilló especialmente en las piezas más líricas ( Nido gaucho ,
El vals soñador ). El final llegó con el caballito de batalla de Ardit: Mariposita
, aquel tango romántico de Aieta y García Jiménez que exhumó cuando era el
vocalista de El Arranque, y que el público conoce y corea de memoria en cada
presentación. El viernes no fue la excepción.
CLARIN.COM MUSICA
03.10.2010 | Por
Andrés Casak, Especial Para Clarín
CLARIN.COM MUSICA
15.10.2011
EL BRILLO DE UN CANTOR DE TANGOS
ARIEL ARDIT en el
ciclo Música en la Ciudad.
Con su orquesta
típica y ALBERTO PODESTA de invitado.
Fina estampa, ARIEL ARDIT recrea la figura del cantor de tangos
más clásico.
Presentado por el
conductor Nolo Correa como “el heredero de las voces que marcaron el tango”, el
cantor Ariel Ardit fue el protagonista excluyente de la segunda fecha del ciclo
“Música en la Ciudad: estampa fiel de Buenos Aires”, que organizan todos los
viernes de octubre Clarín y la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas
y Afines en el auditorio de la Avenida Belgrano, con entrada gratuita. El
concierto del viernes fue una nueva muestra de la sintonía fina de Ardit con la
mejor tradición del tango de los años 40. En rigor, siempre hizo foco en la
figura del cantor de orquesta, pero en los últimos tiempos pulió su idea y fue
directo al grano: armó una orquesta típica con la que grabó un disco en vivo
que se debate entre tangos conocidos pero no fatigados y otros más secretos,
siempre con arreglos del pianista Andrés Linetzky.
La presentación
abrió con un popurrí de tangos en versiones instrumentales y siguió con Tres
esquinas, Malvón y Lejos de Buenos Aires, tres obras de corte evocativo que
remiten al paisaje y a la cultura de otra época, con letras que hablan de
glicinas y parrales, y con el homenaje explícito a las viejas glorias -los
cantores Ángel Vargas, Enrique Campos y Raúl Berón, respectivamente-. Sin
embargo, Ardit evitó el tono paródico gracias a la expresividad de su voz y a
los arreglos que redescubren piezas imperecederas y lozanas, como Nido gaucho,
Marioneta y El vals soñador. En este sentido, el aporte de la orquesta que
integran Cristián Asato (piano), Federico Pereiro, Yuki Okumura, Renato
Venturini y Pablo Amado (bandoneones), Serdar Geldimuradov, Pedro Pedroso y
Perla Flores (violines), Cristina Vara (viola) y Pedro Chaile (contrabajo)
también fue fundamental: la típica pareció armada a la medida del cantor a
compás. Al rescate del tango romántico a Esta noche de luna le siguió la
milonga Cimarrón de ausencia y el precioso valsecito peruano Amarraditos, todo
matizado por intervenciones con un poco de humor y de recuerdos: Ardit contó
anécdotas de Antonio Carrizo y resaltó su importancia como maestro de
ceremonias durante años del ciclo.
Pero
evidentemente la presencia como invitado de Alberto Podestá funcionó como el
momento especial de la noche. Con un lugar en la historia grande del tango, es
uno de los cantores que modelaron el canto de Ardit y uno a los cuales
homenajea en su último disco. Juntos hicieron La vieja serenata, que mostró en
tiempo presente de qué madera estaba tallada la raza de cantores de los años
40, cuando la voz tenía el espacio justo y era un engranaje más del equilibrio
orquestal.
Así, con una
propuesta conceptual que remitió al cantor de orquesta, cruzando su estampa
tanguera y recuperando esa tradición para encarnar una versión actual, Ardit se
despidió del público al cabo de una hora y media de presentación. Cerró con un
bis que funciona como caballito de batalla desde sus tiempos en El Arranque:
Mariposita. El auditorio, desbordado, lo festejó y aplaudió de pie.
CLARIN.COM MUSICA
15.10.2011
CLARIN.COM 20.04.2012
Nota de Silvia
Lamazares
EL CONFESIONARIO:Ariel
Ardit: "Yo quería ser Gardel"
Cantor
extraordinario, se define “testarudo”. Soñaba con ser futbolista, pero al menos
llegó a imitar al ‘Hacha’ Ludueña. Fue luchador de catch. Es un luchador.
Arielito , le
dice el mozo. Bar notable de Flores. Artista notable, donde sea que vaya. Nació
en Córdoba, creció y se formó en Buenos Aires, el mes que viene lo esperan en
Italia, España y Francia (participará, en el Châtelet de París, del prestigioso
festival de ‘La voz’). Y él va, como va a dónde quiera, siempre con esa
simpleza que para otros pareciera ser una especie en extinción. Para él no. Y
Arielito se sienta a la mesa de La farmacia -cálido café de Directorio y Rivera
Indarte, rodeado de frascos de época, de imágenes de viejas glorias que guiñan
desde la pared-, con los pies sobre el viejo y querido mosaico. Atmósfera ideal
para charlar sobre esa infancia en la que “era un atorrante, siempre haciendo
travesuras, queriendo divertirme, siempre tratando de lograr lo que me proponía.
Era testarudo y en eso me sigo reconociendo... Soy de insistir, soy muy de
pelear las cosas”, regala Ariel Ardit, capo cantor en el camino de los grandes.
¿Eso es más
tenacidad que capricho o...? Sí, totalmente. Tenacidad pura. Yo quiero algo,
porque creo en ese algo, y no me importa lo que hay en el medio. Y no me ha ido
mal con eso. Cuando tenía 8 años quise tener mi primera salida solo, de noche y
por Corrientes, y lo conseguí (ver La anécdota ). Y de grande también me veo
haciendo esas cosas que hacía de pibe. Bueno, la orquesta típica es una
travesura.
De traje y
zapatos lustrados sobre el escenario, Ardit se recorta de sus colegas por
rescatar y recrear el tango de los ‘40. Y suena de maravillas. “Si en este
momento agarrás a cien personas del tango, nadie te dice que está bueno una
orquesta como proyecto artístico. Yo nunca lo medí así, lo medí como que quería
darme ese gusto”, comparte, con la misión cumplida.
Un café, un
muchacho de barrio, un fraseo cada tanto para elogiar algunas letras de tango
-es un hacedor de tributos afectivos-, una anécdota tras otra. Un
reconocimiento a sus raíces. “Vengo de una familia que ha hecho mucho antes que
yo lo que yo estoy haciendo ahora... esto de salir a buscar el laburo de
artista. Mi mamá es artista, mis tíos son artistas, mi abuela cantaba, mi tío
abuelo, también. Mamá, por ejemplo, es cantante de folclore, se vino a Buenos
Aires, viajó a Japón, grabó sus primeros discos, después se fue a vivir a
España, volvió y, como tanta gente que es muy talentosa y que capaz no tiene la
posibilidad de llegar a un medio, no tuvo la difusión que se merece. Yo tengo
siempre como referencia ese modelo de trabajo, más allá de lo exitoso o no que
sea. Dar pelea, insisto, es la clave. Mi vieja se vino de Córdoba en el ‘82 -él
tenía 8 años-, separada, con dos chicos, trabajaba de día, cantaba de noche, se
las ingeniaba para que no nos faltara nada”.
Adriana Oviedo,
ella, la que se vuelve protagonista en la entrevista a su hijo, “nunca dejó de
perseguir su sueño. Con menos notas de diario que yo, con menos discos, mamá
sigue preparando material y empezó a componer sus temas. Tiene un espíritu que
yo heredé”.
El chico que
soñaba con ser futbolista y ganarse el puesto de 2 (”era un defensor
aguerrido”) en algún club dice que fue “de todo antes de ser cantor. Es más, ni
me imaginaba esto. Antes de ser ‘Ariel Ardit, el que canta’ he hecho un montón
de cosas. Trabajé en una casa de fotografía, fui repositor de gaseosas en un
supermercado, fui cadete, graboverificador, repartí diarios en dos edificios
cuando tenía 12 años, clasificaba en un local productos de esos... sexuales,
tipo vibrador. Y fui luchador de catch, que es lo que siempre trasciende. Y a
todo le puse onda”.
Tanto, que
aprovechó la oportunidad de tener como compañero de colegio al hijo de Mister
Moto ( figura de Titanes en el ring ) para cumplir su sueño de conocerlo. Fue y
le dijo que quería luchar. Como el físico no lo ayudaba, “hice lo que me
recomendó: licuado todo el tiempo, comía banana, tomaba dos litros de leche por
día... y engordé 22 kilos en seis meses”. En poco tiempo tuvo su traje de El
joven fama en ‘Los colosos de la lucha’.
En el permanente
homenaje a su madre, confiesa que “ella nunca me puso trabas en nada. Me ha
dejado ser lo que quise”.
Y estuvo cerca de
ser lo último que quiso: “Yo quería ser Gardel. Ya lo había escuchado alguna
vez, pero en una madrugada de truco con mis tíos, apareció en un casete y me
llegó de una manera distinta. Yo estaba estudiando canto lírico. Apenas lo
registré dije ‘yo quiero ser eso’.
Me llevé el
casete y lo gasté. Y cuando pude me compré mi primer CD. No hay manera posible
de aproximarse a su estilo que no sea estudiando. Su nivel expresivo y vocal es
supremo”.
Con un notable
parecido a Juan Perón -como le marcaba de pequeño su abuela Bele -, siente que
“todos los cantores quieren ser Gardel, hasta el que te dice que no. El camino
para mí no era el tango, era Gardel. Si él hubiera sido cantante de otra
música, seguramente el tango no habría aparecido. Yo llego al tango por Gardel.
Después me armé otro repertorio, pero mis comienzos fueron con cosas de él y de
Charlo”.
Formado como
cantante lírico, con el maestro Nino Falzetti, el cantor que hoy y el próximo
sábado se presentará en 36 billares , que el 4 y 5 de mayo realizará un show
gratuito en el hall del Teatro San Martín y que el lunes 14 se irá de gira por
Europa pisó por primera vez un escenario a los 4 años, imitando a su ídolo de
Talleres, ’Hacha’ Ludueña, y a Sandro. Y ya de adolescente se probó con el
tango en El boliche de Roberto , y fue elegido para ser el cantor de El
Arranque.
¿La gira tiene
nombre? No. Sí. Ponele ‘gira Ariel Ardit 2012... se puede’ . Porque viajar once
tipos a Europa hoy... La orquesta, que formé hace dos años, viaja completa y
eso demuestra que cuesta, pero, si querés, se puede.
Si por falta de
espacio no hubiera entrado completa la frase de ‘luchador de catch’ , se podría
haber cortado en ‘luchador’ . Y nadie hubiera mentido.
CLARIN.COM 20.04.2012
Nota de Silvia
Lamazares
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