miércoles, 15 de mayo de 2013

ARIEL ARDIT, NOTAS, ENTREVISTAS



CLARIN.COM    MUSICA

03.10.2010 | Por Andrés Casak, Especial Para Clarín




EL REGRESO DEL CANTOR

Ariel Ardit. El cantante armó su orquesta típica y repasó clásicos a la manera tradicional, en el ciclo Música de la Ciudad.



VIAJE A LA DECADA DEL 40 ARIEL ARDIT REVITALIZA LA FIGURA DEL CANTOR DE ORQUESTA CON SU PROPIA FORMACIÓN.

Viaje a la década del 40, ARIEL ARDIT revitaliza a la figura del cantor de orquesta con su propia formación.



Con la presentación del cantor Ariel Ardit junto a una orquesta, quedó inaugurada la trigésima segunda edición del ciclo Música en la ciudad: estampa fiel de Buenos Aires , que organizan Clarín y la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines. El encuentro seguirá todos los viernes de octubre en el auditorio de SDDRA con entrada gratuita y bajo la conducción de Nolo Correa. La apertura fue un viaje sin escalas al epicentro de la orquesta típica: la década del 40. Desde sus tiempos en El Arranque a su etapa solista, Ariel Ardit siempre tuvo como motor la figura del cantor de orquesta, pero si eso antes latía implícitamente en sus interpretaciones, en la técnica lírica y en el modo certero de subordinar su voz a la música, ahora cumplió el sueño cabalmente: formó una orquesta típica dirigida por Andrés Linetzky con la que lanzó el CD y DVD A los cantores , grabados en vivo, con un repertorio que hace foco en los grandes éxitos de los binomios de cantor y director de orquesta.



Musicalmente, planteó el concierto con obras clásicas, en sintonía con el concepto de su reciente disco. Ardit abrió la noche con Tres esquinas y Malvón , dos preciosos tangos evocativos que remiten invariablemente al canto entrañable de Angel Vargas y Enrique Campos, respectivamente. También reverberaron los ecos de los dúos de cantores cuando invitó a subir a Esteban Riera para hacer una versión de Pregonera . Pero mucho más que una mirada revisionista o un paseo por la nostalgia, es como si Ardit dialogara con esa tradición de los cantores de orquesta, como si tomara una fotografía de esa época para luego imprimirle una fisonomía actual. Sin impostaciones, su voz conectó naturalmente con el intenso dramatismo que requiere una obra como La luz de un fósforo o con la alegre liviandad del valsecito La vieja serenata .



La orquesta que lo acompañó se proyecta como el complemento exacto para revitalizar los tangos de los años 40. Integrada por Andrés Linetzky (dirección, arreglos y piano), Federico Pereiro, Yuki Okumura, Federico Santisteban y Nicolás Capsitsky (bandoneones), Ramiro Gallo, Guillermo Rubino y Pedro Pedroso (violines), Elizabeth Ridolfi (viola) y Pedro Chaile (contrabajo). Sin dejar de combinar el aspecto bailable con interpretaciones que no permiten distracción, equilibró los espacios del cantor con el lucimiento grupal de la orquesta, en una rítmica y poderosa versión de Esta noche de luna y en el estupendo arreglo de Marioneta, con pasajes lúdicos que parecieron salidos de una cajita musical. La fila de cuerdas brilló especialmente en las piezas más líricas ( Nido gaucho , El vals soñador ). El final llegó con el caballito de batalla de Ardit: Mariposita , aquel tango romántico de Aieta y García Jiménez que exhumó cuando era el vocalista de El Arranque, y que el público conoce y corea de memoria en cada presentación. El viernes no fue la excepción.


CLARIN.COM    MUSICA

03.10.2010 | Por Andrés Casak, Especial Para Clarín





CLARIN.COM    MUSICA  15.10.2011




EL BRILLO DE UN CANTOR DE TANGOS



ARIEL ARDIT en el ciclo Música en la Ciudad.

Con su orquesta típica y ALBERTO PODESTA de invitado.


 FINA ESTAMPA. ARIEL ARDIT RECREA LA FIGURA DEL CANTOR DE TANGOS MÁS CLÁSICO.

Fina estampa, ARIEL ARDIT recrea la figura del cantor de tangos
más clásico.

Presentado por el conductor Nolo Correa como “el heredero de las voces que marcaron el tango”, el cantor Ariel Ardit fue el protagonista excluyente de la segunda fecha del ciclo “Música en la Ciudad: estampa fiel de Buenos Aires”, que organizan todos los viernes de octubre Clarín y la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines en el auditorio de la Avenida Belgrano, con entrada gratuita. El concierto del viernes fue una nueva muestra de la sintonía fina de Ardit con la mejor tradición del tango de los años 40. En rigor, siempre hizo foco en la figura del cantor de orquesta, pero en los últimos tiempos pulió su idea y fue directo al grano: armó una orquesta típica con la que grabó un disco en vivo que se debate entre tangos conocidos pero no fatigados y otros más secretos, siempre con arreglos del pianista Andrés Linetzky.

La presentación abrió con un popurrí de tangos en versiones instrumentales y siguió con Tres esquinas, Malvón y Lejos de Buenos Aires, tres obras de corte evocativo que remiten al paisaje y a la cultura de otra época, con letras que hablan de glicinas y parrales, y con el homenaje explícito a las viejas glorias -los cantores Ángel Vargas, Enrique Campos y Raúl Berón, respectivamente-. Sin embargo, Ardit evitó el tono paródico gracias a la expresividad de su voz y a los arreglos que redescubren piezas imperecederas y lozanas, como Nido gaucho, Marioneta y El vals soñador. En este sentido, el aporte de la orquesta que integran Cristián Asato (piano), Federico Pereiro, Yuki Okumura, Renato Venturini y Pablo Amado (bandoneones), Serdar Geldimuradov, Pedro Pedroso y Perla Flores (violines), Cristina Vara (viola) y Pedro Chaile (contrabajo) también fue fundamental: la típica pareció armada a la medida del cantor a compás. Al rescate del tango romántico a Esta noche de luna le siguió la milonga Cimarrón de ausencia y el precioso valsecito peruano Amarraditos, todo matizado por intervenciones con un poco de humor y de recuerdos: Ardit contó anécdotas de Antonio Carrizo y resaltó su importancia como maestro de ceremonias durante años del ciclo.

Pero evidentemente la presencia como invitado de Alberto Podestá funcionó como el momento especial de la noche. Con un lugar en la historia grande del tango, es uno de los cantores que modelaron el canto de Ardit y uno a los cuales homenajea en su último disco. Juntos hicieron La vieja serenata, que mostró en tiempo presente de qué madera estaba tallada la raza de cantores de los años 40, cuando la voz tenía el espacio justo y era un engranaje más del equilibrio orquestal.

Así, con una propuesta conceptual que remitió al cantor de orquesta, cruzando su estampa tanguera y recuperando esa tradición para encarnar una versión actual, Ardit se despidió del público al cabo de una hora y media de presentación. Cerró con un bis que funciona como caballito de batalla desde sus tiempos en El Arranque: Mariposita. El auditorio, desbordado, lo festejó y aplaudió de pie.


CLARIN.COM    MUSICA  15.10.2011






CLARIN.COM   20.04.2012

Nota de Silvia Lamazares


  

EL CONFESIONARIO:Ariel Ardit: "Yo quería ser Gardel"  

Cantor extraordinario, se define “testarudo”. Soñaba con ser futbolista, pero al menos llegó a imitar al ‘Hacha’ Ludueña. Fue luchador de catch. Es un luchador.

Ariel Ardit

Arielito , le dice el mozo. Bar notable de Flores. Artista notable, donde sea que vaya. Nació en Córdoba, creció y se formó en Buenos Aires, el mes que viene lo esperan en Italia, España y Francia (participará, en el Châtelet de París, del prestigioso festival de ‘La voz’). Y él va, como va a dónde quiera, siempre con esa simpleza que para otros pareciera ser una especie en extinción. Para él no. Y Arielito se sienta a la mesa de La farmacia -cálido café de Directorio y Rivera Indarte, rodeado de frascos de época, de imágenes de viejas glorias que guiñan desde la pared-, con los pies sobre el viejo y querido mosaico. Atmósfera ideal para charlar sobre esa infancia en la que “era un atorrante, siempre haciendo travesuras, queriendo divertirme, siempre tratando de lograr lo que me proponía. Era testarudo y en eso me sigo reconociendo... Soy de insistir, soy muy de pelear las cosas”, regala Ariel Ardit, capo cantor en el camino de los grandes.

¿Eso es más tenacidad que capricho o...? Sí, totalmente. Tenacidad pura. Yo quiero algo, porque creo en ese algo, y no me importa lo que hay en el medio. Y no me ha ido mal con eso. Cuando tenía 8 años quise tener mi primera salida solo, de noche y por Corrientes, y lo conseguí (ver La anécdota ). Y de grande también me veo haciendo esas cosas que hacía de pibe. Bueno, la orquesta típica es una travesura.

De traje y zapatos lustrados sobre el escenario, Ardit se recorta de sus colegas por rescatar y recrear el tango de los ‘40. Y suena de maravillas. “Si en este momento agarrás a cien personas del tango, nadie te dice que está bueno una orquesta como proyecto artístico. Yo nunca lo medí así, lo medí como que quería darme ese gusto”, comparte, con la misión cumplida.

Un café, un muchacho de barrio, un fraseo cada tanto para elogiar algunas letras de tango -es un hacedor de tributos afectivos-, una anécdota tras otra. Un reconocimiento a sus raíces. “Vengo de una familia que ha hecho mucho antes que yo lo que yo estoy haciendo ahora... esto de salir a buscar el laburo de artista. Mi mamá es artista, mis tíos son artistas, mi abuela cantaba, mi tío abuelo, también. Mamá, por ejemplo, es cantante de folclore, se vino a Buenos Aires, viajó a Japón, grabó sus primeros discos, después se fue a vivir a España, volvió y, como tanta gente que es muy talentosa y que capaz no tiene la posibilidad de llegar a un medio, no tuvo la difusión que se merece. Yo tengo siempre como referencia ese modelo de trabajo, más allá de lo exitoso o no que sea. Dar pelea, insisto, es la clave. Mi vieja se vino de Córdoba en el ‘82 -él tenía 8 años-, separada, con dos chicos, trabajaba de día, cantaba de noche, se las ingeniaba para que no nos faltara nada”.

Adriana Oviedo, ella, la que se vuelve protagonista en la entrevista a su hijo, “nunca dejó de perseguir su sueño. Con menos notas de diario que yo, con menos discos, mamá sigue preparando material y empezó a componer sus temas. Tiene un espíritu que yo heredé”.

El chico que soñaba con ser futbolista y ganarse el puesto de 2 (”era un defensor aguerrido”) en algún club dice que fue “de todo antes de ser cantor. Es más, ni me imaginaba esto. Antes de ser ‘Ariel Ardit, el que canta’ he hecho un montón de cosas. Trabajé en una casa de fotografía, fui repositor de gaseosas en un supermercado, fui cadete, graboverificador, repartí diarios en dos edificios cuando tenía 12 años, clasificaba en un local productos de esos... sexuales, tipo vibrador. Y fui luchador de catch, que es lo que siempre trasciende. Y a todo le puse onda”.

Tanto, que aprovechó la oportunidad de tener como compañero de colegio al hijo de Mister Moto ( figura de Titanes en el ring ) para cumplir su sueño de conocerlo. Fue y le dijo que quería luchar. Como el físico no lo ayudaba, “hice lo que me recomendó: licuado todo el tiempo, comía banana, tomaba dos litros de leche por día... y engordé 22 kilos en seis meses”. En poco tiempo tuvo su traje de El joven fama en ‘Los colosos de la lucha’.

En el permanente homenaje a su madre, confiesa que “ella nunca me puso trabas en nada. Me ha dejado ser lo que quise”.

Y estuvo cerca de ser lo último que quiso: “Yo quería ser Gardel. Ya lo había escuchado alguna vez, pero en una madrugada de truco con mis tíos, apareció en un casete y me llegó de una manera distinta. Yo estaba estudiando canto lírico. Apenas lo registré dije ‘yo quiero ser eso’.

Me llevé el casete y lo gasté. Y cuando pude me compré mi primer CD. No hay manera posible de aproximarse a su estilo que no sea estudiando. Su nivel expresivo y vocal es supremo”.

Con un notable parecido a Juan Perón -como le marcaba de pequeño su abuela Bele -, siente que “todos los cantores quieren ser Gardel, hasta el que te dice que no. El camino para mí no era el tango, era Gardel. Si él hubiera sido cantante de otra música, seguramente el tango no habría aparecido. Yo llego al tango por Gardel. Después me armé otro repertorio, pero mis comienzos fueron con cosas de él y de Charlo”.

Formado como cantante lírico, con el maestro Nino Falzetti, el cantor que hoy y el próximo sábado se presentará en 36 billares , que el 4 y 5 de mayo realizará un show gratuito en el hall del Teatro San Martín y que el lunes 14 se irá de gira por Europa pisó por primera vez un escenario a los 4 años, imitando a su ídolo de Talleres, ’Hacha’ Ludueña, y a Sandro. Y ya de adolescente se probó con el tango en El boliche de Roberto , y fue elegido para ser el cantor de El Arranque.

¿La gira tiene nombre? No. Sí. Ponele ‘gira Ariel Ardit 2012... se puede’ . Porque viajar once tipos a Europa hoy... La orquesta, que formé hace dos años, viaja completa y eso demuestra que cuesta, pero, si querés, se puede.

Si por falta de espacio no hubiera entrado completa la frase de ‘luchador de catch’ , se podría haber cortado en ‘luchador’ . Y nadie hubiera mentido.
 

CLARIN.COM   20.04.2012

Nota de Silvia Lamazares



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