CACHO CASTAÑA EN LA ACADEMIA.
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Nota de RICARDO GARCIA BLAYA
publicada en la página webb TODOTANGO
CANTOR, COMPOSITOR
11 de junio de
1942
Nombre verdadero:
Humberto Vicente Castagna
Con motivo de su
incorporación en el cuadro de la Generación Intermedia de la Academia Nacional
del Tango, el 16 de julio de 2007, se realizó un plenario público, donde tuve
el gusto de charlar con Cacho, en una sala colmada de admiradores.
Pertenecemos a
una misma generación musical, cuando el tango recorría una lenta y constante
declinación y el rock and roll avanzaba con fuerza en los jóvenes, a través de
Bill Halley, Little Richard y, especialmente, Elvis Presley.
Cacho es el
arquetipo del muchacho de barrio, canchero, simpático, que sueña triunfar con su
música. Le tocó una época de transición, el tango decaía y los referentes
artísticos ya no eran nuestros, provenían del hemisferio norte.
«Las
discográficas decidieron que el tango no iba más. Porque Estados Unidos que
maneja todo el planeta ¿cómo no lo iba a manejar musicalmente? A veces, en mis
noches de bebida espirituosa pienso que, si nosotros hubiéramos sido una
potencia como ellos, la cosa sería al revés y sería el tango la música de los
muchachos norteamericanos.
«Soy pianista de
estudio y fui a la academia porque me gustaba, no me obligaron mis viejos. Me
recibí de profesor superior de música a los 14, y un año antes, debuté en la
orquesta típica de Oscar Espósito, en el Parque Japonés, en el viejo Parque
Retiro. Después de eso, tuve la suerte y el milagro de no parar con la música y
vivir de lo que me gusta.
«Cuando apareció
Elvis Presley los pibes que éramos tangueros y hacíamos nuestras primeras armas
en el espectáculo, nos empezamos a confundir, a dejarnos las patillas largas, a
mover la pelvis en el escenario, a tratar de mezclarnos en el rock and roll.
«Después de eso
cada uno hizo lo que pudo. Pero podemos decir que somos una generación que
creció con el tango y el rock. Por supuesto, también con los Beatles.
«Hubo un recreo
con Julio Sosa que se ganó a la juventud. Sosa llevaba la misma gente que
llevaba Palito Ortega. Y pensar que mis primeras raíces fueron Charlo,
Francisco Fiorentino, Aníbal Troilo, el Glostora Tango Club. Bastante tiempo
después vendrían Susana Rinaldi y Rubén Juárez, pero el tango era una isla.
«Mi primer
composición tanguística fue pésima, la tiré a la basura, tenía 13 años. Yo me
inicié haciendo todo tipo de música. Algunas de ellas muy populares, las canta
todo el país, en las canchas de fútbol, en las calles y, sin embargo, no venden
un solo disco. Son éxitos que están a flor de labios de todo el mundo pero no
sirven comercialmente.
«En 1971, pegué
fuerte con mi tema “Me gusta, me gusta” que llevé a Japón. A partir de ahí,
arranqué con todos éxitos que se vendían en discos simples. Hasta ese año,
galgueaba, remaba en el dulce de leche, después vino lo bueno.
«Esta noche les
voy a hacer una confesión que ustedes no van a creer. Yo tengo registradas en
SADAIC, aproximadamente unas 600 obras grabadas. La canción que menos plata me
dio es la más aplaudida: “Café La Humedad”, pero es la que más feliz me hizo.
Lo compuse en 1972 y evoca el café de Gaona y Boyacá, donde me juntaba con la
barra y que ya no está más.
«Con el tango
logré un reconocimiento especial. Siempre tuve buena relación con la gente,
pero ahora lo noto día a día con los últimos discos de tango que, además
obtuvieron por sus ventas, discos de oro y platino. Estoy haciendo lo que me
gusta y no pienso salir de este género.
«Yo tuve la
suerte de trabajar con “El Polaco” Roberto Goyeneche los últimos años de su
carrera. Fue mi ídolo máximo. Él me enseñó a especular con los silencios.
«Con “Qué tango
hay que cantar”, que hice con Rubén Juárez ocurrió un hecho divertido. Nos
citamos un día a las seis de la tarde y, de soberbios que somos, dijimos: “Hoy
vamos a escribir un tango”. Un tango lo escribís cuando Dios te lo manda, no
cuando vos querés. Tomamos un vinito, luego otro y otro, llegamos a la medianoche
y seguimos bebiendo. Nos sorprendió la madrugada en la misma faena y, al
mediodía nos dimos cuenta que no habíamos producido ni una palabra. Nos
despedimos y, recién al día siguiente, ya frescos y por teléfono, salió el tema
completo. No me quejo, la pasamos bárbaro esa noche.
«Una canción que
elaboré con el corazón y la razón fue “Septiembre del 88”. Expresa lo que
realmente sentía. Que la Argentina tenía que mejorar. En la primera parte
argumento todo lo que yo vivía: la inflación, el saqueo de los supermercados,
la pendiente del gobierno de Alfonsín. Pero después vino otra mirada y me dije:
yo quiero una Argentina pujante, que tire para arriba, que la gente humilde no
sufra, que estemos mejor. Y salió la segunda parte. No fue tan difícil. Me la
inspiró un amigo que vivía en el exterior.
«Cuando me
preguntan el porqué del título “La Gata Varela”, en homenaje a Adriana Varela,
contesto siempre: “Porque es una atorranta cuando canta. Vos la mirás y sabés
que no va a misa. Es como yo.
«También le dediqué
un tema a la querida Tita Merello, “Tita de Buenos Aires” y otro, a mi
inolvidable maestro, “El Polaco” Goyeneche, “Garganta con arena”. Le debo un
homenaje a Virginia Luque que fue la primera en cantar mis obras.
«Soy pianista y
compongo con la guitarra. ¿No te parece insólito? El ser humano es un bicho
raro.
«En este momento
estoy haciendo un nuevo disco para el sello Odeon. Compuse bastante este año y
tengo muchas expectativas. Sigue la línea de los anteriores. Yo siempre digo
que no hago tango, hago balada-tango. El bandoneón lo utilizo porque tiene un
sonido y un color especial para pintar cualquier cosa. De repente, a una
canción que tiene solamente violines, le ponés un toquecito de bandoneón y es
como ver el amanecer de Buenos Aires.
«Los poetas
tienen que sufrir para escribir, sino no son poetas. Antes, se les morían las
minas a los 15 años de tuberculosis. Ahora no es así, hay que documentar las
letras con otros motivos, debemos ser actuales. Si no hubiera sufrido, no
hubiera escrito nada.
«Uno de los días
más felices de mi vida, fue cuando actué con la Selección del Tango dirigida
por Leopoldo Federico, con todos los monstruos.»
Y se despidió
como un grande, cantando “a capella” su “Garganta con arena”, con el aplauso
del público y esa especial sensación dentro mío, de haber compartido una charla
con un auténtico ídolo popular.
En la ACADEMIA NACIONAL DEL TANGO - 16 de julio 2007
Walter Piazza,
Horacio Ferrer, Luis Alposta, Cacho Castaña
y Ricardo García
Blaya
fuente: TODOTANGO.
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Letras de Cacho Castaña
Cacho de Buenos Aires (Tango)
Café La Humedad (Tango)
Garganta con arena (Tango)
Me saqué una vuelta (Tango)
Ojeras de Buenos Aires (Tango)
Para vivir (Tango)
Qué tango hay que cantar (Tango)
Septiembre del ochenta y ocho (Canción)
Soy un tango así (Tango)
Tita de Buenos Aires (Canción)
Todavía puedo (Canción)
Voy camino a los cincuenta (Canción)
Nota:
Estas letras de CACHO CASTAÑA, se pueden leer, en:
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