Sábado 10 de agosto de 2013 | Publicado en edición impresa
EDUARDO FALÚ: adiós a uno de los más inspirados guitarristas
y compositores del folklore
Por Mauro Apicella |
LA NACION
Afectado por los problemas de salud que lo aquejaban desde
hace algún tiempo, el guitarrista Eduardo Falú falleció ayer, a poco más de un
mes de haber cumplido 90 años.
Autor de obras fundamentales del repertorio argentino. Foto: Archivo
Calladamente se fue don Eduardo ; el prodigio de la
guitarra, el refinado folklorista, el iluminado compositor y melodista, el
hombre de la voz grave y cálida; el último referente vivo de esa maravillosa
camada de poetas y compositores que Salta dio como sincero regalo a todo el
folklore de nuestro país.
Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos, Eduardo
Falú: un firmamento irrepetible dentro de la música popular argentina. Eduardo
fue (y es) un nombre que no se puede eludir al momento de hablar de lo más rico
que tiene el cancionero del noroeste argentino. Su sociedad artística con César
Perdiguero, con escritores como Ernesto Sabato y, especialmente, con Jaime
Dávalos, contribuyeron con muchas de las mejores obras que hoy tiene el acervo
musical telúrico.
Seguramente lo que se recuerde de su obra sean las piezas
más conocidas. Para empezar, la "Tonada de viejo amor", con una
poesía exquisita de Dávalos embellecida con cada nota que le puso el
guitarrista. No sólo los que tienen los años suficientes la habrán tarareado y
entonado alguna vez. También las más jóvenes generaciones que hoy cultivan el
folklore visitan su repertorio, y especialmente esta canción.
"Y nunca te'i de olvidar / en la arena me escribías / y
el viento lo fue borrando /y estoy más solo mirando el mar. (...) Herida la de
tu boca/ que lástima sin dolor/ no tengo miedo al invierno/ con tu recuerdo
lleno de sol."
Esta tonada no es la única que ha sonado en voces excelsas
como las de Mercedes Sosa y que hoy sigue sonando en los repertorios de tantos
músicos noveles . "Las golondrinas", "Vidala del
nombrador", "Sirviñaco", "Vamos a la zafra" y
"Río de tigres" son sólo algunas de las que escribió con Dávalos. Y no
hay que olvidar obras conceptuales, como el Romance a la muerte de Juan Lavalle
que compuso con libreto de Sabato, o cuando puso su voz a esa profunda y dolida
"Milonga del muerto", de Sebastián Piana sobre el poema de Jorge Luis
Borges, probablemente la mejor síntesis que se haya plasmado en música sobre la
Guerra de Malvinas.
Cantaba Falú: "Oyó las vanas arengas/ de los vanos
generales./ Vio lo que nunca había visto,/ la nieve y los arenales. Oyó vivas y
oyó mueras,/ oyó el clamor de la gente./ Él sólo quería saber/ si era o si no
era valiente."
Las canciones de Falú viajaron solas, por toda la Argentina
y el exterior; en cambio, la guitarra siempre anduvo de acá para allá colgada
de su mano. Porque a pesar de su gran talento como compositor, Eduardo Falú fue
un embajador de la música argentina gracias a su guitarra. Así fue como inició
su carrera y se convirtió en un músico famoso.
Hijo de Juan y Fada, dos inmigrantes sirios que tenían un
almacén de ramos generales, nació en 1923 como Eduardo Yamil Falú, en un
pequeño pueblo a unos 150 kilómetros de la capital salteña. Pero al poco tiempo
la familia se trasladó a Metán. Su primera formación musical fue autodidacta y
una vez que se instaló en Salta comenzó a dar los primero pasos en el oficio.
Debutó con el grupo Los Troperos, en Radio LV9 de Salta, y al poco tiempo
Buenaventura Luna lo convocó para integrar La Tropilla de Huachi Pampa.
En 1945 se mudó a Buenos Aires y fue convocado para
presentarse en Radio El Mundo, junto a César Perdiguero, con quien estableció
una de sus primeras sociedades musicales ya como profesional. Tiempo después
comenzaría a componer con Dávalos. De esa dupla artística surgió el primer
simple, "Vidala del nombrador", que publicó en 1950.
Su perfeccionamiento en la música, con maestros como
Guastavino, y como guitarrista fueron decisiones que no sólo influyeron en su
vida. También dejaron una marca en la música local.
En lo personal, Falú comenzó a hacer sus primeras giras
importantes por la Argentina y el exterior. En 1954 dio conciertos en los
Estados Unidos. En 1958 hizo una gira por la Unión Soviética. En 1959 grabó
Falú en París . En 1963 realizó cuarenta conciertos en Japón. Y en lo que tiene
que ver con el aporte novedoso al folklore, su interés por crecer como
intérprete y compositor se vio reflejado en varias obras que acercaron lo
popular a lo académico, como las dos suites que denominó Argentina , y que se escuchan
habitualmente interpretadas por orquestas. La primera de ellas fue
originalmente pensada como una pieza guitarrística que sirve de resumen de un
estilo propio y que fue influencia e inspiración para muchos colegas que
vinieron después. Falú amplió las posibilidades para el instrumento y, de algún
modo, fue una buena escuela que no tuvo imitadores directos.
La vida de músico no le quitó tiempo para otras actividades
como la defensa del derecho autoral, en su rol de vicepresidente de Sadaic;
tampoco le quitó tiempo para la familia. Incluso, supo combinar ambas cosas ya
que uno de sus hijos, Juan José, también es guitarrista. Juntos compartieron
varias giras de conciertos, en importantes salas del exterior.
Don Eduardo fue una celebridad. De eso no hay dudas, pero
hasta para su despedida quiso algo sencillo, como aquello que "el viento
fue borrando" de la "Tonada del viejo amor". Sin velatorio ni
otro tipo de ceremonia, las exequias serán hoy, a las 14, en el cementerio de
la Chacarita.
fuente: LA NACION
Nota de Mauro Apicella
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