ENRIQUE SABORIDO.
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Semblanza de JUAN SILBIDO
publicada en la página webb TODOTANGO
Publicado en el libro: "Evocación del Tango", de
Juan Silbido, Buenos Aires, 1964.
MÚSICO, BAILARIN, COMPOSITOR
1877 - 19 de setiembre de 1941
Aunque nacido en la ciudad de Montevideo (capital de la República
Oriental del Uruguay), residió casi toda su vida en la Argentina, cuya
ciudadanía adoptó, manifestando que se consideraba tan porteño como el que más.
Hemos advertido que con respecto a la fecha exacta de su
nacimiento difieren numerosos autores; ello ha determinado similares
confusiones cuales los casos de Rosendo Mendizábal y Ángel Villoldo entre
otros. No nos ha sido posible establecer ni el día ni el mes del mismo, pero
tras del examen de la copia de la partida de defuncíón, acaecida en 1941 a la
edad de 64 años, deducimos que nació en 1876 ó 1877.
Muy niño aún, pues sólo contaba cuatro años, pasó a Buenos
Aires con sus padres. Añaden Héctor y Luís J. Bates: «Cursó aquí la escuela
primaria y el primer año del bachillerato. Abandonó sus estudios para trabajar,
ingresando en una librería donde prestó servicios durante tres años, hasta
1892, y luego en la Secretaría del teatro San Martín por espacio de quince
años».
Sus padres, Estanislao Saborido y Rosario Morcillo, eran
españoles. Advirtieron en el pequeño Enrique su predisposición musical que
procuraron alentar. Así, bajo la dirección del maestro Gutiérrez, inició
estudios de violín que complementó con frecuentes ejecuciones al piano. Según,
nuestro amigo Ricardo M. Llanes, puede tratarse de Juan Gutiérrez, en cierta
época director del Instituto Musical de "La Prensa".
Adquirió cierta habilidad y le menudearon invitaciones para
integrar conjuntos reducidos que se dedicaban al repertorio popular; el violín
fue desplazado por el piano y además comenzó a componer algunos trocitos
musicales.
Muy celebradas eran sus improvisaciones y ello le valió
actuar en residencias particulares, como las de Arredondo, Gowland, Hilcret y
Molina.
En declaraciones formuladas al semanario Caras y Caretas
confesó cómo fue creado el tango "La morocha", que calificaba como su
llave de oro. Con el mismo nos brindó un presente navideño cuya difusión se
extendió al universo tras ser compuesto el 25 de diciembre de 1905, pero
cedamos paso al autor:
«En esa época concurría al bar Ronchetti (Reconquista y
Lavalle), también frecuentado por una cantante y bailarina de gran belleza,
Lola Candales, de nacionalidad uruguaya. Cierta noche departía un chispeante
grupo compuesto por los jóvenes Victoria, un señor Argerich, y el diputado
Félix Rivas; en la misma mesa Saborido platicaba entusiasmado con Lola, lo cual
no pasó desapercibido para aquéllos. Decidieron acicatear su amor propio
simulando ignorar sus aptitudes como compositor. Las insinuaciones entre los
mismos iban y venían, hasta que uno, dirigiéndose a Enrique, manifestó que
dudaba fuese capaz de escribir un tango que Lola pudiese cantar exitosamente.
Así llegaron las cinco de la madrugada y todos fueron retirándose. Saborido ya
a punto de acostarse experimentó cierta inquieta sensación al recordar lo
sucedido. Se ubicó al piano y a las 6.30 horas concluía la partitura de
"La morocha", pero... ¿y la letra? Siendo las 7 recurrió a su amigo
Ángel Villloldo quien a las 10 de la mañana cumplió su cometido. Se presentaron
ambos ante Lola Candales que tras oír la música comenzó a ensayar el canto.
Esa misma noche lo estrenó en el bar Ronchetti. Destaquemos
que quienes aplaudieron más calurosamente fueron los amigos retadores a los que
se sumó la concurrencia. Tanto agradó a todos que hubo de repetirse hasta ocho
veces.»
A comienzos de 1906, el editor Luis Rivarola lanzó la
primera edición. Afirman Héctor y Luis J. Bates que la posterior difusión
impresa alcanzó los 280.000 ejemplares a $ 0,70 cada uno, agregando: «Sin
embargo, a Saborido "La morocha" no le produjo ni un solo centavo.
¡Absurdo, inconcebible, pero exacto! Un pseudo representante de Saborido
percibió indebidamente la totalidad de los derechos. "Al autor le quedó la
gloria...»
Sus compases llegaron a todos los patios porteños y fueron
por todos entonados sus pegadizos versos. La fragata Sarmiento esparció buen
número de ejemplares en los puertos que tocaba, contribuyendo a difundirlo por
el mundo.
¿Fue "La morocha" el primer tango conocido en el
exterior del país? Confesamos no poder develar la incógnita y sería deseable
que alguien pudiese hacerlo aportando, claro está, pruebas que aparezcan
aceptables.
La difusión lograda por "El choclo", cuya aparición
fue anterior, inclinaría las probabilidades en su favor; alguna conjetura hemos
leído al respecto, pero en verdad nuestra duda y la de muchos persiste.
Notorio es que Saborído fue un descollante bailarín de
tangos a cuya enseñanza se dedicó desde una academia ubicada en nuestra ciudad,
según Héctor y Luis J. Bates, en pleno barrio norte, Cerrito 1070.
Su popularidad como pianista y compositor se amplió con su
nombradía como profesor de baile; la referida entrevista al semanario Caras y
Caretas nos entera de sus actividades como tal en París y que extractamos por
considerar de interés:
«La marquesa de Reské, viuda del famoso tenor Jean Reské,
deseaba difundir el tango argentino entre los franceses. Corría 1911 y acepté
tan formal invitación; ya en París, me dediqué al principio a la enseñanza
musical del tango, a fin de que se ejecutara debidamente. Como disponía de
tiempo y advertí real interés entre las personas de la sociedad, les dicté
lecciones de baile.
Cierta noche que en el palacio de la marquesa se celebraba
una recepción organicé, con el beneplácito de la concurrencia, un pericón cuyas
figuras atrajeron a todos y fueron muy aplaudidas.
En otra ocasión se me designó árbitro para demostrar que la
furlana no era más decente que el tango; la discrepancia llegó a reflejarse en
las crónicas periodísticas y el diario católico "Le Gaulois" concluyó
calificando al tango como danza bella y graciosa.
Luego impuso mi regreso a Buenos Aires el estallido de la
guerra.»
Se inicia en su vida desde aquel momento un orden de
actividades diferente, el pianista, el compositor y el profesor de baile son ya
del pasado, se convierte Saborido en un integrante más de la administración
pública.
Evocaría en melancólica sucesión su época de violinista
junto al "negro" Lorenzo y su guitarra y Benito Masset con su flauta;
trío que supo actuar en el palermitano Tarana. "La morocha" esparcida
a los cuatro vientos y allende los mares; luego "Felicia", al que
consideraba el más tango de sus tangos.
Y tras los pasos de aquellos embajadores, Ángel Villoldo y
los Gobbi que allá en Europa dieran a conocer nuestra música popular; viajó
este rioplatense con triple diploma: pianista, compositor y bailarin.
Ese desempeño cumplido en tareas oficinescas no significaba
haber agotado su inspiración, ésta se hallaba latente y en cualquier momento
volvería a manifestarse. Así lo comprueba su reaparición en 1932 junto a
Ernesto Ponzio, Juan Carlos Bazán y José Luis Padula entre otros en el teatro
Nacional.
Posteriormente demostró su afán tendiente a hacer resurgir
al tango, presentándose al frente de veteranas figuras musicales por la emisora
LS6 Radio del Pueblo.
En noviembre de 1939 un agudo periodista nos lo describe
así:
«Saborido cuenta 62 años gallardos y ágiles. Propenso a la
obesidad, dueño de complexión recia y musculosa, estatura regular. Calvicie y
canicie han entrado en su cabellera, cuando el ceño se acentúa parece más
adusto, estalla en sus ojos una chispa de alegría y la línea jocunda de su
labio sensual nos enfrentan a un hombre franco y de buen humor. Su estampa
insinúa al ser que su cruzar por el placer sin dársele demasiado. Sus
ejecuciones al piano poseían ritmo y cadencia, el sabor típicamente rezongón y
sinuoso del tango. Surgen de las cuerdas vibradas al teclado por mano experta,
tangos cuyo legítimo carácter no puede ser superado, porque el ambiente que lo
inspiró... ¡ya no existe!»
Residía en Villa Devoto, San Nicolás 4541, ya fallecida su esposa
Urbana Nicasia Ruiz; constituía su hija Rosario todo su afecto familiar y a la
misma dedicó su tango último, titulado "Rosario".
Su última composición edítada se trata del vals
"Dora".
Saborido prosiguió desempeñando tareas administrativas en la
intendencia del Ministerio de Guerra, sita en Piedras 147, allí mismo, a las
8.35 horas del 19 de setiembre de 1941, falleció víctima de un síncope
cardíaco. Desde las columnas de Crítica, Carlos de la Púa reflejó en su decir
porteño el homenaje que se leerá seguidamente:
«... murió el famoso compositor de tangos de la guardia
vieja Enrique Saborido, autor de infinidad de obras de gran éxito, cuyos
compases ya lejanos brillaron con fulgores propios en la época de oro de
nuestra música popular. Por eso podemos asegurar que mientras quede en los
patios del arrabal de Buenos Aires una maceta humilde de malvones o claveles
cuidados con cariño por cualquiera de esas muchachas de nuestro suburbio,
vivirá también generoso y renovado el recuerdo sencillo y cordial de aquella
"Morocha argentina" que hace muchos años Enrique Saborido llevó del
brazo de su talento a pasearla orgulloso por el mundo.»
Acaso el éxito logrado en todo el mundo por "La
morocha" y el no menos inolvidable "Felicia", impidiera que su
restante obra conquistara mayor popularidad. Diríase que se hallan destinados
al olvido títulos como: "El Pochocho", "Berlina de novios",
"Don Paco", "El señor Leiva", "Mosca brava",
"Coraceros del 9º", "Pegué la vuelta",
"Ingratitud", "La hija de la morocha", "Caras y
Caretas", "Papas fritas á Federación", "Ortensia",
"Q'acés de noche", "Boteshare", "Prendé la vela",
"Martín", "Reclutamiento", "El cantor del
callejón" (letra inclusive), "Al otro lado del arroyo",
"Queja gaucha", "Náufragos", "Angustia",
"Metele Catriel que es polka" (polca), "Baquiano pa
elegir", "Caña quemada", "Fierro viejo", "Que sea
feliz", "Rezongos postreros", "Caridad" (vals),
"Reliquia santa" (vals), y "Mi soberana" (zamba).
Publicado en el libro: "Evocación del Tango", de
Juan Silbido, Buenos Aires, 1964.
fuente: TODOTANGO.
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