LOS ESCRITOS DE ROLANDO
Botica renovada casi casi drugstore
La Mesa del Café - Folklore
publicado en la página webb TODOTANGO
Por: rolandomoro 22/09/2013
-EL CABALLO DE FROILÁN--
La reunión sería grande pues el tema nacional lo ameritaba.
Delegación de Tierra del Fuego y otras del interior provincial, se llevaría a
cabo en la Peña Martín Fierro y duraría todo el día debiendo disponerse de
comidas a tal efecto.
-¿Y si damos escabeche de patos como entrada?, se escucho de
uno de los asistentes a la reunión del grupo. Las mujeres de Puerto Tirol lo
prepararían con tiempo suficiente.
-¿Y los patos, de donde los obtendremos?
-Los bajos sub.-meridionales están inundados y hay
muchísimos patos.
El reloj de la camioneta indicaba cinco de la mañana cuando
ingresamos a la ruta diez (10) desde Haumonia. Dicha ruta atraviesa los bajos
para ir a dar en juntura con la ruta siete (7) en La Vicuña, último poblado
Chaqueño en el límite con Santa Fe, luego se encuentra Los Amores.
Ambas rutas forman un triángulo perfecto, pasando una por
Charadai, la otra desde Haumonia, ambas a su vez, cortadas por el Río Sábalo,
que desbordado cortaba la ruta siete en las cabeceras del puente sobre el río,
impidiendo la llegada con vehículos desde el sur a la población de “LA SABANA”
(Punta rieles y escenario del último malón nativo a poblaciones del
Chaco-1.936-).
-Carlos Montero (relato de la Calandria), a cargo del
volante, José (Quillo, Aquella vez en el Río), un patero y quien relata en la
caja con las escopetas, en jornada esplendente y fructífera.
El día transcurría apacible, con horas que pugnaban por
quedase en aquella liquida inmensidad aislados del mundanal ruido; La ruta
10-debido a los desbordes- no era transitada por vehículos hacía tiempo, por lo
cual nos sentíamos dueños del entorno.
Sería la 17hs, mientras esperábamos que la pava, que
asentada en el rescoldo, nos indique con su tradicional silbido que se
encontraba a punto para comenzar el ritual del mate campero. Fue en ese momento
que notamos a dos jinetes que se aproximaban desde el norte, a 500 metros del
lugar donde nos asentábamos. De pronto aquellas figuras montadas desaparecen
dentro de la abigarrada vegetación de las banquinas, para volver a aparecer
rato después. Pero esta vez a pié y uno de ellos llevando un inquieto montado
por la riendas, la otra figura luego de aparecer en la ruta se desplomó en
medio de ella. Intrigado por ese hecho tomo los larga vista para observar mejor
la situación. Puedo observar de esa forma a un joven que trataba de sostener a
un caballo y otra persona mayor tendida en el camino.
Llegar hasta el lugar fue sólo un momento, para notar a un
hombre mayor que con evidente carga emocional, se quejaba de fuertes dolores en
la espalda y cintura. El caballo había sufrido un accidente, cayendo el jinete
con fuerte golpe al suelo. Botiquín y administrar fármaco tranquilizante y
analgésico-antiinflamatorio, para luego de palabras de apoyo y compartir unos
camperos mates, el accidentado se fue estabilizando y comenzó a hablar.
-Mi caballo, compañero y manso, seguro metió la pata en
hueco de peludo y se lastimó echándome al suelo…. ¿Se podrá salvar?
-Tranquilo Don…. ¿Como se llama usted, de donde es?
-Me llamo Froilán Villanueva, vivo en La Sabana, tengo mi
casa grande y mis animalitos. Tengo una hermana en Resistencia que se llama
Regina.
-¡Que chico es el mundo y cuantas vueltas pega la vida!
Regina Villanueva era una querida paciente y amiga, quien junto
a Raúl (su esposo, jubilado ferroviario), vivía a una cuadra del sanatorio y
150 metros de mi casa particular.
Regina- diabética insulino dependiente-venía casi todos los
días a charlar con los profesionales y enfermeras, aparte de sus continuos
controles semanales. Regina era muy buena cocinera y como tenía vedado comer
determinadas cosas, gozaba cocinando para los demás, todos los sábados luego
del mediodía, al terminar la atención a pacientes, llegaba con una bandeja
llena de empanadas excelentes que todos festejábamos y esperábamos cuando ello
se convirtió en rutina semanal
Luego de un rato, Froilán se pudo sentar en el camino y al
no existir fracturas, la estabilidad fue ganado aquella accidentada y aislada
reunión.
Bordeando lagunas, esteros y desbordes, más la vieja vía del
ferrocarril, La Sabana no quedaría más de cinco kilómetros a campo traviesa.
Retomar el camino por Haumónia y Charadai la vuelta implicaría más de 120kms.,
yendo por La Vicuña y retornando por la siete, unos 28, pero no se podía pasar
por el puente del Sábalo…. ¿Como haría para llevar a su casa al accidentado?
Fue el mismo Froilán quien dio la solución. Tengo un buen
amigo con campo de este lado del Sábalo que tiene una jardinera, con la cual
badea el desborde y busca provista en La Sabana, me gustaría llegar hasta allí,
el me pasará a mi casa.
Acomodamos los bolsos y pertenencias en la caja de la
camioneta, de tal forma que viaje recostado y medianamente cómodo y arrancamos
al corte. Fui charlando con él en la caja y durante los casi 30 kms, en ningún
momento cesó de pedir por su caballo.
Al despedirnos en lo de su amigo, ya cerca de su casa donde
se encontraría horas después, volvió a reiterar el pedido, el cual más que
solicitud fue un ruego….¡¡Doctor, salve mi compañero!!
Nuevamente de regreso al lugar del accidente pude ver por
primera vez al caballo. Cabeza baja, resignado, de la pata derecha asomaba un
hueso astillado, herida de la cual manaba abundante sangre. Sin ser
veterinarios tomamos rápida cuenta que fracturas expuestas en un caballo-como
esa- no tienen arreglo. El animal sufre dolores inconcebibles, no se alimenta y
mueren de la peor forma. Lo más piadoso que se puede hacer es el sacrificar el
animal para evitar el calvario que tenía reservado.
Cumplida la tarea el silencio se apoderó del habitáculo de
la camioneta. Sentimientos de traición, por vernos embretados en una situación
sin salida posible, frente a aquel ruego de despedida.
Impotencia, desazón, acres sentimientos daban un tinte opaco
al día que había sido apacible hasta el momento de notar a los jinetes en el
camino. Las luces horadaban resquicios entre el ramazón de cada curva, el
silencio solo era taladrado por el golpeteo de la suspensión y cubiertas al
enfrentar los pozos de la ruta de tierra. Ansiedad por alejarnos rápidamente de
aquel caballo que fue fiel compañero y a quien tuvimos que despenar en acto piadoso,
pero definitivo.
La vida cual noria, fue haciendo correr las horas y los
días. Dos sábados después y frente a una fuente de empanadas, pude relatar a
Regina el episodio que tanto me había lastimado emocionalmente.
-Mi querido hermano…..¡¡Adoración tenía por su caballo!!
Luego de un año calendario-tal vez un poco más-al encarar
nuevamente la ruta 10, ahora arreglada y rellenada, mi afán no radicaba en
hallar patos en las lagunas de los bajos sub.-meridionales, pugnaban mis ojos
por ver aquel lugar del desenlace. Al llegar la mirada buscó los restos del
noble animal y …..¡Allí permanecían!
Algo desparramados y blanqueados por el sol del verano, pero
se los podía distinguir perfectamente. Tomé del esqueleto varios huesos largos
y los cargué en la camioneta, con firme idea del como poder cubrir en parte las
añoranzas de su dueño, compañero y amigo.
Con tiempo y amparado por los sentimientos que fueron
naciendo en mi mente; todos los fines de semana daba paso a mis manos, para que
sobre una hoja de acero de Tandil fuera construyendo una empuñadura de aquellos
huesos con retope y pomo de plata.
Al pulir los huesos de caballo toman especial brillantez y
belleza. Al estar concluido el trabajo, grabé “FROILÁN” en la hoja, vaina de
cuero repujado, donde también figuraba su nombre.
Fue un domingo de tarde cuando amainó el motor de la
camioneta frente a su casa, allá en La Sábana.
Me reconoció de forma inmediata pero las palabras trataban
de evitar la mención del compañero muerto.
-¿Quiere algo fuerte o unos mates?
-Lo que guste Froilán.
La charla recorrió caminos de inundaciones, secas, patos y
animales, Regina y cosas más….¡¡Hasta que!!
-Froilán su caballo en aquel día, bla, bla, bla, bla. Pero
traje aquí algo para que nunca vuelva a separarse de él y entregando el
cuchillo permanecí viendo sus ojos.
Al rudo y “elemental” hombre de campo, se le nublaron los
ojos y besando la empuñadura expresó.
¡¡Mi amigo volvió conmigo y no volveremos a separarnos!!
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Por:
rolandomoro 24/09/2013
Suele afirmar el paisanaje a pleno campo…..”Los animales
hablan con la mirada”
Y ello es verdad. Todo el cariño, el amor indisoluble que
nos brindan, observando bien, lo notaremos en sus miradas. Por eso duele tanto
un animal herido o agonizante, tanto, que nunca podemos olvidar determinadas
situaciones.
Por: rolandomoro 24/09/2013
GRACIELA.
“Pajarito”, el noble caballo que sufrió tan grandes
heridas…… ¡¡Goza de perfecta salud!!
Quiero mucho ese animal, en el cual monté a Nachito en
varias oportunidades. Pretendía ir al campo y verlo durante la pasada semana,
pero uno propone y la salud dispone, por lo que no fue posible, pero sí tengo
noticias através del administrador del campo con quien me comunico de forma
continua.
Recuerdo (luego de la sutura), sus ojos se llenaron de miedo
al verme nuevamente, tanto lo había hecho sufrir pobre animal…. ¿Cómo
explicarle con palabras que esa no había sido mi intención?
Desde aquel primero de agosto, corrió mucha agua por debajo
del puente y hoy corre y juega como el que más. Cerró completamente la vía de
drenaje que había dejado para evitar colecciones internas por hemorragia y el
pelo comenzó a salir nuevamente alrededor de las heridas.
Besos
Por: unicabettyboop 24/09/2013
Querido Rolando, muchas gracias por todas estas historias
que nos estás compartiendo, tan generosamente..!!!! respondiendo a mi pedido de
los caballos.
Es verdad que los animales nos dan tanto amor...!!!!! y que
nos dicen tantas cosas con la mirada...!!!! es una maravilla mirarlos y nada
más recibir todo su cariño. Desde que tengo mi gatita, noto eso cada día. Es
algo precioso...!!!!! que me llena de felicidad...!!!! La miro y voy
aprendiendo porque me dice lo que quiere con su mirada. Es increíble..!!!
Claramente que un animal que sufre, un animal lastimado nos
conmueve, nos duele y nos moviliza.
El tener que sacrificar "el caballo de Froilán"
habrá sido durísimo, pero es así nada más, los animales mueren como mueren las
personas, tenía que morir allí, ese día...
Ahora... qué regalo le hiciste a don “Froilán”...!!!! el
cuchillo fue una genialidad..!!! Ir a buscar los huesos, limpiarlos y despacito
ir trabajando con las manos, es algo que no se puede explicar con palabras la
satisfacción que produce, y mucho más si el resultado es una obra de
orfebrería-arte..!!!! y todo el cariño que implica la cuestión emocional de la
historia. Precioso..!!!
Más que la muerte, que no tiene remedio, a mí me emociona
mucho más cuando logran vivir, cuando pueden pasar una enfermedad y superarla,
o en este caso del "caballo Pajarito" que lo pudiste salvar..!!!! eso
me emocionó tremendamente, pobre animal, lastimado por un toro, haber pasado
por esa herida profunda, la cantidad de sangre que habrá perdido, se podía
haber infectado... pero una vez más... DIOS...!!!!! te puso a vos ese día, en
ese lugar, con la capacidad de poder ayudarlo por ser médico, y con los
antibióticos y elementos para hacer una sutura... es una maravilla..!!! Lo que digo
es que no fue casualidad que estabas ahí... y fuiste útil. Si estaba yo... por
ejemplo, o cualquiera de nosotros que no hubiera sabido qué hacer....el pobre
caballo Pajarito se moría ahí nomás desangrado... así que me conmovió mucho
saber que está bien y que corre y juega...!!!! Ya cuando estés bien vos, irás
de nuevo y podrás montarlo al Nachito para que haga unos pasos allí. Muy lindo,
muchas gracias por contarnos.
ABRAZON.
Graciela.
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