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En la Argentina, el Día del Inventor se celebra el 29 de
septiembre, por ser esta la fecha en que nació (en 1899, en Budapest) László
József Bíró, un akarnok (buscavidas en húngaro) que intentó suerte en diversas
actividades. Fue vendedor a domicilio, agente de bolsa, despachante de aduana,
escultor, pintor, periodista, hipnotizador y hasta participó en carreras de
autos. Aunque sin dudas, lo suyo eran los inventos.
Por ejemplo, ideó un precario sistema de caja automática,
una cerradura inviolable y un lavarropas. En algunos casos, fue fundamental la
participación de su hermano Georg, quien era químico. Durante su época de
periodista, a Ladislao Biro (ese es su nombre castellanizado) se le ocurrió que
debía encontrar la forma de que la tinta de las lapiceras se secara más rápido.
Los Biro lograron un solución líquida, muy adecuada para la
escritura manual, aunque no del todo efectiva: la pluma se trababa por el
espesor de la tinta. Hasta que en Budapest, Ladislao observó a chicos que se
entretenían lanzando bolitas de vidrio para que rodaran lejos por el suelo,
pero pasando por un charco de agua, de tal manera que trazaran una línea de
agua en el piso seco, al salir del charco. La escena estaba mostrándole la
resolución del problema. No debía utilizar una pluma metálica en la punta, sino
una bolita.
En realidad, el sistema del bolígrafo ya había sido
inventado en 1888, antes de que los Biro nacieran. De todas maneras, el
mecanismo tenía fallas, entre ellas la falta de una tinta adaptable. Además, no
se había comercializado. Laszlo Biro patentó su bolígrafo en 1938, tanto en
Francia como en Hungría.
Los Biro se encontraban en Francia, donde por casualidad
conocieron al ex presidente Agustín P. Justo. Cuando le contaron acerca de su
invento, Justo les propuso que instalaran una fábrica en la Argentina y les
entregó una tarjeta personal. Poco tiempo después Biro entabló relación con su
compatriota Johann Georg Meyne, quien se integró a la sociedad de los hermanos
aportando capital.
La reunión con Justo pudo haber sido una anécdota más. Sin
embargo, la Segunda Guerra Mundial torció varios destinos, incluso el de
Ladislao Biro, quien recordó el episodio con Justo y partió de Hungría rumbo a
la Argentina, huyendo de la persecución nazi, junto a su hermano Georg y a su
socio Meyne. Arribaron en mayo de 1940. El 10 de junio de 1943 patentaron en
Buenos Aires su gran invento, que no era como el original, sino que había sido
perfeccionado, ya que el tema de la tinta no había podido resolverse en forma
completa.
La definición del producto, registrado bajo la patente
57.892, es “Instrumento para escribir a punta esférica loca”. Cuando les tocó
bautizar a su lapicera, la llamaron birome, que significaba Biro y Meyne.
Aunque debe reconocerse que en algún momento sintieron que había que
rebautizarla esferográfica, por suerte, nombre que no prosperó.
(Este texto forma parte de mi libro, Historias de las
Palabras)
BLOG DE DANIEL BALMACEDA
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