domingo, 21 de julio de 2013

OSIRIS RODRIGUEZ CASTILLOS, LA CREDENCIAL DE SANTOS NIEBLA



LA CREDENCIAL DE SANTOS NIEBLA
OSIRIS RODRIGUEZ CASTILLOS

La Patria era muy gurisa

cuanco nació Santos Niebla.



Hijo del fuego y la sangre,

una mañana de aquellas

en que al frente de cien lanzas

el sol coronó las sierras,

lo hallaron gaucho; entre el huno

de un icendio de carretas...



Alguien arrimó el caballo,

sofrenó, y echó pie a tierra.



En eso, por la hondonada,

la cerrazón traicionera

revienta en fusilerías

enemigas; por la cuesta,

sube un tronar de tambores

y un frío de bayonetas.



Un clarín, toca "a degüello".



Los lanceros se descuelgan

de la cumbre de los cerros

desparramando las piedras,

y al frente de aquella carga,

remolinos de melenas

donde el brillo del coraje

muerde al viento en las paletas,

va una lanza en prodigiosos horizontes de fiereza,

y un gurí, ricién nacido

sobre el pecho de la gesta!



Pila de sangre bendita,

lo bautizó, Santos Niebla;

por la niebla de la historia,

la cerrazón de la tierra

y el polvo de aquella carga

donde lo besó una estrella!



Creció de casualidá;

como un yuyo entre las piedras.

Le pusieron de tutor,

pa que no se torciera,

una caña de tacuara

con una moharra nueva.

Pa no perderle afición

la usaba de dos maneras:

con medio clavo, en la paz;

con medialuna en la guerra!



Así lo vieron, los años;

porque la historia fué ciega.



Los muros de Paysandú,

sintieron entre sus grietas

calientes ríos de sangre

del pecho de Santos Niebla,

porque él, nunca negó fuego

cuando lloró la bandera!!



Bastaba que algún clarín

cacariara por las sierras,

para que el monte, o el río,

o el pajonal lo parieran

vertical de patriotismo,

u horizontal de fiereza!



Estuvo... donde estuvieron

todos los de la leyenda;



desde aquella madrugada

que le dio nombre y estrella,

hasta la última carga

de la última revuelta!

Entonces...



Fue su tacuara,

madrugadora de huellas;

índice de soledad

por las llanuras inmensas;

esquinero del silbido

con que alambraba su ausencia

picaniando un gan cansancio

con escarcha en la melena...



Tantas lunas peregrinas

le blanquearon la clinera,

que al final, siendo un patriarca

aon historia y sin querencia,

más que nunca le cuadraba

su nombre de Santos Niebla!



Hasta cortar su tacuara

p'hacerse un bastón con ella...



Si aquella caña sostuvo

todo el honor de la tierra,

como no le iba a aguantar

el peso de la miseria!



Estaba ya, muy viejito

cuando se vino pal pueblo.



Vivió, cansando una changa

rodilluda de aguatero,

pa dir manteniendo l'hambre

sin desprestigiar su invierno...



Jamás pidió una limosna!

El reumatismo en los güesos

lo traiba barranca abajo,

y una estiba de años muertos

le iba doblando la espalda

sobre un pozo de silencio...



Jué entonces, que oyó mentar

que dan pensión a los viejos;



"Cómo!... La Patria no olvida?!"

"¿Es güena? ¡Tiene en el pecho

sentimientos pa sus hijos?!"

"...Que cosa linda pa un sueño!!"



En sus ojos, dos auroras

con rocío amanecieron!



Jué a reclamar su pensión,

tembloroso de contento,

porque, al fin! llegaba el día

de la justicia!



Por eso, le dijo al empleao:

"No creaque me importan mucho los pesos..."

"Me siento gurí, ¿compriende?"

"...aparte de ser tan viejo!!"

"Pa mi... no es cuestión de plata;

lo que vale es el consuelo!!"



Y entonces, salió el empleao

con cuestión de papeléos;



Que cédula, o credencial,

o partida'e nacimiento...

que había que ser oriental,

o... gringo afincao, al menos!



"Pero... yo soy Santos Niebla;

juí servidor, juí carrero..."

"Rumbo que abrí con mi lanza,

a picana lo hice güeno!!"



"Cómo! Si soy oriental, me dice?

y con que lo pruebo?"



Parece que oyó un clarín

por las fronteras del tiempo,

porque surgió vertical

la silueta del lancero

que siempre llevó crespón

cuando se enlutaba el suelo:



"Yo tengo una credencial

escrita a fierro en el pecho!!"

- dijo - y rajó su camisa,

mostrando por documentos,

seis bárbaros costurones

que le cribaban el cuero!!




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