Un día como hoy... 3 de julio... pero de 1944... nacía
LUIS CARDEI.
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Semblanza de RICARDO GARCIA BLAYA
publicada en la página webb TODOTANGO.
CANTOR
3 de julio de
1944 – 18 de junio de 2000
La resurrección del cuarenta, la nostalgia de una época de
cantores insuperables y la alegría de recuperar el recuerdo de aquellos tiempos
del tango invicto, todo eso fue Luis Cardei. Un pedacito de cantor, una
enormidad de ser humano.
Escuchar su voz, profunda y pequeña, nos transporta al
Buenos Aires de los patios con glicinas, del chirrido del viejo tranvía, de la
bohemia del “trocen”, de las revistas del Maipo y El Nacional, de los primeros
boletos en el hipódromo y de tantas otras cosas.
Fue un cantor intimista, de fraseo porteño y delicado que
generaba un clima emotivo con su media voz que se va quebrando lentamente, como
si se fuera apagando.
Si hiciera falta clasificar a este muchacho nacido en el
barrio de Villa Urquiza, diríamos que pertenecía a la raza de los Raúl Berón,
de los Ángel Vargas, de los Enrique Campos, de los Floreal Ruiz, de las grandes
medias voces de la música ciudadana.
Lo descubrimos ya entrados los años ’90, sencillo, humilde,
acompañado por su amigo Antonio Pisano con su bandoneón. Su vida artística
había transitado por las sórdidas noches de cantinas y bodegones, con su
repertorio de reliquias casi olvidadas, paradójicamente rescatado por el
exclusivo escenario del Foro Gandhi y, fundamentalmente, por ese gran intuitivo
que fue Cacho Vázquez, entonces titular del Club del Vino.
Corría el año 1994, cuando recibí la invitación de Cacho y
allí lo vi por primera vez. Me acuerdo que necesitó ayuda para subir al
escenario y que se tomó su tiempo para empezar. Me emocioné y quise compararlo
y no pude, era una voz familiar pero distinta. Me llevé de recuerdo su disco,
editado por el Club del Vino, sin caja ni información, que contiene bellezas
como “Ventarrón”, “Viejo baldío”, “Un momento”, entre otras.
Padecía una espantosa enfermedad, la hemofilia y, como si
esto no hubiera sido bastante, de chico sufrió la poliomelitis.
Durante 25 años actuó en la cantina “Arturito” de Parque
Patricios junto a Pisano, con un repertorio de corte gardeliano, que rescataba
muchos temas olvidados, tangos y valses, que contaban historias simples, a
veces inocentes, de honda frescura.
Admiraba a Gardel y renegaba del tango con letras modernas,
que definía como intelectualizadas: «Después surge el poeta que perfuma el
tango, lo intelectualiza y entonces, para sentir la letra ya hay que pensarla.
Yo necesito emocionarme con el argumento ya que juego interpretando al
personaje.»
En sus recitales ponía humor y se reía cuando lo llamaban
“el nuevo Goyeneche” y aclaraba que no creía en las sucesiones pero, si le
dejaban pedir, quería ser Gardel. Cuando el público le requería los clásicos:
“Cambalache”, “Naranjo en flor”, “Los mareados” o “La última curda”, respondía
indefectiblemente como disculpándose, con una sonrisa: «No los sé». Y comentaba
con su bandoneonista: «Vamos a tener que aprenderlos, Antonito, porque la gente
siempre nos pide esos temas.»
Participó en la película de Fernando “Pino” Solanas, “La
nube”, estrenada el 3 de septiembre de 1998. Ese año inició una experiencia
como titular de una tanguería en el Paseo La Plaza, en la esquina de Montevideo
y Sarmiento. No le fue bien. Sus últimos recitales fueron en mayo de 2000, en
el café literario Opera Prima, de la calle Paraná 1259.
La muerte sobrevino por un contagio de hepatitis C en una
transfusión rutinaria y nos robó a este artista cabal, que tuvo su momento de
gloria, tan fugaz como merecido.
fuente: TODOTANGO.
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