HIPOLITO YRIGOYEN.
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BIOGRAFIAS Y VIDAS:
Hipólito Yrigoyen
(O Hipólito Irigoyen; Buenos Aires, 1852 - 1933). Político
argentino que alcanzó la presidencia de la República. Cursó sus primeros
estudios en el Colegio San José de los padres bayoneses y más tarde en el
colegio de la América del Sur. Ingresó después en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires, pero no consta que lograra recibirse con el título
de abogado.
La situación económica de su familia le obligó a trabajar
desde su temprana juventud en empleos modestos, que desempeñó sucesivamente en
una compañía de transportes, en las oficinas de un abogado y luego en el
Estado, como escribiente de la contaduría general, en 1870. Dos años más tarde
obtuvo el puesto de comisario de policía de una de las parroquias en las que se
dividía en el plano político y administrativo la ciudad de Buenos Aires.
También desde muy joven se sintió atraído por la actividad
política, y este interés lo indujo a participar en los acontecimientos
turbulentos de la revolución encabezada por el general Bartolomé Mitre en 1874,
aunque luego apoyó a la facción del gobierno y del candidato a presidente
electo Nicolás Avellaneda. En 1877 se alejó del cargo de comisario que todavía
ocupaba, al parecer por cuestiones políticas que no quedan del todo claras, y
en 1878 logró imponerse como candidato a diputado provincial hasta que los
sucesos de 1880 y la federalización de Buenos Aires dieron fin a su mandato.
Sin embargo, en ese mismo año resultó electo en los comicios
realizados a fin de sustituir a los diputados que habían quedado cesantes y se
desempeñó en el cargo durante dos años, al cabo de los cuales se retiró a la
vida privada. En este período atendió a la administración de campos de su
propiedad situados en la provincia de Buenos Aires y a la enseñanza en un
instituto de estudios superiores.
La llamada "Revolución del 90" lo encontró entre
sus más entusiastas protagonistas, y a partir de entonces Yrigoyen ya no volvió
a abandonar la vida pública. Durante los sucesos de la revolución, uno de cuyos
cabecillas era su tío Leandro N. Alem, Yrigoyen fue propuesto y aceptado por
las fuerzas revolucionarias para ocupar el cargo de Jefe de Policía en caso de
que se concretase el triunfo y se impusiera un gobierno provisional.
A partir del 90 pasó a ser una figura significativa de la
política argentina. El presidente de la república Carlos Pellegrini lo instó a
participar en negociaciones entre los partidos políticos en pugna, y el también
presidente Luis Sáenz Peña lo invitó incluso a incorporarse a su gabinete, pero
Yrigoyen, animado por una férrea intransigencia con respecto al régimen
político de la época, rechazó ambos ofrecimientos.
De hecho, 1893 lo encontró nuevamente involucrado en una
revolución, esta vez al frente de los sublevados, en su calidad de presidente
del Comité Central bonaerense de la recientemente fundada Unión Cívica Radical.
Durante los sucesos del 93 Yrigoyen logró involucrar en el movimiento a un
importante número de oficiales del ejército, dirigió personalmente las
operaciones militares y participó de la ocupación de varias ciudades de la
Provincia de Buenos Aires. Fue proclamado por la revolución gobernador de la
Provincia, pero renunció al cargo, que fue ocupado por el Dr. Juan C. Belgrano,
hasta que el gobierno nacional, encabezado entonces por el Dr. Manuel Quintana,
intervino la Provincia.
El sistema electoral vigente entonces en la Argentina daba
lugar a abusos y manejos por parte de quienes ejercían el poder político, de
modo que el único medio que los radicales vislumbraban para la conquista del
poder era la abstención electoral y la lucha armada. Por ello, el 4 de febrero
de 1905 explotó una tercera revolución radical encabezada nuevamente por
Yrigoyen que logró ocupar parte de la capital y algunas ciudades de la
provincia, pero fue finalmente sofocada por el ejército. Yrigoyen resultó
entonces proscripto, pero una ley de aministía le permitió volver a hacerse
cargo de sus funciones como dirigente del partido radical.
Hipólito Yrigoyen
Fue entonces, en 1912, que se sancionó la llamada "Ley
Sáenz Peña", que garantizaba el voto universal, obligatorio y secreto para
los varones adultos y la representación para la primera minoría, con lo que la
Unión Cívica Radical decidió volver a participar de las elecciones. La idea de
la elite política gobernante era que la oposición radical habría obtenido en el
mejor de los casos la minoría, pero en los comicios del 2 de abril 1916
Yrigoyen resultó electo presidente de la república acompañado en la fórmula por
Pelagio B. Luna. Al asumir el cargo el 12 de octubre de ese mismo año, Yrigoyen
fue llevado en andas por sus simpatizantes desde el congreso de la nación hasta
la casa de gobierno, por una distancia de más de un kilómetro y medio.
La política de Yrigoyen no introdujo novedades sustanciales
en la economía argentina, ligada entonces al mercado mundial a través de la
exportación de alimentos -sustancialmente cereales y carnes- y la importación
de productos manufacturados. Sus preocupaciones eran esencialmente
político-institucionales, y por lo demás casi nadie consideraba importante
realizar cambios en un modelo económico que había consagrado al país como
"granero del mundo".
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) favoreció en principio
las exportaciones argentinas a los países beligerantes y activó la producción
de manufacturas para reemplazar las importaciones que a causa de la guerra no
llegaban regularmente al país. Pero al finalizar el conflicto se vio resentido
lo que constituía el "motor" de la economía argentina, al desacelerarse
el ritmo de su comercio exterior, lo que puso al gobierno radical ante
situaciones de difícil resolución. Yrigoyen no pudo más que seguir una política
relativamente restrictiva del gasto público, situación nada fácil por el hecho
de que su partido, representante de las clases medias de origen inmigratorio en
ascenso, recibía fuertes presiones para premiar fidelidades políticas con
cargos y empleos en el aparato del Estado.
Por otra parte, la conflictividad social del momento dio
lugar a importantes protestas obreras, conducidas en general por dirigentes
anarquistas. La más significativa es la que se produjo en enero de 1919 en la
ciudad de Buenos Aires y que se conoce con el nombre de "Semana
Trágica". Durante esos días la ciudad fue escenario de tiroteos entre obreros
y policías, y por primera vez el ejército tomó parte en la represión. Hubo gran
cantidad de víctimas e incluso se organizaron pogroms contra los inmigrantes
judíos, acusados de llevar a la Argentina el comunismo que recientemente había
tomado el poder en Rusia. Otros hechos de gravedad se produjeron durante las
huelgas en la Patagonia en 1921, donde la protesta anarquista fue aplastada por
el ejército con notable ferocidad.
En cuanto a la política exterior, el gobierno radical se
mantuvo en todo momento neutral, a pesar de que se produjeron algunos
incidentes con el gobierno imperial alemán (en 1917 un barco mercante argentino
fue hundido por un submarino alemán y el embajador del imperio fue expulsado
del país acusado de transmitir mensajes agraviantes para el país) y que el
gobierno entabló negociaciones muy ventajosas con los aliados para la venta de
productos argentinos. Una delegación argentina presidida por el ministro de
relaciones exteriores Honorio Pueyrredón y en la que participaba además el
ministro plenipotenciario argentino en Francia Dr. Marcelo T. de Alvear, tomó
parte en las sesiones de la Liga de las Naciones inauguradas en 1920. En ellas
propusieron ciertas enmiendas al Pacto de la Liga que tendían a limitar su
alcance político, lo que suscitó desacuerdos y determinó el retiro de la
delegación argentina.
En el plano interno, el primer gobierno de Yrigoyen se
decidió a reafirmar su autoridad en relación a las oposiciones surgidas en
algunas provincias, acudiendo abundantemente a la intervención federal. Ello se
explica por el hecho de que el triunfo en las elecciones de 1916 no había sido
aplastante, y la oposición conservaba amplios espacios de poder en las cámaras
y en los gobiernos y legislaturas provinciales. Durante este período se
produjeron 20 intervenciones que afectaron a las provincias de Mendoza, San
Juan, Salta, Jujuy y Tucumán.
En 1928, después del interregno del gobierno del también
radical Dr. Marcelo T. de Alvear, Yrigoyen volvió a presentar su candidatura a
las elecciones nacionales del 1 de abril de 1928, que ganó esta vez
rotundamente: 839.140 votos contra 439.178 de la segunda lista. El partido
estaba ya dividido en dos corrientes antagónicas: la "personalista"
dirigida por Yrigoyen y la "antipersonalista" capitaneada por Alvear,
cuyos candidatos fueron quienes obtuvieron el segundo lugar en las elecciones.
Esta vez la diferencia de votos permitió a Yrigoyen la organización de un
gobierno de corte más "popular", es decir, integrado en mayor medida
por miembros conspicuos de las clases medias en ascenso.
Pero el presidente era ya anciano y pronto las dificultades
comenzaron a multiplicarse. Se acusaba al gobierno de despilfarro de los
caudales públicos en favor de sus partidarios, a quienes se premiaba con cargos
y empleos en el Estado, mientras crecía en el interior del radicalismo la puja
por definir quién sería el sucesor de un presidente cuyo fin se vislumbraba
próximo. A estas circunstancias se sumaban las crecientes dificultades
financieras del Estado en un contexto internacional poco favorable, y en
consecuencia la oposición política aumentó, dentro y fuera del partido.
De hecho, las elecciones parlamentarias del 2 de marzo de
1930 arrojaron resultados por demás negativos para el gobierno. El 9 de agosto
de 1930 un grupo de radicales opositores declaró que el sistema republicano
había sido anulado en los hechos, y la conspiración militar empezó a cobrar
forma apoyada por pequeños pero muy activos grupos nacionalistas y por gran
parte de la prensa.
El ministro de guerra, general Dellepiane, denunció ante el
gobierno lo que era un secreto a voces, es decir, la inminencia de un golpe de
estado del que no existían antecedentes inmediatos en la historia argentina,
pero al no ser atendido dimitió al cargo. Los estudiantes universitarios
exigían la renuncia de Yrigoyen y llegaron a manifestar contra él frente a la
casa de gobierno. Así, enfermo, cercado, desprestigiado y carente del mínimo
consenso político necesario, Yrigoyen dejó el gobierno en manos del
vicepresidente Enrique Martínez, quien decretó el estado de sitio pero no pudo
impedir que el 6 de septiembre de 1930 el primer golpe de estado de la
Argentina contemporánea interrumpiese el régimen constitucional.
Yrigoyen renunció a la presidencia de la República y fue
encarcelado en un regimiento, para ser luego confinado en la Isla Martín García
frente a Buenos Aires, hasta que en 1932 quedó en libertad, beneficiado por un
indulto del general Agustín P. Justo que, sin embargo, Yrigoyen se permitió
rechazar. A su arribo al puerto de Buenos Aires fue recibido por una concurrida
manifestación popular, pero poco después se lo obligó a volver a su
confinamiento en Martín García. Su segundo regreso a la capital, con permiso
por motivos de salud, tuvo lugar en enero de 1933. Poco tiempo después moría y
su entierro convocó una multitud.
fuente:
Biografias y vidas
EL HISTORIADOR:
www.elhistoriador.com.ar
Ficha biográfica de Hipólito Yrigoyen
Autor: Mariano Fain
Nombre completo: Juan Hipólito del Corazón de Jesús Yrigoyen
Fecha de Nacimiento: 12 de Julio de 1852
Lugar de Nacimiento: Buenos Aires
Fecha de Fallecimiento: 3 de Julio de 1933
Lugar de Fallecimiento: Buenos Aires
Nombre de la Madre: Marcelina Alen
Nombre del Padre: Martín Yrigoyen
Hermanos: Roque, Martín, Amalia y Marcelina
Hipólito Yrigoyen fue dos veces presidente del país entre
1916-1922 y 1928-1930, representando a
la U.C.R..
Algunos de sus apodos más conocidos fueron: el “peludo”, por
su aversión a mostrarse en público, y el “vidente”, por su supuesta capacidad
para interpretar las demandas, necesidades e intereses de sus interlocutores.
A lo largo de su vida mostró gran versatilidad en el
desempeño de diversas funciones: comisario de policía en el barrio de
Balvanera, presidente del Consejo escolar de la misma ciudad, profesor de historia, filosofía e instrucción
cívica, estudiante de abogacía, diputado, terrateniente, jefe revolucionario y
presidente de la República Argentina.
Durante los años que ejerció la docencia, entre 1880 y 1905,
donó sus honorarios al Hospital de Niños.
Participó y lideró numerosas revoluciones, que si bien
fracasaron en sus objetivos concretos, prepararon el terreno para la
implementación de la Ley Sáenz Peña.
Luego del suicidio de su tío, se enfrentó a duelo con el
santafecino Lisandro de la Torre, experto esgrimista, al cual derrotó –pese a
carecer él mismo de toda experiencia de esgrima-, dejándole numerosas marcas en
su cuerpo y rostro.
El 12 de octubre de 1916, asumió por primera vez la
presidencia del país. Concluía así el período conservador. Ese día la multitud
enfervorizada desenganchó espontáneamente los caballos del carruaje que
trasladaba al flamante líder radical desde el Congreso y lo llevó a pulso hasta
la Casa Rosada.
Estas elecciones que dieron triunfo a Yrigoyen fueron las
primeras que se realizaron a nivel nacional bajo los auspicios de la llamada
Ley Sáenz Peña (ley electoral de 1912), que imponía el voto universal, secreto
y obligatorio.
En 1928 Yrigoyen fue electo presidente del país por segunda
vez por una abrumadora mayoría en una elección conocida como “el plebiscito”.
Su período de gobierno quedó inconcluso como consecuencia del golpe de estado
producido el 6 de septiembre de 1930, que encabezó el general José Félix
Uriburu y dio comienzo a la “década infame”.
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