Un día como hoy... 23 de agosto.... pero de 1911...
nacía el investigador de Folklore,
don FELIX COLUCCIO
don FELIX COLUCCIO
..................................................
Félix Coluccio
Félix Coluccio: Investigador del folklore americano, es hijo de inmigrantes italianos residentes en Calabria, cuyos orígenes estaban en Florencia.
Sus padres llegaron a América (Buenos Aires) con la "gran inmigración", y se asentaron en el Barrio de La Boca, donde nació el 23 de agosto de 1911. Allí vivió parte de su primera infancia y luego en Lanús, provincia de Buenos Aires.
Fue maestro, profesor nacional de geografía y de educación física. Entró en el mundo del folklore junto a su amigo investigador Augusto Raúl Cortazar, a quien debe su formación, transferida a su vez a jóvenes a través de los cursos de capacitación para educadores en ejercicio que dictaba en el Instituto Félix Ferrando Bernasconi.
Asistió a numerosos congresos nacionales e internacionales de Folklore, como el de San Pablo, Brasil (1954); Buenos Aires (1960); Santa Tirso, Portugal (1963); Bucarest, Rumania (1974); Binacionales de Folklore Argentino-Chileno, realizados en Santiago, Chile, Buenos Aires y Salta (Argentina).
Fue Director del Fondo Nacional de las Artes en dos períodos y Subsecretario de Cultura de la Nación. Ha mantenido contactos con estudiosos del folklore de todo el mundo.
Reconoce que la vocación folklórica le fue inspirada por su madre, que desde niño le contaba cuentos y leyendas populares y tradicionales, así como lo entretenía con juegos infantiles que tienen difusión universal, todos ellos registrados por los grandes maestros del folklore en todo el mundo.
A lo largo de su extensa vida ha recibido numerosas distinciones: Konex de platino, Mayor Notable, Cámara de Diputados de la Nación, 1997; Trayectoria folklórica, Fondo Nacional de las Artes, 1998 y Personalidad Emérita de la Cultura Argentina en 1999.
Recientemente ha sido designado Académico Honoris Causa por la Academia Nacional del Tango. Fue postulado a candidato a premio nobel de literatura por la Argentina en el año 2004.
fuente: FELIXCOLUCCIO.BLOGSPOT.COM.AR
.............................................................
FELIX COLUCCIO nace el 23 de agosto de 1911, en el barrio de la Boca de la Capital Federal, y murió el jueves 4 de agosto de 2005 a las 17:30 hs.
Títulos de Grado y/o Post-grado alcanzados. Institución otorgante y año:
Profesor Superior Nacional de Geografía recibido en el Instituto Superior del Profesorado, 1933
Profesor Superior Nacional de Educación Física recibido en el Instituto Nacional Superior de Educación Física.
Egresado del Instituto Superior de Conducción Educativa
Becas obtenidas. Institución otorgante y año:
Beca de Investigación Folklórica otorgada por la Secretaría Nacional de Cultura, 1951.
Premios obtenidos. Año de otorgamiento:
Medalla de Plata Silvio Romero – San Pablo. 1954.
Faja de Honor de la S.A.D.E., 1965, por Diccionario Folklórico Argentino.
Medalla de Honor del municipio de Calabria, 1982.
Pluma de Plata del Pen Club argentino, 1980.
Luna de Plata , entregada por el Fondo Nacional de las Artes, por su trayectoria en folklore.
Premio Internacional Fernando Ortiz, otorgado por la Fundación del mismo nombre de Cuba , año 2000.
Premio Campana de Plata entregado por la fundación Fernando Ortiz, Embajada de Cuba , Buenos Aires, 2001.
Gran Premio de Honor de la SADE, diciembre del 2001.
Condecoraciones recibidas:
Condecoración del Brasil con la orden Silvio Romero, 1960.
Llave de la ciudad de Salta. Ministerio de Educación, Salta, 1975.
Orden del Poncho, Santa Fe, 1980.
Vecino eminente de Villa Pueyrredon, Buenos Aires, 1980.
Medalla al Merito Liceo Militar General San Martín , 1980.
Comendador de la Comunidad de Regio, Calabria.
Mayor Notable de la Cultura Argentina. Cámara de Diputados . 1997.
Ciudadano emérito de la Cultura Argentina. 1999.
Una calle de Rió Tercero, Córdoba, lleva el nombre de Félix Coluccio.
Cargos docentes, públicos, privados y otros alcanzados:
Presidente de la Fundación Liceana (1932).
Miembro Fundador de la Academia Nacional de Geografía.
Director del Fondo Nacional de las Artes, 1973-1976 y 1984-1989.
Subsecretario de Cultura de la Nación, 1974-1975.
Profesor Fundador y Regente del Liceo Militar Gral. San Martín, 1939-1963.
Profesor adscrito a la cátedra de Geografía Humana del Instituto Superior del Profesorado
Profesor y Director del Gabinete de Investigaciones Folklóricas del Instituto Bernasconi.
Director del Fondo Nacional de las Artes(1973-1975 , 1984-1989).
Libros y/o trabajos publicados o encomendados:
Diccionario Folklórico Argentino - 1º Edición 1948, 2º Edición 1994.
Vocabulario Geográfico - 1º Edición 1945, 2º Edición 1950.
Fiestas y Celebraciones de la República Argentina - 1932 y 1993.
Antología Ibérica y americana del Folklore - 1953.
Folklore para la Escuela - (en colaboración) 1965 y 1993.
Diccionario de Voces y Expresiones Argentinas - 1970 y 1986.
Varios artículos vinculados al folklore en el país y en el exterior.
Colaborador en diarios como: La Prensa, Clarín, El Liberal, (Sgo. Del Estero), Pregón ( Jujuy) y La Capital ( Mar del Plata ).
Libros y/o trabajos publicados o encomendados:
Geografía y Folklore - Editado por la Academia Nacional de Geografía.
Cultos y canonizaciones populares de la República Argentina - 1986.
Aproximación a la raíz folklórica en la novelística latinoamericana - 1994.
Llamar e Palma - 1992
Varios artículos vinculados al folklore en el país y en el exterior.
Y como si esto fuera poco, del eminente profesor podemos decir que:
Escribió:
Cuentos Folklóricos con Marta Isabel Coluccio.
Diccionario de Creencias y Supersticiones.
Diccionario de Juegos Infantiles.
Realizó publicaciones en revistas extranjeras, como Folklore Americano de México, Investigaciones Folklóricas de la Universidad de Buenos Aires, etc...
Fue Jurado Nacional y Provincial para premios de literatura, Folklore y Artesanías.
Participó en cursos, conferencias en radio y televisión.
Asesor del programa Raíz y Canto ( 1976-1978), Canal 11 de Bs.As.
Investigaciones de campo en Argentina. Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, México, Chile, España, Italia, Francia, Portugal, Rumania, Austria, Cuba, etc. Y particularmente en los Andes peruanos.
Director de numerosos congresos internacionales y nacionales , en Brasil, Perú, Paraguay, Uruguay, México, Portugal, Rumania y en Argentina desde Ushuaia hasta La Quiaca.
Destacada actuación en los Congresos Internacionales de Folklore de San Pablo en 1954, Brasil; Buenos Aires 1960, Argentina; Santo Tirso 1963, Portugal; México DF. 1974; Bucarest, 1974, Rumania; Lima Perú 1985; Santiago de Chile 1995 al 2000
Fuente : FOLKLOREDELNORTE.COM.AR
………………………….
Fallecimiento de Félix Coluccio: Buenos Aires, 4 de agosto de 2005, 17.30 hs.
Murió a los 93 años
Félix Coluccio, el mayor estudioso del folklore
Investigaba con rigor científico y pasión
Una vida dedicada con pasión y rigor científico a la divulgación de la cultura popular caracterizó la existencia de Félix Coluccio, uno de los mayores conocedores de las raíces del folklore argentino, cuyos restos fueron sepultados ayer en el cementerio de la Chacarita.
Como informó ayer LA NACION, su deceso se produjo a los 93 años en esta ciudad. Fue subsecretario de Cultura de la Nación (1974/75), director del Fondo Nacional de las Artes y miembro de la Academia Nacional de Geografía.
El año último fue galardonado con el Premio Konex de Platino, en reconocimiento a su vocación de toda una vida dedicada a la divulgación de la cultura popular. Era autor del Diccionario Folklórico Argentino y del Diccionario de Voces y Expresiones Argentinas, obras que se consideran clásicas en el campo lexicográfico.
Su infatigable interés por la recopilación de documentos sobre la cultura autóctona lo llevaron de viaje por Bolivia, México, Chile, Paraguay, Uruguay y la Argentina. Como resultado de sus investigaciones editó el Diccionario Folklórico de la Flora y la Fauna de América, el Vocabulario geográfico, el Diccionario Geológico Minero y el Diccionario del Folklore Americano.
También produjo otras obras excepcionales, como el Diccionario de Creencias y Supersticiones Argentinas y Americanas, y el Diccionario de Juegos Infantiles Latinoamericanos. El Gobierno lo declaró en 1999 "ciudadano emérito de la cultura argentina" e integró la Academia Nacional del Tango.
Ya fuera a caballo, a pie o algún vehículo ofrecido por lugareños, don Félix Coluccio recorría con enorme paciencia la geografía argentina o latinoamericana en busca de un mapa, de un libro, de un documento que le aportaran las referencias que precisaba para completar una investigación, la que acometía sin demoras y despojado de urgencias.
La Academia Argentina de Letras le rindió un homenaje hace tres años, por sus valiosos aportes, al considerarlo "decano de los folklorólogos de nuestro país y uno de los más respetados del continente".
La descripción de su obra no estaría completa si no se señalara una condición primordial de su personalidad: la vocación de servicio. Como señaló la Academia de Letras en el citado homenaje, Coluccio investigó, exploró y estudió para comunicar lo hallado a sus hermanos.
Para entender el significado de la muerte, visitó cementerios y estudió las cruces y los epitafios. Hace dos años había dicho a LA NACION: "El culto a la muerte es muy sentido, muy serio, porque tarde o temprano todos vamos a pasar por esa experiencia".
Félix Coluccio, el mayor estudioso del folklore
Investigaba con rigor científico y pasión
Una vida dedicada con pasión y rigor científico a la divulgación de la cultura popular caracterizó la existencia de Félix Coluccio, uno de los mayores conocedores de las raíces del folklore argentino, cuyos restos fueron sepultados ayer en el cementerio de la Chacarita.
Como informó ayer LA NACION, su deceso se produjo a los 93 años en esta ciudad. Fue subsecretario de Cultura de la Nación (1974/75), director del Fondo Nacional de las Artes y miembro de la Academia Nacional de Geografía.
El año último fue galardonado con el Premio Konex de Platino, en reconocimiento a su vocación de toda una vida dedicada a la divulgación de la cultura popular. Era autor del Diccionario Folklórico Argentino y del Diccionario de Voces y Expresiones Argentinas, obras que se consideran clásicas en el campo lexicográfico.
Su infatigable interés por la recopilación de documentos sobre la cultura autóctona lo llevaron de viaje por Bolivia, México, Chile, Paraguay, Uruguay y la Argentina. Como resultado de sus investigaciones editó el Diccionario Folklórico de la Flora y la Fauna de América, el Vocabulario geográfico, el Diccionario Geológico Minero y el Diccionario del Folklore Americano.
También produjo otras obras excepcionales, como el Diccionario de Creencias y Supersticiones Argentinas y Americanas, y el Diccionario de Juegos Infantiles Latinoamericanos. El Gobierno lo declaró en 1999 "ciudadano emérito de la cultura argentina" e integró la Academia Nacional del Tango.
Ya fuera a caballo, a pie o algún vehículo ofrecido por lugareños, don Félix Coluccio recorría con enorme paciencia la geografía argentina o latinoamericana en busca de un mapa, de un libro, de un documento que le aportaran las referencias que precisaba para completar una investigación, la que acometía sin demoras y despojado de urgencias.
La Academia Argentina de Letras le rindió un homenaje hace tres años, por sus valiosos aportes, al considerarlo "decano de los folklorólogos de nuestro país y uno de los más respetados del continente".
La descripción de su obra no estaría completa si no se señalara una condición primordial de su personalidad: la vocación de servicio. Como señaló la Academia de Letras en el citado homenaje, Coluccio investigó, exploró y estudió para comunicar lo hallado a sus hermanos.
Para entender el significado de la muerte, visitó cementerios y estudió las cruces y los epitafios. Hace dos años había dicho a LA NACION: "El culto a la muerte es muy sentido, muy serio, porque tarde o temprano todos vamos a pasar por esa experiencia".
fuente:
nota de LA NACION, de agosto del 2005 de su fallecimiento
publicada también en el blog de Félix Coluccio, en noviembre de 2007
............................................................................
FELIX COLUCCIO / FUNDACION KONEX
2004 - Letras - Premio Konex Platino - Folklore
2004 - Letras - Diploma al Mérito - Folklore
1984 - Letras - Premio Konex de Platino - Folklore
1994 - Letras - Jurado
........................
Nota de Mercedes Salvat a FELIX COLUCCIO, publicada en la revista COSAS NUESTRAS No 4
Pampa Húmeda, de la empresa CARDON.
fuente: página oficial de CARDON.
...............................................
Revista Cosas Nuestras
Nº 4 - Pampa Húmeda
Sabiduría del hombre común
Profesor de Geografía y de Educación Física, a sus casi 93 años es uno de los más reconocidos investigadores de nuestras costumbres. Desde su famoso Diccionario Folklórico editado allá por 1948, ha escrito más de cincuenta libros, referentes ineludibles para entender nuestras creencias, festejos y tradiciones.
El 23 de agosto va a cumplir 93 años. Félix Coluccio, el profesor de Geografía y de Educación Física, el folklorólogo, el padre de cuatro hijos, once veces abuelo y dos bisabuelo, todavía viaja en busca de mitos, leyendas, creencias populares, nuevas comprobaciones sobre la universalidad de la sabiduría del folklore. Su hija Marta y su yerno Conrado lo acompañan, lo cuidan, lo escuchan, lo siguen en sus explicaciones y agregan lo que su humildad no le permite contar. El investigador nacido en La Boca a principios del siglo pasado parece no cansarse jamás de hablar de lo que sabe. Es modesto, generoso, elegante con su pelo blanco, su boina, su bastón. De sus más de cincuenta libros, muchos todos están agotados. Ni él mismo tiene ejemplares de todos. Dice que el folklore es algo vivo, natural, que no se cultiva especialmente. Que está ahí.
-¿Cómo se pasa de ser profesor de Geografía y de Educación Física a folklorólogo?
-Yo soy profesor de Geografía y de Educación Física, pero mi tarea especial se diversificó. Es que la rama más importante de mi pasión geográfica era estar en contacto con las comunidades geográficas, los puntos cercanos y lejanos del país que tuvieran una importancia humana, filosófica, que tuvieran algo de trascendencia. Empecé yendo de localidad en localidad, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y viviendo la realidad geográfica, la llanura, la montaña, la meseta, el desierto.
-¿Tuvo algún maestro?
-Sí. Mi gran maestro fue Augusto Raúl Cortazar. Éramos compañeros de estudios y culminamos siendo compañeros como profesores del Liceo Militar General San Martín, entre 1939 y 1963. Yo, de Geografía Humana y él, de Literatura americana, pero la literatura folklórica especialmente. La base que tengo se la debo a él, porque he vivido con él, con la familia, fui trabajando con él. Y la anécdota más rica que tengo es de cuando yo estaba preparando la primera edición del Diccionario Folklórico Argentino, una cosa increíble porque ni yo sé cómo fui a parar ahí. Aunque como profesor de Geografía había hecho el Vocabulario Geográfico, que publicó la Universidad de Tucumán y esto me hizo pensar que podía hacer algo parecido en Literatura. Y entonces, cuando Cortazar lo supo, me dijo "está muy bien, yo te voy a ayudar; lo que sí, no publiques nada hasta que yo lo vea". Y mi Diccionario Folklórico, antes de salir, fue revisado por él. Es una herencia espiritual que tengo... Esto fue por el año '50.
-Hay una calle que lleva su nombre, en Río Tercero. ¿Qué se siente al caminar por allí?
-Es en un barrio con calles que homenajean a gente importante del folklore -dice su hija Marta-, Dávalos, por ejemplo. "Ellos me llevaron", agrega Coluccio, con modestia. "Fue una idea del Consejo del pueblo, que decidió poner a todos los folkloristas importantes, hace como seis o siete años", interviene orgulloso Conrado, el yerno.
-¿Hay un renacer del folklore?
-No es que haya un renacer, porque el folklore nunca murió. Lo que pasa es que hace ya un tiempo se ha revitalizado solo, por la inquietud de muchos por la música, las leyendas...
-¿La música folklórica comercial tiene alguna relación con esto?
-No, no tiene que ver. El fenómeno musical comercial va por otro lado, es valioso, es un aporte, pero no es un objetivo a servir, a mantenerse. En cambio, las peñas sí son parte del folklore general y han resurgido. Y ahí se vuelve también, en alguna medida, a los estudios folklóricos.
-Usted tiene un trabajo sobre fauna y flora nativas, en el que hay información sobre el poder curativo de algunas plantas. Cómo interviene la medicina ancestral en lo folklórico?
-Eso es valiosísimo. En Brasil está desarrollado y sigue desarrollándose con toda la fuerza. Digo Brasil como digo Venezuela, Perú, Cuba. Esto lo sé no sólo por el contacto epistolar sino por el contacto humano, ya que he viajado a todos esos lugares. Es el pensamiento vivo del folklore. Y está vivo no porque lo cultiven especialmente. Eso es natural. Pasan los años, y a veces pasan hasta los siglos en muchos aspectos de la medicina folklórica, y todo eso se transmite por imitación, por adopción. En Brasil, por ejemplo, los curanderos son verdaderos sabios para tratar ciertas enfermedades; en enfermedades de tipo mental es difícil, pero son eficaces en dolencias de los miembros, de los músculos, del estómago, que en su mayor parte no son tratadas por la medicina científica, porque la gente no tiene mayor conocimiento de quién lo puede hacer, no tiene el alcance económico para pagar el médico.
- ¿Por qué se hace un culto popular en casos como el de Carlos Gardel?
- Justamente las muertes trágicas, el pueblo -el folk-, las siente profundamente, entonces lo expresa mediante canciones o leyendas que se van formando. A Gilda -caso que estuve estudiando últimamente-, a Gardel, la gente les reza, les pide milagros. A la estatua de Gardel en la Chacarita la visitan extranjeros que le prenden un cigarrillo, igual que la gente de acá. Después, hay figuras carismáticas como la Madre María, que también pasa al mundo folklórico con la creencia popular de que puede generar milagros. Y hay personas para las que después se cristaliza lo que han pedido. Pero se cristaliza porque el tiempo, las circunstancias, lo hacen. Entonces el hecho se le atribuye a ella.
- La mufa, algo en que casi todo el mundo cree, ¿en qué consiste? ¿Es un mito, una leyenda?
- No, no tiene categoría de leyenda sino de creencia popular. La mufa es el creer en un hecho social que consiste en la repetición de sucesos no felices a lo largo de la vida; la mala suerte, la mala pata, como le decimos nosotros. Nace de la vocación popular por expresarse de alguna manera y trasciende sin que nadie se lo proponga.
- Usted trabajó mucho en el folklore relacionado con los juegos infantiles.
- Yo le quiero decir que el folklore no es solamente esto que estuvimos conversando. Está el folklore de la alimentación, está el folklore de los juegos. El juego infantil es una cosa bullanguera, de alegría, y a veces también de terror, porque juegan al Diablo, a muchas leyendas que no son nada recomendables por la forma en que transcurren, con muertes, asesinatos... Tengo un ejemplo personal sobre la universalidad de hechos folklóricos: mi madre me contaba, de chico, cuentos de Calabria que después, con el tiempo, fui encontrando en diferentes lugares de América. Sobre todo porque hay un gran aporte de los italianos que se instalaron en el país. Y mi madre me enseñaba un montón de juegos que no eran de acá. Viajando por América latina encontré en muchos lugares aquellos juegos europeos. El juego constituye uno de los elementos nacidos en el ámbito folklórico, en el ámbito popular.
- ¿A qué juegan los chicos que viven en el campo?
- Ya se han mixturado, como diría el paisano. Pero son los mismos juegos infantiles de los abuelos, como la mancha, las bolitas, los juegos que jugábamos nosotros. Hay un juego que es europeo, pero que acá agarró... y que debe subir al viento: el barrilete. Con todas las variantes; con la forma cuadrada, que es la más sencilla; la hexagonal, que es la más tradicional, la más perfecta. Hay una teoría que dice que el origen está en China, donde todavía hacen unos barriletes enormes.
- Se dice que usted es un experto en la cultura arequiana.
- Hay que leer Don Segundo Sombra y hay que ir a San Antonio de Areco, donde está la tradición popular casi más firme que tiene la Argentina sobre la cultura gauchesca. En San Antonio de Areco el hombre viste todavía con su ropa gaucha. Tiene como vehículo especial el caballo y no el automóvil -aunque tiene también automóvil-. Allí, ellos se asocian, se reúnen, y bueno, se transmiten todo lo que saben de la pampa, como las curaciones. Hay curanderos que curan tradicionalmente, que no han hecho la Facultad, no han estado con maestros, con doctores. Hemos estado ahí, y venimos dichosos de estar en contacto con eso. El libro Don Segundo Sombra, vale la pena que todos lo lean, porque de paso que se conoce una gran literatura, tiene la profundidad de los hechos folklóricos que todavía sobreviven en San Antonio de Areco. Y cuando digo San Antonio de Areco, digo Carmen de Areco, toda la órbita de la provincia de Buenos Aires, del resto del país, de una forma más intensa en un lugar, menos en otro. Entonces, Don Segundo vale la pena ser leído por eso, porque es un rescate de todas esas cosas. Y no porque Ricardo Güiraldes se lo haya puesto en la cabeza, sino porque escribió lo que veía, lo que tenía en las narices.
- Esto, más que mitos o leyendas, es la forma de vida cotidiana.
- Es la vivencia cotidiana. Se vive eso. También con la alimentación. En la pampa el asado, el asado con cuero. En el Noroeste, por ejemplo, allá en Salta, Jujuy, también está esto, pero hay otras comidas populares con las que ellos se abastecen cotidianamente. Y no van a ninguna institución para aprenderlo. Eso lo aprenden desde chicos. La galleta, que reemplaza al pan, en la Argentina es universal. Y en Uruguay también. Es una expresión de la vida pampeana, de la vida cotidiana de la zona.
- ¿Hay algo que usted no haya podido investigar?
- ¿Quiere que le diga una cosa? Yo me doy por satisfecho, feliz y contento por haber alcanzado todo lo que soñé. Porque yo me hice al lado de Cortazar. Me refiero a la amistad de él, a los viajes juntos... Y todo lo que me propuse, en el trabajo de investigación, me hace sentir del mismo modo. Y están los informantes: uno interroga a uno, al otro, conversa con el otro. Son personas comunes y recomunes. El hombre común vive de la vitalidad de los hechos humanos que perduran a través del tiempo, y de ese hombre común yo fui aprendiendo.
- ¿Cuál de todas esas tradiciones que usted conoció lo impresionó más?
- Siempre, el culto a la muerte. A San La Muerte, por ejemplo, lo tenemos nosotros en Argentina, Paraguay, Brasil, prácticamente en toda América. En México también tienen una adoración especial por la representación de la muerte.
- ¿Por qué la gente hace un culto a la muerte?
- La muerte es un hecho natural, pero es un hecho que la gente no termina de entender. Y sobre todo cuando le dicen que el espíritu del muerto prosigue en los descendientes, o en familiares lejanos, o que viene de orígenes remotos. En buena medida, cuando se hace un culto de algo es porque no se lo entiende bien. Pero de cualquier manera, hay una suerte general, no digo de temor, pero sí de reverencia, a un hecho que no se termina de entender bien.
- ¿Cuáles son los mitos más importantes, más trascendentes en la región pampeana?
- Primero hay que recordar al Noroeste, donde la Pachamama es la diosa de la muerte, la diosa de la vida, la Madre Tierra. Bueno, acá en la provincia de Buenos Aires y en toda la zona pampeana lo sintetizamos así, diciendo la Madre Tierra, pero no la asociamos con la Pachamama.
- Pero ¿hay un culto a la Madre Tierra en la pampa?
- Todas las creencias folklóricas son de culto a la Madre Tierra. Pero aquí no se hacen los ritos a la Pachamama. Es un sentimiento universal pero no hay dirigentes, no hay especialistas que divulguen características especiales de esta región o que intenten unificar la conciencia. Es una cosa que surge, entonces, por imitación, se transmite de persona a persona.
- ¿En qué cree especialmente la gente de esta región?
- Depende de la categoría social de la persona. Hay quienes hacen culto a los bandidos rurales, y bueno, es en zonas donde el elemento humano tiene una formación moral, intelectual, hecha a empujones, no sistemáticamente. Pero mayormente, saben que hay una curandera que cura los males, y los cura, no hay ninguna duda. Y eso es en todo el país. El curanderismo es universal. Todavía es fácil ver que para el dolor de cabeza se pone un pañuelo donde se han colocado cortes de cebolla, de ajo. Y usted no va a mostrar su superioridad diciendo "pero todavía cree en eso..." "Y sí, creo". Y la principal trascendencia del hecho folklórico es que la gente cree, se entrega a él, y éste forma parte de su vida familiar. Pero en la zona pampeana no es como en el Norte, donde todo es más tradicional. La pampa, ¿cuánto hace que está ocupada? Desde la expedición de Roca es que se empieza a poblar la pampa, cuando comienzan a llegar los inmigrantes. El inmigrante viene con su cuerpo, con su cabeza, pero viene también con sus creencias, viene con sus dioses. Y si bien cree en Jesucristo, o cree en la virgen María, incorpora creencias particulares con respecto a personas que han ayudado a curar, que han ayudado a desarrollarse, y que no lo han hecho movidos por intereses económicos sino que sienten eso, esa particularidad especial de transmitir lo que saben, como sucedió, por ejemplo, en el caso especial de la Madre María.
- Ella es de la región pampeana.
- Sí, de Salto, en la provincia de Buenos Aires. A la Madre María la conocí, yo vivía al lado de donde ella iba a predicar. Y todos los días hay gente que pone las manos ahí. Las creencias son así, son espirituales. Pero de una realidad que no tiene límites. Es chiquita, es grande la creencia, pero está. Y la Madre María -yo tendría diez años, vivíamos en la calle Mitre, en Lanús-, ella venía al lado de nuestra casa, donde una familia que era muy amiga suya le prestaba la casa para que diera charlas. Y venía la gente y formaba cola para hacer impostación de la mano: el que tenía mal de ojo, o el que tenía mal de estómago, o de la cabeza. Venía porque tenía la visión de que podía llegar a curarse. No es una cosa difícil de entender. Desde la más lejana antigüedad hubo seres que captaron a sus semejantes por una visión trascendente que el hombre común no tiene.
- Hay una necesidad de creer.
- Claro que sí. Así como hay una necesidad de amar, hay una necesidad de creer. Después, para algunos, hay otras necesidades, como la de odiar. Todas son facetas. Pero todas son del mismo origen. Todas nacen de la hondura del espíritu, del profundo espíritu, que se manifestó, se manifiesta y se manifestará a lo largo de los siglos.
- ¿A qué llama el "veneno del folklore"?
- Entre comillas, claro, eso lo decíamos con Cortazar. "Vos no te acerques a nosotros porque te vamos a inyectar el veneno folklórico". Pero no es veneno. Es vida. Es decir, para que sepas dónde estás parado.
-¿Qué es la identidad cultural? ¿Aquí la tenemos, pese a la mezcla?
- Sí, ya se ha fusionado bastante. La identidad cultural es tener principios que hacen a la cultura nacional, distribuida no en forma pareja pero sí bastante uniforme, en todo el país. Es decir, la identidad cultural es el idioma, por ejemplo, y está en ciertos juegos infantiles. La comida también hace a la identidad cultural, y la música.
-¿Hay algo que lo haya marcado como persona, en todos estos años, en sus viajes por el país?
Aprendí a respetar las relaciones tal como nos las cuentan. No modificarlas. Porque el pueblo lo formó así, y debe ser así. Aunque no nos guste. Porque el folklore no es moral ni nada de eso; tiene su característica propia. La tiene y se acabó, cualquiera sea ella.
El 23 de agosto va a cumplir 93 años. Félix Coluccio, el profesor de Geografía y de Educación Física, el folklorólogo, el padre de cuatro hijos, once veces abuelo y dos bisabuelo, todavía viaja en busca de mitos, leyendas, creencias populares, nuevas comprobaciones sobre la universalidad de la sabiduría del folklore. Su hija Marta y su yerno Conrado lo acompañan, lo cuidan, lo escuchan, lo siguen en sus explicaciones y agregan lo que su humildad no le permite contar. El investigador nacido en La Boca a principios del siglo pasado parece no cansarse jamás de hablar de lo que sabe. Es modesto, generoso, elegante con su pelo blanco, su boina, su bastón. De sus más de cincuenta libros, muchos todos están agotados. Ni él mismo tiene ejemplares de todos. Dice que el folklore es algo vivo, natural, que no se cultiva especialmente. Que está ahí.
-¿Cómo se pasa de ser profesor de Geografía y de Educación Física a folklorólogo?
-Yo soy profesor de Geografía y de Educación Física, pero mi tarea especial se diversificó. Es que la rama más importante de mi pasión geográfica era estar en contacto con las comunidades geográficas, los puntos cercanos y lejanos del país que tuvieran una importancia humana, filosófica, que tuvieran algo de trascendencia. Empecé yendo de localidad en localidad, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y viviendo la realidad geográfica, la llanura, la montaña, la meseta, el desierto.
-¿Tuvo algún maestro?
-Sí. Mi gran maestro fue Augusto Raúl Cortazar. Éramos compañeros de estudios y culminamos siendo compañeros como profesores del Liceo Militar General San Martín, entre 1939 y 1963. Yo, de Geografía Humana y él, de Literatura americana, pero la literatura folklórica especialmente. La base que tengo se la debo a él, porque he vivido con él, con la familia, fui trabajando con él. Y la anécdota más rica que tengo es de cuando yo estaba preparando la primera edición del Diccionario Folklórico Argentino, una cosa increíble porque ni yo sé cómo fui a parar ahí. Aunque como profesor de Geografía había hecho el Vocabulario Geográfico, que publicó la Universidad de Tucumán y esto me hizo pensar que podía hacer algo parecido en Literatura. Y entonces, cuando Cortazar lo supo, me dijo "está muy bien, yo te voy a ayudar; lo que sí, no publiques nada hasta que yo lo vea". Y mi Diccionario Folklórico, antes de salir, fue revisado por él. Es una herencia espiritual que tengo... Esto fue por el año '50.
-Hay una calle que lleva su nombre, en Río Tercero. ¿Qué se siente al caminar por allí?
-Es en un barrio con calles que homenajean a gente importante del folklore -dice su hija Marta-, Dávalos, por ejemplo. "Ellos me llevaron", agrega Coluccio, con modestia. "Fue una idea del Consejo del pueblo, que decidió poner a todos los folkloristas importantes, hace como seis o siete años", interviene orgulloso Conrado, el yerno.
-¿Hay un renacer del folklore?
-No es que haya un renacer, porque el folklore nunca murió. Lo que pasa es que hace ya un tiempo se ha revitalizado solo, por la inquietud de muchos por la música, las leyendas...
-¿La música folklórica comercial tiene alguna relación con esto?
-No, no tiene que ver. El fenómeno musical comercial va por otro lado, es valioso, es un aporte, pero no es un objetivo a servir, a mantenerse. En cambio, las peñas sí son parte del folklore general y han resurgido. Y ahí se vuelve también, en alguna medida, a los estudios folklóricos.
-Usted tiene un trabajo sobre fauna y flora nativas, en el que hay información sobre el poder curativo de algunas plantas. Cómo interviene la medicina ancestral en lo folklórico?
-Eso es valiosísimo. En Brasil está desarrollado y sigue desarrollándose con toda la fuerza. Digo Brasil como digo Venezuela, Perú, Cuba. Esto lo sé no sólo por el contacto epistolar sino por el contacto humano, ya que he viajado a todos esos lugares. Es el pensamiento vivo del folklore. Y está vivo no porque lo cultiven especialmente. Eso es natural. Pasan los años, y a veces pasan hasta los siglos en muchos aspectos de la medicina folklórica, y todo eso se transmite por imitación, por adopción. En Brasil, por ejemplo, los curanderos son verdaderos sabios para tratar ciertas enfermedades; en enfermedades de tipo mental es difícil, pero son eficaces en dolencias de los miembros, de los músculos, del estómago, que en su mayor parte no son tratadas por la medicina científica, porque la gente no tiene mayor conocimiento de quién lo puede hacer, no tiene el alcance económico para pagar el médico.
- ¿Por qué se hace un culto popular en casos como el de Carlos Gardel?
- Justamente las muertes trágicas, el pueblo -el folk-, las siente profundamente, entonces lo expresa mediante canciones o leyendas que se van formando. A Gilda -caso que estuve estudiando últimamente-, a Gardel, la gente les reza, les pide milagros. A la estatua de Gardel en la Chacarita la visitan extranjeros que le prenden un cigarrillo, igual que la gente de acá. Después, hay figuras carismáticas como la Madre María, que también pasa al mundo folklórico con la creencia popular de que puede generar milagros. Y hay personas para las que después se cristaliza lo que han pedido. Pero se cristaliza porque el tiempo, las circunstancias, lo hacen. Entonces el hecho se le atribuye a ella.
- La mufa, algo en que casi todo el mundo cree, ¿en qué consiste? ¿Es un mito, una leyenda?
- No, no tiene categoría de leyenda sino de creencia popular. La mufa es el creer en un hecho social que consiste en la repetición de sucesos no felices a lo largo de la vida; la mala suerte, la mala pata, como le decimos nosotros. Nace de la vocación popular por expresarse de alguna manera y trasciende sin que nadie se lo proponga.
- Usted trabajó mucho en el folklore relacionado con los juegos infantiles.
- Yo le quiero decir que el folklore no es solamente esto que estuvimos conversando. Está el folklore de la alimentación, está el folklore de los juegos. El juego infantil es una cosa bullanguera, de alegría, y a veces también de terror, porque juegan al Diablo, a muchas leyendas que no son nada recomendables por la forma en que transcurren, con muertes, asesinatos... Tengo un ejemplo personal sobre la universalidad de hechos folklóricos: mi madre me contaba, de chico, cuentos de Calabria que después, con el tiempo, fui encontrando en diferentes lugares de América. Sobre todo porque hay un gran aporte de los italianos que se instalaron en el país. Y mi madre me enseñaba un montón de juegos que no eran de acá. Viajando por América latina encontré en muchos lugares aquellos juegos europeos. El juego constituye uno de los elementos nacidos en el ámbito folklórico, en el ámbito popular.
- ¿A qué juegan los chicos que viven en el campo?
- Ya se han mixturado, como diría el paisano. Pero son los mismos juegos infantiles de los abuelos, como la mancha, las bolitas, los juegos que jugábamos nosotros. Hay un juego que es europeo, pero que acá agarró... y que debe subir al viento: el barrilete. Con todas las variantes; con la forma cuadrada, que es la más sencilla; la hexagonal, que es la más tradicional, la más perfecta. Hay una teoría que dice que el origen está en China, donde todavía hacen unos barriletes enormes.
- Se dice que usted es un experto en la cultura arequiana.
- Hay que leer Don Segundo Sombra y hay que ir a San Antonio de Areco, donde está la tradición popular casi más firme que tiene la Argentina sobre la cultura gauchesca. En San Antonio de Areco el hombre viste todavía con su ropa gaucha. Tiene como vehículo especial el caballo y no el automóvil -aunque tiene también automóvil-. Allí, ellos se asocian, se reúnen, y bueno, se transmiten todo lo que saben de la pampa, como las curaciones. Hay curanderos que curan tradicionalmente, que no han hecho la Facultad, no han estado con maestros, con doctores. Hemos estado ahí, y venimos dichosos de estar en contacto con eso. El libro Don Segundo Sombra, vale la pena que todos lo lean, porque de paso que se conoce una gran literatura, tiene la profundidad de los hechos folklóricos que todavía sobreviven en San Antonio de Areco. Y cuando digo San Antonio de Areco, digo Carmen de Areco, toda la órbita de la provincia de Buenos Aires, del resto del país, de una forma más intensa en un lugar, menos en otro. Entonces, Don Segundo vale la pena ser leído por eso, porque es un rescate de todas esas cosas. Y no porque Ricardo Güiraldes se lo haya puesto en la cabeza, sino porque escribió lo que veía, lo que tenía en las narices.
- Esto, más que mitos o leyendas, es la forma de vida cotidiana.
- Es la vivencia cotidiana. Se vive eso. También con la alimentación. En la pampa el asado, el asado con cuero. En el Noroeste, por ejemplo, allá en Salta, Jujuy, también está esto, pero hay otras comidas populares con las que ellos se abastecen cotidianamente. Y no van a ninguna institución para aprenderlo. Eso lo aprenden desde chicos. La galleta, que reemplaza al pan, en la Argentina es universal. Y en Uruguay también. Es una expresión de la vida pampeana, de la vida cotidiana de la zona.
- ¿Hay algo que usted no haya podido investigar?
- ¿Quiere que le diga una cosa? Yo me doy por satisfecho, feliz y contento por haber alcanzado todo lo que soñé. Porque yo me hice al lado de Cortazar. Me refiero a la amistad de él, a los viajes juntos... Y todo lo que me propuse, en el trabajo de investigación, me hace sentir del mismo modo. Y están los informantes: uno interroga a uno, al otro, conversa con el otro. Son personas comunes y recomunes. El hombre común vive de la vitalidad de los hechos humanos que perduran a través del tiempo, y de ese hombre común yo fui aprendiendo.
- ¿Cuál de todas esas tradiciones que usted conoció lo impresionó más?
- Siempre, el culto a la muerte. A San La Muerte, por ejemplo, lo tenemos nosotros en Argentina, Paraguay, Brasil, prácticamente en toda América. En México también tienen una adoración especial por la representación de la muerte.
- ¿Por qué la gente hace un culto a la muerte?
- La muerte es un hecho natural, pero es un hecho que la gente no termina de entender. Y sobre todo cuando le dicen que el espíritu del muerto prosigue en los descendientes, o en familiares lejanos, o que viene de orígenes remotos. En buena medida, cuando se hace un culto de algo es porque no se lo entiende bien. Pero de cualquier manera, hay una suerte general, no digo de temor, pero sí de reverencia, a un hecho que no se termina de entender bien.
- ¿Cuáles son los mitos más importantes, más trascendentes en la región pampeana?
- Primero hay que recordar al Noroeste, donde la Pachamama es la diosa de la muerte, la diosa de la vida, la Madre Tierra. Bueno, acá en la provincia de Buenos Aires y en toda la zona pampeana lo sintetizamos así, diciendo la Madre Tierra, pero no la asociamos con la Pachamama.
- Pero ¿hay un culto a la Madre Tierra en la pampa?
- Todas las creencias folklóricas son de culto a la Madre Tierra. Pero aquí no se hacen los ritos a la Pachamama. Es un sentimiento universal pero no hay dirigentes, no hay especialistas que divulguen características especiales de esta región o que intenten unificar la conciencia. Es una cosa que surge, entonces, por imitación, se transmite de persona a persona.
- ¿En qué cree especialmente la gente de esta región?
- Depende de la categoría social de la persona. Hay quienes hacen culto a los bandidos rurales, y bueno, es en zonas donde el elemento humano tiene una formación moral, intelectual, hecha a empujones, no sistemáticamente. Pero mayormente, saben que hay una curandera que cura los males, y los cura, no hay ninguna duda. Y eso es en todo el país. El curanderismo es universal. Todavía es fácil ver que para el dolor de cabeza se pone un pañuelo donde se han colocado cortes de cebolla, de ajo. Y usted no va a mostrar su superioridad diciendo "pero todavía cree en eso..." "Y sí, creo". Y la principal trascendencia del hecho folklórico es que la gente cree, se entrega a él, y éste forma parte de su vida familiar. Pero en la zona pampeana no es como en el Norte, donde todo es más tradicional. La pampa, ¿cuánto hace que está ocupada? Desde la expedición de Roca es que se empieza a poblar la pampa, cuando comienzan a llegar los inmigrantes. El inmigrante viene con su cuerpo, con su cabeza, pero viene también con sus creencias, viene con sus dioses. Y si bien cree en Jesucristo, o cree en la virgen María, incorpora creencias particulares con respecto a personas que han ayudado a curar, que han ayudado a desarrollarse, y que no lo han hecho movidos por intereses económicos sino que sienten eso, esa particularidad especial de transmitir lo que saben, como sucedió, por ejemplo, en el caso especial de la Madre María.
- Ella es de la región pampeana.
- Sí, de Salto, en la provincia de Buenos Aires. A la Madre María la conocí, yo vivía al lado de donde ella iba a predicar. Y todos los días hay gente que pone las manos ahí. Las creencias son así, son espirituales. Pero de una realidad que no tiene límites. Es chiquita, es grande la creencia, pero está. Y la Madre María -yo tendría diez años, vivíamos en la calle Mitre, en Lanús-, ella venía al lado de nuestra casa, donde una familia que era muy amiga suya le prestaba la casa para que diera charlas. Y venía la gente y formaba cola para hacer impostación de la mano: el que tenía mal de ojo, o el que tenía mal de estómago, o de la cabeza. Venía porque tenía la visión de que podía llegar a curarse. No es una cosa difícil de entender. Desde la más lejana antigüedad hubo seres que captaron a sus semejantes por una visión trascendente que el hombre común no tiene.
- Hay una necesidad de creer.
- Claro que sí. Así como hay una necesidad de amar, hay una necesidad de creer. Después, para algunos, hay otras necesidades, como la de odiar. Todas son facetas. Pero todas son del mismo origen. Todas nacen de la hondura del espíritu, del profundo espíritu, que se manifestó, se manifiesta y se manifestará a lo largo de los siglos.
- ¿A qué llama el "veneno del folklore"?
- Entre comillas, claro, eso lo decíamos con Cortazar. "Vos no te acerques a nosotros porque te vamos a inyectar el veneno folklórico". Pero no es veneno. Es vida. Es decir, para que sepas dónde estás parado.
-¿Qué es la identidad cultural? ¿Aquí la tenemos, pese a la mezcla?
- Sí, ya se ha fusionado bastante. La identidad cultural es tener principios que hacen a la cultura nacional, distribuida no en forma pareja pero sí bastante uniforme, en todo el país. Es decir, la identidad cultural es el idioma, por ejemplo, y está en ciertos juegos infantiles. La comida también hace a la identidad cultural, y la música.
-¿Hay algo que lo haya marcado como persona, en todos estos años, en sus viajes por el país?
Aprendí a respetar las relaciones tal como nos las cuentan. No modificarlas. Porque el pueblo lo formó así, y debe ser así. Aunque no nos guste. Porque el folklore no es moral ni nada de eso; tiene su característica propia. La tiene y se acabó, cualquiera sea ella.
fuente:
Nota de FELIX COLUCCIO efectuada por Mercedes Salvat
publicada en la revista COSAS NUESTRAS Nro.4 Pampa húmeda.
CARDON.COM.AR
.......................................................
No hay comentarios:
Publicar un comentario