Un día como hoy...23 de abril...pero de 1947...fallecía
ERNESTO ZAMBONINI............................................
Crónica de un
tajo y un tango, “Recuerdos de Zambonini”
Dicen que ocurrió
por el Centenario, quizás un par de años más tarde, en un café de camareras en
el barrio de La Boca. El hombre de unos treinta años, al que apodaban “El
Rengo”, marcó profundo con la hoja de su cuchillo el rostro del muchacho
Roberto Firpo, al que respetuosamente ya lo trataban como Don Roberto. Las
razones de aquel violento ataque sólo fueron conocidas por los testigos
presenciales, quienes guardaron un honorable silencio.
También se supo,
que no conforme con la agresión, el atacante marchó hacia su casa y, de
inmediato, agregó las notas musicales que faltaban en una pentagrama y, con
firme morosidad, dibujó letra a letra las palabras del título de un tango:
“Recuerdos de Zambonini”, en alusión al tajo inferido y utilizando su propio
apellido, para que todos supieran del hecho. Un acierto impensado, porque el
título perduró para siempre y la melodía pronto fue olvidada.
El agredido restó
importancia al asunto y sólo dijo haber sido herido de a traición. Pero fue más
allá, también hizo un tango, “Mal pegador”, que no tuvo ninguna importancia
dentro de su posterior obra autoral. Y aquí por lo que sabemos, todo terminó.
De Don Roberto,
es mucho lo que ha trascendido como personaje fundamental del tango, de “El
Rengo” Ernesto Zambonini, muy poco. Aquí van algunos apuntes sobre su paso por
nuestra música.
Nació en 1880 y falleció el 23 de abril de 1947, ya alejado del tango.
Fue violinista en conjuntos de la época. Podemos recordar su participación con
Vicente Greco, con un trío junto a Eduardo Arolas y Rafael Tuegols, en la
orquesta de Firpo, en la del Tano Genaro (con Juan Carlos Cobián al piano), con
Manuel Aróztegui y en otras formaciones olvidadas.
Francisco Canaro,
que no era de hablar mal de sus viejos compañeros, y a quien Zambonini dedicó
el tango, junto a Félix Camerano, no se inhibió de describir negativamente su
personalidad: «Tenía el vicio de emborracharse, y cuando estaba en ese estado
se convertía en hombre impertinente y provocador en extremo» y se citan sus
palabras porque entre sus andanzas se cuenta una acaecida también en La Boca.
En un local tocaba una orquesta de italianos y por alguna razón, seguramente el
alcohol, los obligó durante horas a que ejecutaran únicamente su tango “La
clavada”. Suponemos que la imposición habrá tenido una amenaza contundente.
No lo podemos
asegurar, pero también “La clavada”, por lo sugerente del título, se nos ocurre
tendría que ver con ese episodio, permanente obsesión del autor hasta el final
de sus días. Esto no obstante, el dibujo que ilustra la partitura, donde
aparecen unos paisanos jugando a la taba. Pero tampoco, en la edición original
de “Recuerdos de Zambonini” la ilustración hace alusión a la agresión, si no
que muestra un coche a caballos con cuatro juerguistas.
De su vida casi
nada se conoce; sobre su aspecto, es interesante la breve descripción que hizo
León Benarós:
«Yo era un joven
abogado trabajando en un juzgado en San Martín donde era juez en lo civil el
novelista Miguel Ángel Speroni, quien me comenta:
-¿Sabés quien
anda siempre por el boliche de enfrente?... Zambonini.
-¿El de “La
clavada”? -Pregunté.
-Exactamente.
-Esto es más
importante que la sucesión –Agregué, y me crucé al bar. Y allí estaba, sentado
junto a una mesita con un vaso de vino blanco. Aceptó el elogio que le hice por
el tango nombrado y con unos vinos más se puso algo locuaz.
-¿Usted sabe que
yo le pegué un tajo a Firpo por debajo de la barbilla? Estuve preso, En la
cárcel vinieron de una editorial de música y me hicieron firmar un papel. Yo
creía que era una autorización para editar una obra y resulta que era una
cesión de derechos. Menos mal que cuando salí pude arreglar el asunto.
Era un hombre
chiquito, hosco y lo más curioso es que estaba en camiseta y con los pantalones
rigurosamente sujetos con un alambre».
Estos escasos
informes nos dan un perfil del personaje. Sin embargo tuvo una estrecha amistad
con un hombre que bien puede situarse por cultura, refinamiento e incluso,
condición económica, en sus antípodas: Carlos Posadas. A tal punto, que fue uno
de los pocos que se mantuvo junto a su lecho cuando enfermó y casi el único que
acompañó sus restos.
Como músico se lo
ha considerado, junto a Ernesto Ponzio, el creador del compás canyengue con el
violín, como Prudencio Aragón lo fue para el piano y Leopoldo Thompson para el
contrabajo.
Por último “La clavada”, dedicado a Carlos Posadas, Juan Bergamino y Feliciano Herrera, que grabó Greco en 1913, Canaro en 1930, Fresedo en 1933, D’Arienzo en 1940 y 1967 y Horacio Salgán en 1950 y 1964, entre otros. Este fue, sin lugar a dudas, su tango perdurable.
fuente: TODOTANGO.
.........................................
Nota:
No hay fecha de nacimiento, de manera que solo está la fecha de fallecimiento.
LA CLAVADA - JUAN D'ARIENZO
LA CLAVADA - FRANCISCO CANARO
LA CLAVADA- HORACIO SALGÁN
No hay comentarios:
Publicar un comentario