lunes, 9 de septiembre de 2013

RAUL HORMAZA, POEMA LUNFARDO



PARA LA BARRA DEL TANGO

Raúl Hormaza



El otro día el cartero

de apuro me dio una carta,

fue tan grande mi batata

que te juro, compañero,

temblé porque nunca espero

de nadie una misiva;

abrí la carta enseguida

y agarrate, hermano mío,

me invitaban a pedido

los muchachos de allá arriba.



Escuchá que voy a leer

lo que la carta decía:

Para vos con alegría

estas líneas te mandamos

para decirte que estamos

todos bien y muy contentos,

que pronto iremos al centro

en un desfile imponente

por esa calle Corrientes

que no olvidamos un momento.



Te invitamos de sordina

para no correr el chimento,

sin manyada pasá el cuento

a la barra de la esquina,

a los muchachos de Alsina,

San Cristóbal, Mataderos,

San Telmo, Barracas, Boedo,

a todos los puntos piola

que se vengan con la viola,

funyi, camisa y pañuelo.



A las pibas fabriqueras,

a todas las madres humildes

pasale el santo, decile

que es una fiesta tanguera.

Que vengan con las polleras

y las batas de percal,

perfumadas de arrabal

pa dar brillo a este merengue,

te juro que habrá canyengue

y ha de cantar un zorzal.



Te encargo que preparés

bien debute la calzada

y en Corrientes y Esmeralda

un gran palco levantés.

Que las luces apagués

de letreros luminosos

porque son aspamentosos

como tipos con fortuna,

esa noche habrá luz de luna,

nos dio palabra a nosotros.



Y ahora te recomiendo

la gran paponia secreta,

te voy a pasar la boleta

pa que vayas sabiendo

y al mismo tiempo entendiendo

lo que te voy a batir;

vos no tenés que decir

los nombres que yo te digo,

¿Es de sorpresa? ¿entendido?

Hasta el día del festín.



La encabezan varios fuelles,

violines, flautas y violas

La Paquita, Eduardo Arolas,

Maglio “Pacho”, el Pibe Ernesto,

Contursi, Vicente Greco,

y la voz sentimental

de Magaldi y el puntear

de Barbieri y Riverol,

de los milonga el mejor

con sus cortes El Cachafaz.



Desde aquí te estoy sobrando

que no podés resistir,

tenés ganas de salir,

gritar a los cuatro vientos

desparramando el chimento

contento con tu alegría.

Aguantá, viejo, unos días

que aunque éste sea grandioso

ahora va lo más hermoso

pa’ la fiesta de ese día.



Cien violas vienen al frente

de glicinas perfumadas

por ángeles adornadas

con cintas blancas y celestes.

Y aunque decirlo me cueste

por el gran cariño a él,

haceme caso esta vez,

pará el tráfico te pido,

Mi Buenos Aires querido,

viene cantando Gardel.

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