SOLEDAD
¡Oh soledad! ¡Oh
murmurante río,
A cuya margen
espontáneos crecen
Los árboles
frondosos, que el otoño
Despoja ya de su
hojarasca verde!
Huésped errante
de la selva oscura
Di en estas
limpias aguas. ¡Cuántas veces
Me vio la tarde,
absorto en mis recuerdos,
Contemplando su
plácida corriente!
La gran
naturaleza, de mis penas
Oyó el lamento
que hacia Dios asciende:
En su templo
inmortal a quien la invoca
Seguro asilo y
bálsamos ofrece.
Al dejar sin
retorno estos lugares
Tan dulces a mi
afán, llevo indeleble
Una impresión de
gracia, de frescura,
Y hasta el
sahumerio del paisaje agreste.
Como esas aves de
amoroso instinto
Que en busca de
calor el aire hienden,
Así mis
pensamientos al amparo
De los afectos
íntimos se vuelven.
¿Pero en cuál
mejor sitio hallar la calma,
Y este silencio
arrobador, solemne,
Que al fatigado
espíritu conforta
Mientras las
horas se deslizan breves?
Es aquí donde
exhausto peregrino
Quisiera alzar mi
solitario albergue,
¡Y arrullado del
aura y de las ondas
Vivir lejos del mundo, para siempre!CARLOS GUIDO Y SPANO, SOLEDAD
fuente: los poetas.com
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