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Semblanza de OSCAR ZUCCHI
publicada en la página webb TODOTANGO
BANDONEONISTA, GUITARRISTA,
DIRECTOR, COMPOSITOR
1893 – 30 de enero de 1934
Apodo: La vieja
Nació en Buenos Aires, en el barrio de Parque Patricios.
Dentro de su época se distinguió por ser uno de los bandoneonistas de más
esmerada formación musical y se le adjudica haber creado los adornos de mano
izquierda.
Su primer instrumento fue la guitarra, inducida por su amigo
El Pardo Ágape, quien se ganaba la vida como encendedor de faroles a gas del
primitivo alumbrado público y violero en sus ratos libres. Este instrumento lo
estudió por música y con toda seriedad.
Junto a Arturo Bernstein, Juan Maglio, Genaro Espósito y
Eduardo Arolas en su última etapa, constituyó parte de lo que fue la primera
avanzada que en materia de bandoneón tuvo nuestro tango. Si no alcanzó la
difusión y popularidad que merecían sus
aptitudes, se debió a su apego al barrio en que nació y que lo consagró como el
ídolo local.
Fue Sebastián Ramos Mejía que lo indujo a dejar la guitarra
por el bandoneón y le brindó todo su conocimiento, que no era mucho, además de
tocar de oído. Pero una vez que dominó el teclado, aplicó todos sus
conocimientos técnicos logrando un estilo evolucionado para la época.
En 1908 debutó como profesional con el apoyo del guitarrista
Marino García, autor de la melodía de “Mis harapos”, en un café de Garay y Deán
Funes. El dúo se transformó en cuarteto cuando se agregaron Luis Adesso
(violín) y Félix Camarano (guitarra), así se presentaron en otro local similar,
en Garay y Rincón, el mismo donde se luciera Ricardo Brignolo. Luego pasaron a
otro de San Juan al 2300, hasta llegar al afamado Almacén de Benigno, de La
Rioja 2177, con lleno total cuando se presentaba.
Hacia 1911, fijó domicilio en Pavón entre Jujuy y Alberti, y
allí plantó su academia de enseñanza del bandoneón. Su primer discípulo,
adelantado al resto, fue Juan Bautista Guido. Tan rápido asimiló las enseñanzas
que poco después fue su segundo bandoneón, tenía once años de edad.
Cuando en épocas de conjuntos pequeños, que a lo sumo
llegaban a quintetos, presentó una orquesta con diez elementos, generó una
importante novedad: 3 bandoneones, 3 violines, 3 guitarras y una flauta. Y fue
el debut de Guido. Recorrieron barrios cercanos y hubo una presentación en el
Teatro Cervantes. Esporádicamente se llegó al Pabellón de las Rosas, entonces
en la Avenida Alvear y Tagle. Y también en el Petit Parissien, de Alvear y
Sánchez de Bustamante.
Tuvo un breve paso por la orquesta de Francisco Canaro, pero
él servía para “patrón”. Más tarde, fue exitoso en el café El Caburé, de Entre
Ríos 1253. Fue entonces, cuando la grabadora Victor le propone ser parte de su
elenco, pero fueron pocas sus grabaciones, ocho temas en cuatro placas.
Cumplió algunas actuaciones junto a Guillermo Barbieri,
antes que llegara a Carlos Gardel y en 1918, fue de los primeros en formar
parte de la primitiva Sociedad Nacional de Autores, Compositores y Editores de
Música.
A fines de los años 60 tuve una entrevista con el pianista y
compositor Vicente Demarco. Me narró lo siguiente: «Los primeros bandoneones
que escuché fueron Maglio, La Vieja, El Negro Eduardo y José Rebollini, quienes
ensayaban en el segundo patio de la casa de mis abuelos, ubicada en la calle
Luca 1326. La Vieja vivía entonces en la misma calle pero en el 1644. El Tano
Francisco Famiglieti era el capo de Boedo y tenía una sana rivalidad con
Severino. Éste había compuesto un tango que levantó polvareda, fue “El trompito
número 2” y, Famiglietti como respuesta, luego de un viaje en barco desde
Montevideo con aguas muy agitadas apenas llegó, para hacerle contra compuso,
“Mar revuelto”, no importaba que su susto hubiera ocurrido en el río, un tango
difícil escrito en Do sostenido mayor y la tercera parte en seisillos para mano
izquierda».
En la década del veinte se alistó en la orquesta estable del
Teatro Nacional, en la que entre otros estaban Nicolás Primiani (bandoneón),
Juan D’Arienzo y Alfredo Mazzeo (violines) y Ángel D’Agostino (piano). En 1923,
pasó a desempeñarse en el salón de baile Rodríguez Peña, junto a Mario Brugni
(violín), Fidel Del Negro (piano) y José Galarza (flauta). Este último, mas
adelante, fue estribillista en algunas grabaciones de diversos conjuntos.
En 1924, tuvo su debut en radio, LOY Radio Nacional (luego
Belgrano). Nicolás Blois -autor del vals “Idilio trunco” y discípulo suyo-, fue
su segundo fuelle.
Técnicamente estuvo entre los más encumbrados de su tiempo
y, según manifestó Gabriel Clausi, fue un gran lector a primera vista.
Extraído de su libro: “El tango, el bandoneón y sus
intérpretes”, volumen II, Editorial Corregidor.
Fuente: TODOTANGO.
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