Oscuro el galope que redobla afuera y adentro
tanto de la noche como en los cuartos de
mi cabeza.
No se deja ver la muy yegua, pero golpea
a las puertas de mí como huérfana bajo la
lluvia. Golpea.
La tregua o silencio –vale igual-
sobreviene con la luz en el rostro del
nuevo día;
pero el tiempo –implacable- no se enferma
no se muere nunca el condenado
de modo que regresa la oscuridad y con
ella
la yegua, y con ella el galope tanto
afuera
como adentro de la noche y adentro
de los cuartos de mi cabeza.
Vuelve la mensajera de la soledad.
Relincha la soprano del dolor.
MARCOS SILBER.
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