Aledo Luis Meloni:
una vida de 103
años que transcurrió en coplas
Mauro Apicella
LA NACION
Miércoles 13 de enero de 2016
Aledo, durante una visita a Buenos
Aires.
Foto: Soledad Aznarez
Cuando un coplero se muere, comienza a
andar su memoria; lo que la muerte le quita, se lo devuelve la copla.
Anteanoche comenzó a andar la memoria
de Aledo Luis Meloni, maestro rural, periodista, poeta y, sobre todo, coplero.
Había nacido en la provincia de Buenos Aires y se instaló en el Chaco, en 1937,
cuando fue convocado como maestro rural. Allí se quedó. Con los años comenzó a
publicar libros, a escribir coplas que fueron musicalizadas y grabadas por
artistas como Liliana Herrero y Coqui Ortiz. Y en sus últimos años ganó el
cariño y la admiración de las más jóvenes camadas de folkloristas. Anteanoche,
este hombre que había nacido el 1° de agosto de 1912 falleció a los 103 años.
En una de las visitas a su casa, quien
ahora escribe esta semblanza le preguntó si el secreto de su longevidad era
haber nacido el Día de la Pachamama. La respuesta, con sorna, fue: "Por
supuesto que tomo caña con ruda cada 1° de agosto. Pero, ¿sabe por qué he
vivido tantos años? Porque no he muerto", se reía.
Su obra -afortunadamente organismos de
cultura del Chaco la reeditaron en antologías- es la confesión de que Aledo
Luis Meloni descubrió la virtud de la simpleza (Llevo una copla en el alma,
igual que un grillo nochero; yo sé que es muy poca cosa, pero me basta con
eso). Por eso se dedicó a escribir coplas que tuvieron como inspiración sus
vivencias personales y como antecedente la copla anónima del noroeste andino.
Sus primeras vivencias que quedaron
publicadas en un libro, Tierra ceñida a mi costado, fueron de su experiencia en
el norte chaqueño, cuando llegó como maestro rural para inaugurar una escuela
en el monte, a 300 kilómetros de Resistencia.
Boyero de niño. Autor de piezas como
"Arbolito del querer" en su juventud. Miembro de la Academia de la
Letras. Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Nordeste. Quenista
aficionado y chaqueñero (gentilicio para los que sin ser de la provincia se
aquerencian con el Chaco) en su madurez. Y en sus últimos años, "Trenzador
de palabras", como muy bien lo definió Rubén Tolosa en el libro donde
rescata la vida y la obra de Meloni.
El músico Coqui Ortiz grabó sus coplas
en sus discos y hasta hizo un espectáculo con Aledo, que luego se convirtió en
CD. La palabra echa a volar en el canto es, sin duda, uno de los mejores discos
de raíz folklórica argentina publicados en 2014.
Si está permitido parafrasear el texto
de "Elegía para un niño" (escrito hace décadas por Meloni y grabado
por Coqui Ortiz y Carlos "Negro" Aguirre), Aledo finalmente se reunió
con su padre (quien falleció a los 38, a pesar de haber tenido hijos tan longevos)
y se fue detrás del ángel de la guarda que se llevó a uno de sus hermanos, que
murió de pulmonía a los 4 años, en tiempos de la crecida de agua que borró las
chacras de Huetel, en la provincia de Buenos Aires.
Se fue a buscar "el sitio
verdadero de esa tierra lejana que los cobija". Ahora los ojos de don
Aledo volverán a mirar las flores.
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Mauro Apicella
LA NACION
Miércoles 13 de enero de 2016
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