ISADORA DUNCAN.
.....................................
.....................................
Isadora Duncan
durante su gira americana de 1915-18.
Foto de Arnold Genthe.
Foto de Arnold Genthe.
Nombre completo Angela
Isadora Duncan
Nacimiento 27 de
mayo de 1877 Estados Unidos, San Francisco
Fallecimiento 14 de septiembre de 1927 (50 años) Francia,
Niza
Nacionalidad: estadounidense
Área Danza,
coreografía
Angela Isadora
Duncan, conocida como Isadora Duncan (San Francisco, 27 de mayo de 1877 - Niza,
14 de septiembre de 1927) fue una bailarina y coreógrafa estadounidense,
considerada por muchos como la creadora de la danza moderna.
Infancia y
juventud
Isadora Duncan
nació en San Francisco, Estados Unidos. Su padre Joseph, abandonó la familia
cuando Isadora era aún muy pequeña, siendo posteriormente acusado de fraude
bancario, y encarcelado. Esto creó en el hogar de los Duncan una difícil
situación de penuria económica, hecho que influyó al parecer en el alejamiento
de la familia de la fe católica que habían profesado (Isadora se declaró varias
veces durante su vida como «atea convencida»). Isadora Duncan abandonó la
escuela a la edad de diez años y comenzó junto con su hermana Isabel a impartir
clases de danza a otros niños de su barrio, mientras su madre, Dora, daba
lecciones de piano para sustentar a la familia y se encargaba de la educación
de sus hijos. Predominaban en las lecciones musicales Mozart, Schubert y
Schumann, que tuvieron una indiscutible influencia en el posterior desarrollo
artístico de Isadora.
De acuerdo con
sus biógrafos, Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la
playa mientras observaba el mar. Su fascinación por el movimiento de las olas
sería el germen de su arte en los años posteriores. La niña Isadora imaginaba
entonces movimientos de manos y pies que acompañaban a las olas de la bahía de
San Francisco, y que serían el origen de su peculiar estilo en la Danza. La
influencia del mar y sus juegos infantiles se recogen en su Autobiografía,
publicada en 1927. Cuando Isadora llegó a la adolescencia, la familia se mudó a
Chicago, donde Duncan estudió danza clásica. La familia perdió todas sus
posesiones en un incendio, y se trasladó nuevamente, esta vez a Nueva York,
donde Duncan ingresa en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daly.
En los albores
del siglo Isadora convence a su madre y a su hermana para que la familia emigre
a Europa. Es irónico pensar que por aquel entonces media Europa intentaba
emigrar a los Estados Unidos para alejarse de la penuria económica y encontrar
un futuro mejor, pero aun así las Duncan parten en 1900 y se asientan en
Londres inicialmente, y posteriormente en la Ciudad Luz.
Expresionismo y
danza
Durante su etapa
londinense Isadora, siempre inquieta y autodidacta, pasa largas horas en el
Museo Británico. Le fascinan las expresiones artísticas de la Grecia clásica, y
muy especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará
algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza
hacia atrás como las bacantes. Es en esta época cuando comienza a consolidarse
el estilo único de Isadora. Se trata de una danza muy alejada de los patrones
clásicos conocidos hasta entonces, incorporando puestas en escena y movimientos
que tenían más que ver con una visión filosófica de la vida ligada quizá al
expresionismo (línea de pensamiento artístico incipiente por aquella época), y
por tanto a una búsqueda de la esencia del arte que solo puede proceder del
interior. Isadora era plenamente consciente de que su estilo suponía una
ruptura radical con la danza clásica, y en este sentido se veía a si misma como
una revolucionaria precursora en un contexto artístico de revisión generalizada
de los valores antiguos. Al mismo tiempo que su estilo se iba consolidando,
Isadora estudiaba en profundidad la danza y la literatura antiguas a través de
los museos, particularmente el Louvre de París, la National Gallery de Londres
y el Museo Rodin.
Los temas de las
danzas de Isadora eran clásicos, frecuentemente relacionados con la muerte o el
dolor, pero en oposición a los asuntos de la danza clásica conocida hasta
entonces, que giraban en torno a héroes, duendes y trasgos. Su puesta en escena
era también revolucionaria, y en cierto sentido minimalista: apenas algunos
tejidos de color azul celeste en lugar de los aparatosos decorados de los
montajes conocidos hasta entonces y una túnica vaporosa que dejaba adivinar el
cuerpo y entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, frente a los
vestidos de tutú, zapatillas de punta y medias rosadas de rigor en el ballet
clásico. Isadora bailaba sin maquillaje y con el cabello suelto, mientras que
lo habitual en aquella época era maquillarse a conciencia y recogerse el pelo
en un moño o coleta. Es comprensible que el estilo de Isadora chocase en un
principio al público del momento, acostumbrado al lenguaje de la danza clásica.
Isadora hubo de aguantar abucheos e interrupciones de diversa índole en sus
sesiones de danza durante algún tiempo, siendo notable en este sentido la
polémica que se desató durante una gira por América del Sur en 1916.
En Argentina
Llegó a Buenos
Aires por primera vez en 1916. La bailarina californiana tenía en ese momento
38 años y su fama y su éxito habían alcanzado, particularmente en Europa,
alturas extraordinarias. Pero el golpe atroz que había representado para ella
la muerte en 1913 de sus dos pequeños hijos en un accidente de auto cerca de
París, alteró su vida de una manera definitiva. Las extravagancias de Isadora
—que incluían una despreocupación completa por el dinero, lo tuviera o no— se
volvieron más acusadas y lo mismo ocurrió con su desinterés por las
convencionales sociales.
El barco que la
traía desde Río de Janeiro atracó en Buenos Aires a principios de julio e
Isadora se encontró con una primera dificultad: las cortinas y alfombras que
acompañaban sus recitales no habían llegado y tuvo que encargar otras nuevas
porque la primera presentación estaba programada para pocos días más tarde. El
costo era aproximadamente de 4000 dóla res y como no tenía efectivo para
afrontar este gasto inesperado, arregló pagar a crédito. Las partituras
orquestales de sus programas también estaban en viaje desde Francia, pero fue
fácil reemplazarlas gracias a la ayuda del director del Conservatorio de Buenos
Aires, que prestó las partituras de la biblioteca de la institución.
A pesar de que
disponía de poco dinero Isadora se alojó en el Plaza Hotel y mientras se preparaba
para sus conciertos comenzó a recorrer la ciudad. Su biógrafa, la
estadounidense Frederika Blair, cuenta que visitó no sólo los barrios elegantes
"sino también La Boca, centro de la rutilante vida nocturna de la ciudad
(sic)".
Los espectadores
de su primer concierto, el 12 de julio, recibieron las danzas de Isadora un
tanto fríamente. El público porteño estaba acostumbrado al lenguaje del ballet,
aun en sus formas renovadoras —Vaslav Nijinsky con los Ballets Russes se habían
presentado en el Teatro Colón tres años antes con un éxito colosal— y encontró
pobre y limitada la técnica de Isadora. La víspera del segundo concierto fue
con un grupo de amigos a un club nocturno y allí, impulsada por la excitación
del momento, se lanzó a bailar el himno nacional. Al día siguiente el gerente
del Coliseo adujo que ella había faltado al contrato con él al ofrecer esa
actuación imprevista y amenazó con anular el próximo concierto. Fue necesario
todo el tacto de Dumesnil, director musical de la gira, para que el gerente
volviera atrás en su decisión.
Sin embargo,
otras dificultades se avecinaban. Isadora quería dedicar a Wagner su tercer
programa y su director musical, que era francés, se negó a cooperar. Dumesnil
tenía una licencia del ejército de su país y consideró que provocaría censuras
si en tiempo de guerra participaba en un programa con obras de un compositor
alemán. Pero, aunque consiguieron otro director, el programa wagneriano alejó a
muchos de los admiradores de Isadora, del mismo modo que los pro alemanes se
habían visto afectados por su interpretación de La Marsellesa.
Durante el
concierto, algunos de los espectadores comenzaron a hablar en voz alta. Isadora
dejó entonces de bailar y se dirigió a ellos de una manera airada, diciendo que
ya le habían advertido que los sudamericanos no entendían nada de arte:
"Vous n´étes que de Négres" ("no son más que negros"), los
increpó, usando una forma —négres—, muy despectiva. Este acontecimiento
determinó que el administrador cancelara las funciones restantes. Antes de
partir para Montevideo Isadora tuvo que dejar su abrigo de armiño y sus
pendientes de esmeraldas como garantía del pago del hotel, pago que no podía
efectuar. La piel y las joyas habían sido regalos de su ex amante Paris Singer,
un hombre extraordinariamente rico, heredero del imperio Singer de las máquinas
de coser, y que había financiado muchas de las aventuras artísticas de Isadora.
En Rusia
Simpatizó con la
revolución social y política en la nueva Unión Soviética por lo que en 1922 se
trasladó a Moscú. Su fama internacional llamó la atención y dio la bienvenida a
la efervescencia artística y cultural del nuevo régimen. El fracaso del
gobierno ruso para que cumpliera las promesas extravagantes de apoyo para el
trabajo de Duncan, junto con las condiciones espartanas de vida del país la
enviaron de vuelta a Occidente en 1924.
Vida privada
Isadora Duncan
con Serguéi Esenin, en 1923.
Isadora Duncan
tuvo una vida íntima tan poco convencional como la expresión de su arte, y
vivió siempre al margen de la moral y las costumbres tradicionales. Se casó con
el poeta ruso Serguéi Esenin, 17 años más joven que ella. Esenin la acompañó en
un viaje por Europa, pero el carácter violento de éste y su adicción al alcohol
dieron al traste con el matrimonio. Al año siguiente Esenin regresó a Moscú,
donde sufrió una profunda crisis a raíz de la cual fue ingresado en una
institución mental. Se suicidó poco tiempo después (28 de diciembre de 1925),
aunque se ha especulado con la posibilidad de que fuese asesinado. Isadora
eligió ser madre soltera, y tuvo dos hijos. Aunque no quiso revelar el nombre
de los padres se sabe que fueron del diseñador teatral Gordon Craig y de París
Singer, hijo del magnate de las máquinas de coser Isaac Merritt Singer. La vida
privada de Isadora no estuvo nunca exenta de escándalos, ni tampoco de tragedias.
La más espantosa fue ciertamente la muerte de sus dos hijos Deirdre y Patrick,
que se ahogaron en un accidente en el río Sena en París, en 1913, al caer al
agua el automóvil en el que viajaban junto a su nodriza.
Isadora Duncan
era bisexual, y mantuvo relaciones con algunas mujeres conocidas de su época.
Hacia el final de
su vida, la carrera de Isadora había empezado a declinar. Fueron para ella
tiempos de serios problemas financieros y diversos escándalos sentimentales,
acompañados por algunos episodios de embriaguez pública. Todo esto la fue
alejando de sus amigos y su público, y finalmente de su propio arte. Isadora
vivió aquellos años finales entre París y la costa del Mediterráneo, dejando
deudas considerables en hoteles o pasando cortos períodos en apartamentos
alquilados. Algunos de sus amigos trataron de convencerla para que escribiese
su autobiografía, con la esperanza de aliviar un poco su ya preocupante
situación económica. Uno de estos amigos fue el escritor Sewell Stokes, quien
conoció a Isadora en sus últimos años, cuando ya estaba prácticamente sola y
arruinada. Stokes escribió posteriormente un libro sobre la bailarina: Isadora,
un retrato íntimo.
La autobiografía de Isadora Duncan fue finalmente publicada en 1927.
La autobiografía de Isadora Duncan fue finalmente publicada en 1927.
Muerte
Las trágicas
circunstancias que rodean la muerte de Isadora Duncan han contribuido
sobremanera a la consolidación del mito, y están envueltas en cierto misterio
que la historia no ha conseguido despejar por completo.
Isadora Duncan
murió en un accidente de automóvil acaecido en Niza, Francia, la noche del 14
de septiembre de 1927, a la edad de 50 años. Murió estrangulada por la larga
chalina que llevaba alrededor de su cuello, cuando ésta se enredó en la llanta
del automóvil en que viajaba. Este accidente dio lugar al comentario mordaz de
Gertrude Stein: «la afectación puede ser peligrosa». Duncan viajaba en el
asiento del copiloto de un automóvil Amilcar propiedad de un joven y guapo
mecánico italiano, Benoît Falchetto, a quien ella irónicamente había apodado
«Bugatti» (la marca del automóvil es materia de debate, pero la opinión general
es que se trataba de un Amilcar francés modelo GS de 1924. La leyenda
transformó después la marca y lo convirtió en un Bugatti, mucho más caro y
lujoso). Antes de subir al vehículo, Isadora profirió unas palabras
pretendidamente recordadas por su amiga Maria Desti y algunos compañeros:
«Adieu, mes amis. Je vais à la gloire!» (¡«Adiós, amigos míos, me voy a la
gloria!»). Sin embargo, según los diarios del novelista estadounidense Glenway
Wescott, que estaba en Niza en ese entonces y visitó el cuerpo de Duncan en el
depósito de cadáveres (sus diarios están en la colección de la biblioteca de
Beineke, en la Universidad de Yale), Desti admitió haber mentido sobre las
últimas palabras de la bailarina, y confesó a Wescott que estas habían sido: «Je
vais à l'amour» («Me voy al amor»). Al parecer, Desti consideró estas palabras
poco apropiadas como un último testimonio histórico de su ilustre amiga, ya que
indicaban que Isadora y Benoît partían hacia uno de sus encuentros románticos.
Cualesquiera que fuesen sus palabras, cuando Falchetto puso en marcha el
vehículo, la delicada chalina de Duncan (una estola pintada a mano regalo de su
amiga Desti, suficientemente larga como para envolver su cuello y su talle y
ondear por fuera del automóvil), se enredó entre la llanta de radios y el eje
trasero del coche provocando la muerte por estrangulamiento de Isadora. En el
obituario publicado en el diario New York Times el 15 de septiembre de 1927
podía leerse lo siguiente: «el automóvil iba a toda velocidad cuando la estola
de fuerte seda que ceñía su cuello empezó a enrollarse alrededor de la rueda,
arrastrando a la señora Duncan con una fuerza terrible, lo que provocó que
saliese despedida por un costado del vehículo y se precipitase sobre la calzada
de adoquines. Así fue arrastrada varias decenas de metros antes de que el
conductor, alertado por sus gritos, consiguiese detener el automóvil. Se obtuvo
auxilio médico, pero se constató que Isadora Duncan ya había fallecido por
estrangulamiento, y que sucedió de forma casi instantánea».
Isadora Duncan
fue incinerada, y sus cenizas fueron colocadas en el columbario del Cementerio
del Père-Lachaise (París, Francia).
En el Panteón de
San Fernando de Ciudad de México, hay un nicho de homenaje a su nombre.
fuente: WIKIPEDIA.
......................................
fuente: WIKIPEDIA.
......................................
ISADORA DUNCAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario