LA ROPA
Momento de cambiar la ropa, porque va
a hacer frío,
y entonces las blusitas livianas, las
camisitas tímidas,
los pantalones frescos se van a dormir
entre cajas, bien arriba del placard.
Y mientras acomodo y guardo
me doy cuenta de que hay ropa para
llorar.
El tapado todavía tiene lágrimas en
las solapas,
que parecen marchitas,
pobre tapado negro.
A la camisa de lunares se le escaparon
algunos
porque no pudieron soportar tanta
tristeza,
tiene todo el cuello desteñido.
Pero quizás se le pueda coser otra
tela arriba,
para disimular la huida de los
lunares.
Yo no puedo coserme una tela para
disimular,
tengo que salir como estoy, llena de
agujeros.
Esa pollera turquesa, lánguida,
sostuvo mi mano con un pañuelo de adiós
y un ramo de hasta siempre.
Me parece que no la voy a usar más.
De repente, entre tanto llanto,
aparece un pantalón
lleno de flores. Un pantalón de reír.
Y una remera verde, también de reír.
No los guardo en la caja. Los dejo
colgados porque
los necesito, aunque haga frío.
Alicia Márquez.
Antología Capricho
de la serie Rapsodia, ensamble de voces.
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