AL FINAL DE LA TORMENTA
Canción
Música: Tato
Finocchi
Letra: Raimundo
Rosales
Ha llovido en las
noches y los días
como llueven los
ángeles eternos,
en las calles
heladas y en los parques,
en los patios del
alma y los desiertos.
La ciudad se nos
fue volviendo blanda
bajo el agua
irredenta de la furia,
no hubo mares más
altos que esa lluvia
ni tristeza más
íntima y brutal.
Pero un día el
tiempo se detuvo
y una paz llorada y
frágil
descendió por los
jardines
como un viento
tibio entre los dedos.
El sol desanudó las
horas rotas;
el árbol se miró
sus ramas muertas;
y un pájaro desnudo
de milagros
tejió su nuevo
arpegio en el silencio.
Al final de la
tormenta...
había que empezar
todo de nuevo.
En las calles ahora
se perciben
los latidos que
asoman a la vida,
los cadáveres
brunos de las flores
y una foto del
tiempo, malherida.
Me detengo un
instante en el naufragio,
en las cien
soledades de este invierno,
y en sus ojos
rebeldes y serenos
que han llorado y
que tiemblan, pero están.
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